Los hemos visto en los últimos años con más frecuencia que antes en la ciudad. Cargando su gran instrumento y musicalizando el caos de tráfico del Bulevar Pape, son los organilleros que provienen del centro del país y que visitan Monclova con frecuencia.
El oficio del organillero se remonta a principios del Siglo XIX en una Europa inundada de arte, donde la música, pintura y literatura determinaban el estatus social al que pertenecías. Sin embargo, poco a poco se fue popularizando hasta llegar a nuestro país, y a ser uno de los instrumentos de viento más tocado en las avenidas.
El organillo
El organillo o cilindro es un instrumento de viento que fue inventado en Inglaterra a principios de Siglo XIX. Funciona al girar un manubrio que hace mover sobre su eje a un cilindro que contiene unas púas de diferentes formas y tamaños que mueven a su vez a unos macillos que repercuten en las cuerdas de piano que se sitúan en el interior de un cajón haciéndolas sonar.
La mayoría de los organilleros que acuden a nuestra ciudad vienen del centro del país, para ser más exactos de la capital, y al cuestionarles el ¿por qué Monclova? mencionan que es una ciudad muy linda, con gente muy hospitalaria y amable. Hacen un recorrido por Coahuila: empezando por Torreón, continúan por Saltillo, Monclova, hasta llegar a Acuña, Rosita y siempre terminan en Piedras Negras.
Los organilleros se encuentran sobre el Blvd. Pape y Madero.
“Todo empezó porque una vez nos invitaron a una feria en Lerdo, se llama Lerdentino y pues de ahí ya nos quedaba cerca Torreón y le seguimos por todo el estado; fue cuando nos dimos cuenta que en Monclova les gusta mucho este instrumento.” comenta Néstor Martínez, uno de los organilleros que se encuentran ahora en Monclova.
Néstor continúa contando la historia de los organillos: “Cuando llegaron a México era de gente de alcurnia, era como tener un estéreo muy caro. Poco a poco se hizo más popular después de la guerra. Alemania regaló aparatos a México. De ahí empezó. Nosotros nos vestimos de beige en honor a los dorados de Villa.
Se coloca un changuito de peluche en el aparato porque en aquella época traían uno real, que era el que tocaba las melodías.
El instrumento es de viento. Tiene un rollo de madera, cubierto de puntilla de acero y cada puntillo es una nota musical. Hay organillos más grandes o más pequeños, todos los organillos del mundo tocan solo 8 melodías.
Como son aparatos antiguos requieren revisión por dentro, en México sólo existen dos personas que lo arreglan, una es la señora Silvia de Tepito y “Chon” de Neza. Cuando tenemos problema con el aparato ellos tienen la noción y los instrumentos para arreglarlo. A veces hay gente que nos dice que se escucha desafinado pero sí es difícil para nosotros traer el instrumento siempre al cien porque pues no podemos ir a Ciudad de México sólo a que lo arreglen.
“Nos dimos cuenta que en Monclova les gusta mucho este instrumento.” comenta Néstor Martínez, uno de los organilleros que se encuentra en la ciudad.
Este oficio yo lo tengo desde hace 15 años. El dueño del aparato es mi abuelo, él tiene seis. Casi toda mi familia era organillera entonces es un oficio de tradición heredada. Mi abuelo aún vive y me renta el organillo. Hay una conexión entre todos los organilleros.
Nos sentimos muy agusto en Monclova por el recibimiento de la gente, el clima sí es muy extremo pero hemos sabido aclimatarnos. Es muy agradable ver que se paran los carros en un semáforo en rojo y mueven la mano como si estuvieran tocando el organillo, quiere decir que nos quieren escuchar, y siempre cooperan.” finaliza Néstor.
Este oficio no es muy común en nuestra ciudad, a diferencia de la Ciudad de México, donde todo el centro histórico está lleno de organilleros. Por eso es importante que valoremos y nos detengamos un momento a escuchar las melodías de este instrumento tan lleno de historia.
