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Opinión

Desde mi Teclado

Staff / La Voz
Por Staff / La Voz - 18 octubre, 2020 - 09:35 a.m.
Desde mi  Teclado
Oscar Rodríguez

Por: Oscar Rodríguez

Amables lectores, tengan ustedes un buen día.

Las líneas iniciales de “Cien Años de Soledad” nos presentan al coronel Aureliano Buendía a punto de ser fusilado. ¿Y qué viene al pensamiento de un hombre que sabe que faltan solamente unos segundos para perder la vida? Gabriel García Márquez como narrador omnisciente, nos transporta de una manera estupenda a la memoria del personaje y con él vamos al día en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Y así como se van añadiendo los diferentes instrumentos musicales en un poema sinfónico, vamos conociendo más protagonistas y situaciones que nos ubican en el maravilloso mundo de Macondo. A lo largo del primer capítulo, viajamos a través de los recuerdos y los recuerdos dentro de los recuerdos hasta completar el ciclo y volver a la escena del hielo, cuando el padre del coronel, José Arcadio, aún maravillado por haber sentido la frialdad del témpano exclama con solemnidad: “Este es el gran invento de nuestro tiempo”.

Hemos cumplido un mes más de contingencia provocada por la pandemia y otra vez me he sentido tentado a copiar la frase de José Arcadio Buendía, pero en mi caso la helada barra se ha convertido en un monitor de televisión.

Tal vez a quienes nos ha tocado ser testigos de la vertiginosa evolución de la tecnología, tanto de los aparatos como de la transmisión de la señal y de la accesibilidad de los precios nos resulte más placentero disfrutar de las actuales opciones televisivas.

A manera de contraste, expongo un par de ejemplos. En la película “Volver al Futuro” hay una escena ubicada en 1955 en la que el personaje que interpreta Michael J. Fox llega a la casa de su familia materna el día que estrenan su primera televisión (un aparato de modestas dimensiones y de blanco y negro). Por otro lado, recuerdo que alguna vez el desaparecido Germán Dehesa publicó el comentario de su hijo más pequeño el día que lo llevó por primera vez al cine. El niño exclamó: “Es como la tele, pero mucho más grande”. Dehesa refirió que la primera vez que vio una televisión, había pensado: “Es como el cine, pero mucho más pequeño”. Y es que como medio masivo de comunicación primero estuvieron la radio y el cine.

Tengo entendido que la televisión en México empezó sus actividades en el sexenio de Miguel Alemán y durante algunos años no hubo avances tecnológicos significativos. En alguna ocasión me tocó ver un reportaje en que se hacía mención a las transmisiones de los partidos de la selección nacional en el mundial de Chile, en 1962. El partido era grabado como si fuera película, se procesaba y se enviaba a México por vía aérea. Luego se transmitía por televisión a todo el país con un retraso ¡menor a una semana! Era lo que había.

Para cuando se llevaron a cabo los juegos olímpicos de México en 1968, la televisión mexicana adquirió un papel protagónico en América Latina. Transmisiones a color, vía satélite, tecnología de punta. A manera de contraste, cuando se efectuó el mundial de futbol de Argentina en 1978, recuerdo haber visto un reportaje de Televisa en que se hacía énfasis en que los partidos de ese evento eran las primeras transmisiones a color en aquel país.

Y llegaron las computadoras.

Recuerdo las imágenes de los lanzamientos de cohetes espaciales. En las instalaciones de la NASA en Houston siempre había hileras de personas frente a pantallas de televisión. La interfaz de la computadora con el usuario facilitada mediante el uso de Tubos de Rayos Catódicos (CRT). Y se volvió cada vez más común ver pantallas por todos lados, hasta en los cajeros automáticos.

Y llegaron los complementos. Como si fueran la mantequilla para el pan tostado, aparecieron las grabadoras de videocasetes (VCR) y los clubes de renta de películas. Y en cada nuevo paso, reaparecían en mi mente las palabras de José Arcadio Buendía.

Y nuevos cambios tecnológicos. Los monitores CRT se convirtieron en pantallas de Plasma, de Cristal Líquido y de Diodos Emisores de Luz (LED). Y creció la familia. Las computadoras personales se volvieron no solamente más baratas sino también más poderosas y portables. Y aparecieron las Laptops y las Tabletas. Y los teléfonos aumentaron sus capacidades hasta convertirse en auténticos televisores minúsculos.

Y lo más asombroso, todo compatible. Todos los artilugios pueden conectarse sin mucha dificultad. Las maravillas de la estandarización.

No sé en dónde encontrar cambios más dramáticos en los últimos cincuenta años que en esta combinación Computadoras-Televisores.

Ya que utilicemos estas bondades para la transmisión de información valiosa o para contarnos chistes o compartir caricaturas, es otra historia. Por lo pronto, para satisfacer nuestras necesidades de distracción, creo que la televisión cumple sobradamente su propósito.

Y pensar que en algún momento el periodista británico C. P. Scott se expresó peyorativamente diciendo “¿Televisión? La palabra es mitad griega y mitad latina. Nada bueno puede salir de ello”. Bueno, es que la palabra “Telescopio” ya estaba ocupada y en cuanto “Tantumvisión”, para empezar no cumple con las reglas ortográficas de nuestro idioma: después de “m” va “b”, antes de “v” va “n”.

Por lo pronto yo cambiaría solamente una preposición a las palabras de José Arcadio Buendía: “Este es el gran invento PARA nuestro tiempo”, en especial si es tiempo de pandemia.

Que tengan ustedes una excelente semana.

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