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Coahuila

‘Cocinan’ músicos alimento del alma

Mónica Meza
Por Mónica Meza - 23 noviembre, 2017 - 02:30 a.m.

La música es el lenguaje universal, el alimento del alma, la voz alta para muchos corazones silenciosos y un poder sanador, quienes se dedican a ella lo hacen con destreza, pero sobre todo con amor y no viven de la música, viven para ella.

Ayer fue el Día Internacional del Músico, se celebra a todos aquellos que de una u otra forma se relacionan y conocen sobre la música; la fecha conmemora la muerte de Santa Cecilia, personaje medio legendario, mártir del cristianismo y patrona de los músicos.

Acompañado de un bastón y su viejo acordeón, Roberto Jesús García de 69 años de edad se encontraba sentado en el exterior de una tienda de conveniencia, en el bulevar Tecnológico.

Tocaba y cantaba el tema musical “Un viejo amor” mientras que las personas que llegaban a la tienda le daban ayuda económica.

Es invidente, a los seis años perdió la vista en un ojo, le dolía y al operarlo se lo tuvieron que quitar, a los 17 años le empezó a doler el otro, se negaba a que se lo quitaran y decía a su madre que prefería morir antes de quedarse totalmente ciego, pero no había otra opción, así fue como perdió la vista.

Toda su vida ha tocado el acordeón, empezó a los 17 años de edad cuando estaba recién operado, aprendió a tocar solo, el primer acordeón se lo regaló Harold R. Pape y todas las noches buscaba la manera de hacer música, poco a poco aprendió.

Señala que aunque tiene familia que lo apoya, le gusta salir adelante por sí solo, está consciente de que nadie es eterno en la vida y tenía que imponerse a andar solo por la calle trabajando, haciendo música con su acordeón.

Ahora sabe andar solo en todo Monclova, inclusive en la ciudad de Reynosa, todo a través del oído y otras habilidades que tiene.

Cantar y tocar el acordeón es lo que más le gusta hacer, haga frio o calor don Roberto sale a trabajar por las calles de la ciudad.

“Aquí la gente es de buen corazón, para qué voy a echar mentiras, sí me ayudan un buen, en la mañana me regalaron un café y me dijeron felicidades en su día, eso fue muy bonito”, comentó.

Menciona que la música le ha ayudado a salir adelante, no solamente por que reciba dinero a cambio de tocar y cantar, sino porque la música es más que eso.

“Un músico no es el que toca un instrumento, un músico es el que a través de un instrumento toca el alma y el corazón de las personas”, comentó Roberto García.

Juan Treviño de 52 años de edad, es uno de los músicos más reconocidos en Monclova, empezó en la música a los 16 años de edad y asegura que ha sido una larga aventura, una aventura en la que le gustaría que no hubiera final.

“La música para mí es el idioma universal con el que se expresa el mejor o peor momento, el sentimiento, es como los pájaros, no tiene fronteras, ni palabras, la música es mi universo, mi religión, es mi todo” señaló.

Caracterizado por su buen sentido del humor, Juan Treviño recuerda que cuando empezó, tenía pelo y no tenía bigote.

En aquel entonces tenía un ídolo, Rigo Tovar, quien le gustaba mucho como tocaba y cantaba, él fue parte de la inspiración para que Juan Treviño fuera músico.

“Incluso me decían Rigo, porque en aquel entonces yo tenía el pelo largo, porque sí tuve pelo en alguna ocasión y aunque no lo crean”, señaló.

Los timbales fue lo primero que tocó, tenía buena secuencia de tiempo, desde los 12 años estuvo en banda de guerra en la secundaria, ahí tuvo buena embocadura, después empezó con el saxofón, la trompeta y el teclado

Ha estado en grupos musicales como San Juan, Tormenta, Vikingo y ahora en su propio grupo musical, Fuego Indio.

Fue en el mes de mayo del año 2000 cuando inició el proyecto de Fuego Indio, cuando unos amigos del grupo musical Gran Jefe necesitaban un trompetista, le llamaron a él por teléfono pidiendo apoyo.

“Recuerdo que entré a la casa, le dije a mi padre que me echara la bendición, que me iba a integrar al grupo Gran Jefe que tenía una gira por el pacifico , mi padre me preguntó qué era lo que me faltaba para iniciar mi propio grupo”.

Juan Treviño le contestó que lo que faltaba no eran las ganas, sino el recurso, en ese momento su padre le preguntó con cuánto dinero podía iniciar su propio grupo, detrás de él estaba su madre, quien le hacía señas para que Juan aprovechar lo que su padre le estaba diciendo.

Con 50 mil pesos fueron a Monterrey a comprar instrumentos y fue así como empezó el grupo, del que aún no tenían nombre, pensaron en Los Chincuales de la Cumbia, Los Cadillos del Norte; no se decidían.

“Y de repente un día me dijo mi madre que ya tenía el nombre del grupo, ella estaba pintando y la pintura se llamaba el fuego del Indio, solo le quitamos el del y quedó Fuego

Indio ahí inició la aventura que ya tiene 17 años, la primera tocada fue en el CETis 46”, comentó.

Señaló que desde entonces la familia y la música son su todo, se han presentado detalles pero con la música se vence todo y asegura que si volviera a nacer le gustaría ser músico otra vez.

Comenta Roberto García

“Aquí la gente es de buen corazón, para qué voy a echar mentiras, sí me ayudan un buen, en la mañana me regalaron un café y me dijeron felicidades en su día, eso fue muy bonito”, comentó.

En mayo del 2000 nació fuego indio

Cuando unos amigos del grupo musical “Gran Jefe” necesitaban un trompetista, le llamaron a él por teléfono pidiendo apoyo.

“Recuerdo que entré a la casa, le dije a mi padre que me echara la bendición, que me iba a integrar al grupo Gran Jefe que tenía una gira por el pacífico , mi padre me preguntó qué era lo que me faltaba para iniciar mi propio grupo”.

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Un músico no es el que toca un instrumento, un músico es el que a través de un instrumento toca el alma y el corazón de las personas”

Roberto García

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