Este año, Miss Perú dejó de ser un concurso donde se reproducen los estereotipos de belleza femenina, para convertirse en un certamen en el que se pone de manifiesto la emergencia mundial ante las alarmantes cifras de feminicidios que se producen diariamente en América Latina.
Con proyecciones de encabezados que exhibían algunos de los casos más escuchados en Perú, las 23 aspirantes desfilaron inconformes con los nulos resultados por parte de las autoridades, y las finalistas fueron cuestionadas sobre las leyes que sancionan la violencia de género en su país.
Esta vez, las concursantes no mencionaron sus medidas, sino los números y porcentajes de hechos que las inquietan. Sucesos de mujeres cercanas o no a ellas que han padecido violencia física o sexual, así como las que han sido víctimas de feminicidios.
La ganadora de este año, Romina Lozano, sugirió la creación de una base de datos a los agresores, con el objetivo de que todas las personas puedan tener acceso a ella.
"No queremos un país con más violencia. No sólo se trata de estas 23 mujeres. Se trata de todas las mujeres que tienen derecho y merecen respeto. No más violencia. Este es el mensaje de este Miss Perú", comentó el presentador.
