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Coahuila

Aprendió a vivir con los muertos

Dina Flores
Por Dina Flores - 08 mayo, 2017 - 03:12 a.m.

Por 45 años se encargó del cuidado del camposanto

CASTAÑOS COAH.- Heredó de su padre el oficio de panteonero del que vivió por espacio de 45 años hasta que las autoridades municipales en turno lo despidieron debido a su edad. Tenía entonces 69 años.

Gorgonio Villanueva Lara comenzó su trabajo como panteonero a la edad de 24 años, soltero, sin familia y únicamente dedicado a enterrar muertos, hacer gavetas, cuidar el panteón Del Carmen hasta verlo llenarse de tumbas para después abrir el Santo Cristo, también Municipal, el cual quedó ubicado a espaldas de la empresa Inmagusa.

Sentado a la sombra del porche de su casa ubicada justamente a pocos pasos del panteón del Carmen, platica que en un espacio como es el camposanto el encuentro de emociones son muchas, pero que los que ahí laboran tienen que hacerse fuertes para no llorar ante la tristeza y el dolor de los familiares de los difuntos.

Mi entrada al panteón fue a través del entonces alcalde Guadalupe Villanueva Ramos entonces Presidente Municipal, tío y padrino de pila de bautizo, pero para entonces ya trabajaba en él mi papá Manuel Villanueva Guerrero y a su muerte me asignaron el puesto a mí”.

Muchos recuerdos conserva de su trabajo como panteonero pero el más relevante fue haber llenado el panteón de muertos y sepultar los cien primeros difuntos en el panteón Santo Cristo.

A mi todo Castaños me conoce, soy hombre de pocas palabras pero en el panteón aprendí a platicar y a convivir, cosa curiosa que eso haya sucedido en este lugar pero creo que Dios lo dispuso de esta manera para hacerme de amigos.

Dice que con el paso del tiempo esta actividad se volvió parte de su vida y que hubo un tiempo en que se amplió el panteón del Carmen porque había la posibilidad ya que eran pocas las casas que lo circundaban.

Además tuvo la oportunidad de enseñar a sus sobrinos a construir gavetas y sepultar correctamente a los muertos e incluso algunos de ellos acuden a ayudar a los encargados pero no se sienten a gusto y mejor salen en busca de otros trabajos.

Algo que le conmovió siempre a Gorgonio fue el dolor y llanto de los niños que acudían a sepultar bien sea a alguno de sus padres o familiar cercano, “mejor me salía del panteón para no ver lo mucho que sufrían los niños y a eso uno nunca se acostumbra la mera verdad”.

Comenta que para muchos el panteón encierra misterios y que es centro de atención para aquellos que practican las malas artes pero en lo personal nuestro entrevistado dice que él nunca vio nada, nunca escuchó nada y que el panteón es únicamente para aquellos que les tocó irse de este mundo y donde sus restos descansan en paz.

No tengo nada qué decir al respecto, soy respetuoso de las creencias de cada quien pero con casi medio siglo de desempeñarme como panteonero y conocer palmo a palmo el lugar no me queda más que decir que este lugar es únicamente para los muertos.

Al respecto, afirma que es triste ver tumbas olvidadas cuyos motivos se desconocen pero que los restos de los muertos olvidados que una vez enterró en medio del dolor de sus familiares ahí siguen.

Aún cuando fueron muchos años los que trabajó en este noble y sensible oficio, Gorgonio no fue objeto de reconocimientos y su trabajo pasó desapercibido para muchos.

Hoy, sentado en el portal de su casa dice que para él no es importante ser reconocido por la gente, al menos para él no lo es porque afirma que son los muertos quienes antes de partir le reconocieron el trabajo que desempeñaron con ellos al darles cristiana sepultura, aunque ya no recibió su agradecimiento.

Su trabajo era tanto de día como de noche pues hubo dolientes que pedían que los entierraran de noche y eso se respetaba como también el respeto a los muertos que nadie visita, estos permanecen en su lugar sin ser tocados como ocurre en otras ciudades que los sacan y depositan en una fosa común para vender de nueva cuenta el predio.

Un dato triste en el desempeño de su función fue que en una ocasión lo acusaron de vender restos de cuerpos, sin embargo, cuando se llevó a cabo la investigación no le pudieron probar nada y lo dejaron en paz.

Yo enterré a mis padres a mis hermanos, a toda la familia, estoy solo porque la vida así lo quiso a veces voy y los visito me siento triste porque a mí me tocó bajarlos a la tumba pero ni modo, me tocó de esta manera y soy feliz.

Ahí en el panteón del Carmen dejé mi juventud y toda mi vida sin embargo aún quedan ánimos para hacer muchas cosas por ejemplo soy velador en la escuela Lázaro Cárdenas la cuido y es otro ambiente, aunque de noche silencioso y solo, igual que el panteón.

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