VILLA DE AGUJITA, COAH.- ¡Fueron ángeles que Dios me mandó!, expresa una abuelita al referirse a los socorristas de la Benemérita Cruz Roja Mexicana de Sabinas quienes tras brindarle atención médica, regresaron nuevamente a su humilde hogar realizando una obra admirable, el dotar a “María” de alimento y enceres domésticos debido a la extrema pobreza en que vive.
La mujer de edad avanzada se encontraba sentada en un colchón sujeto a varios pedazos de block que tiene en el patio de su vivienda marcada con el número 214 de la colonia Los Montes de esta villa.
A simple vista la casa es un pequeño cuartito de 4 x 4 que está a punto de colapsar pues las vigas que sostienen las láminas con agujeros que sirven de techo, amenazan con caer.
El temor de quedar atrapada en el interior del que ha sido su hogar por espacio de 20 años, obliga a María a dormir en el exterior de la vivienda junto con su esposo Antonio Galindo González de 75 años de edad a quien le cuesta trabajo levantarse de una silla pues ya no puede caminar mucho.
Ambos procrearon como hija única a “Lupita”, la cual a su vez tiene 6 hijos, todos pequeños, quienes son la adoración de la abuelita.
“Ellos son mi aliciente, mi alegría, mi motor de vida”, si ellos no están conmigo no sé qué sería de mi vida, expresa María del Rosario Campos Rosales de 66 años de edad en tanto es abrazada por una de sus nietas
Alexia de 10 añitos.
Expresa la fémina que cuando está algo cansada otra de sus nietecitas le dice “Guela que tienes, te sientes mal”, no te duermas abuelita yo le pido mucho a mi Dios que usted se componga guela”, no quiero que usted se me acabe por que si eso pasa “Yo me ahorco”, expresa preocupada la mujer.
Recordó María que cuando fue David Yutani presidente por primera vez en el Municipio de Sabinas, ella escrituró su hogar, pero le falta mucho por hacer en su pequeña casa pues la única ventana que tiene está sumamente dañada y la puerta también está por caerse, en tanto el baño, es una letrina y para asearse habilitó un pequeño espacio que protege con una cortina.
La persona de edad avanzada quien es diabética mencionó que hace días le subió la presión por ello los socorristas de la Cruz Roja acudieron a su hogar, tal vez vieron que vivimos en muy malas condiciones y tuvieron la atención de ayudarnos, menciona.
Don Antonio por su parte comentó que lo tomó por sorpresa la vista de los socorristas cuando llegaron los muchachos me dijeron les traemos aquí una despensita.
Yo no hallaba que decirles, pensé “Que Dios los ayude”, “Que Dios les dé más”, a lo cual estoy muy agradecido con ellos, en ese momento la persona de edad avanzada rompe en llanto conmovido por la ayuda que recibieron.
El matrimonio conformado por María del Rosario y Don Antonio añoran tener dicen una pequeña estufa, un tanque de gas y un abanico de pedestal, con eso seríamos muy felices, para poder cocinar en el interior de nuestro hogar, expresan.
Recordó el jefe de hogar que él trabajaba cantando en los camiones, en las cantinas sin embargo murió su compañero y ya nada fue igual.
Dejé eso, pero luego se unió mi hermano “Miguel” y, aunque era muy chico tuve que conseguir un permiso para poder ingresar a los bares y así ganarnos el pan de cada día.
Después, él hizo su vida y yo dejé la guitarra dedicándome a otras cosas, limpiando solares; los años pasaron y hoy en día ya no puedo valerme por mi mismo, lo cual me entristece pues tengo la responsabilidad de sacar adelante a mi esposa, señala.
Nosotros solo queremos vivir tranquilos lo que resta de nuestras vidas, hay carencias sí, pero lo esencial es tener salud, menciona el matrimonio que a diario recibe la caridad de los vecinos.
La pareja con 36 años de matrimonio ha pasado por buenas y malas, altibajos, sin embargo, juntos siempre a pesar de las adversidades de la vida.
Mencionan a su vez que ahora solo viven de recuerdos imborrables aquellos que les dan sentido a sus vidas, a su matrimonio a su hogar, que, aunque humilde, es su patrimonio.
Lupita por su parte realiza el aseo de la vivienda y, menciona que a pesar de cómo les ha ido en la vida, ella da gracias a Dios por tener a sus padres aún con vida.
Ella sufrió violencia familiar al lado de un hombre con el que se unió y se fue a vivir a San Luis, Potosí, allá vivió los peores momentos, los más amargos de su vida.
Fue golpeaba salvajemente, lesionada a punta de machetazos, pero sigue de pie, se fue dice, buscando una mejor vida, al poco tiempo sabría que se había equivocado pues fue el peor calvario que vivió.
De regreso con sus padres ellos la recibieron con los brazos abiertos desde entonces, prometió velar por ellos, apenas y terminó la secundaria y señala que a falta de empleo ingresó a laborar al basurero municipal, ahí conoció a su actual pareja con quien le ha ido bien, olvidando los difíciles momentos que vivió con un desalmado individuo del cual ya no quiere ni recordar su nombre.
Así es como viven los padres de Lupita la cual dice: “Si nos pudieran ayudar con unas vigas y unas láminas para reconstruir el techo de la vivienda de mi madre se los agradeceríamos infinitamente a los bienhechores, mostrando las promiscuas condiciones como se encuentra el cuarto del matrimonio donde no hay muebles pues cuando se han presentado las fuertes lluvias estos se les han deteriorado, aun así dicen, nos conformamos con tener salud y estar unidos como familia.
