Por años hemos pensado que las hormigas (y los insectos en general), tienen una orientación muy básica, principalmente porque pareciera que sólo se mueven en línea recta, una detrás de otra; y que al romper su formación entran en crisis. De hecho, en la película Bichos se hace referencia a este hecho. Bueno, un nuevo estudio revela lo contrario.
La investigación fue hecha por Antoine Wystrach, de la Universidad de Edimburgo; junto con su equipo, le trazaron una ruta predeterminada a una serie hormigas del desierto, entre su hormiguero y un par de galletas, una de mayor tamaño que la otra.
Las hormigas que optaron por la galleta pequeña, caminaron sin problemas de regreso a su casa (de la manera tradicional que se puede ver en cualquier lado); por su parte, quienes fueron por la grande, tuvieron que arrastrarla de espaldas, ahí los científicos notaron que cada cierto tiempo se detenían para observar su entorno y ubicarse, algo que se suponía, no debería de haber hecho.
Con esta nueva información, se han comenzado a establecer teorías acerca de la complejidad del cerebro de estos insectos, el cual podría hacer relaciones cognitivas más complicados de lo que se suponía. Wystrach se plantea hacer más experimentos al respecto para establecer bien su horizonte de investigación.
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