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Coahuila

Dulces de San Buena llegan hasta Japón

Por Dina Flores - 31 diciembre, 2017 - 01:05 a.m.

EJIDO SAN ANTONIO DE LAS HIGUERAS, SAN BUENAVENTURA, COAH.- La necesidad de mantener a la familia y apoyar a su esposo con los gastos de la casa, llevó a Herlinda Valdez Adame a elaborar dulces de leche de cabra con nuez, una delicia que a través de veinte años ha traspasado las fronteras del Estado, del País y del continente porque hasta los japoneses los disfrutan.

Hoy día el negocio de Herlinda es una microempresa en la que participan desde su esposo Juan Cerna Ballesteros, sus cuatro hijos María del Carmen, Rosalinda, Víctor y Angélica, el yerno Hugo Ortiz que ya se sumó al trabajo y los nietos que con empeño le ayudan a forrar de nuez los dulces de leche de cabra para después cubrirlos con celofán.

Todo comienzo es difícil, dice nuestra entrevistada y con ella no fue la excepción, en la casa faltaba el dinero y se necesitaban muchas cosas, por lo que un día, de eso hace veinte años se puso a hervir leche de cabra, dos litros para ser exactos y los convirtió en dulce que después lo partió en porciones pequeñas para formar los cilindros que forró con corazones de nuez, los puso en una canasta y una de sus hijas salió a venderlos por las calles del ejido.

Fue tal la aceptación por el dulce de leche de cabra que toda la leche que ordeñaba su esposo la utilizaba para los dulces, llegando un momento en que la demanda era tal que tuvo que comprarla a los vecinos que criaban cabras, pero la venta continuaba viento en popa, que se vio en la necesidad de comprar la leche fuera del ejido.

Hoy son más de 120 litros de leche que prepara del diario para elaborar los dulces, para eso cuenta con un espacio aparte en donde los elabora para la venta, en tanto que en los patios y cobertizos hechos por ellos mismos los hombres de la casa hacen lumbre para poner las enormes ollas con la leche y cada uno de los integrantes de la familia se turnan para menearla con las enormes palas de madera y cucharas especialmente listas para esta actividad.

Es muy laboriosos hacer dulces, pero a la gente le gustaron, esto se debe quizá a que el dulce está hecho con elementos naturales, no tienen químicos ni conservadores por eso saben ricos, pero son muy trabajosos, dice la creadora de esta delicia.

Tanto la leche como la nuez son productos que se dan en el ejido y si bien es cierto que la leche está asegurada porque la mayoría de los habitantes del lugar tiene cabras, no así la nuez que en temporadas sale mala o “eclipsada”, es decir, que el nogal no produce y la poca que tiene es vana; se ven en la necesidad de comprarla siendo alrededor de una tonelada la que necesitan para cubrir la demanda de dulce en un año.

Aclara Herlinda que nadie le enseñó a hacer los dulces de nuez y leche de cabra, receta que también emplea para rellenar conitos, muy vendidos en todos lados, ella aprendió sola, comenzando con porciones pequeñas y midiendo.

A su alrededor están los costales de azúcar, sobre la mesa la nuez en pedazo y corazón y el cuadro de dulce que miden y cortan para después envolverlo con papel celofán.

Afuera, las enormes ollas de leche hierven en tanto que en uno de los cobertizos están los costales de nuez esperando ser remojados para pasarlos por las quebradoras eléctricas o manuales.

“Los dulces son muy trabajosos y aquí todo se hace a mano una cosa lleva a otra, pero es la nuez la que más trabajo da, por ese motivo invertimos 25 mil pesos para comprar la quebradora, para eso pedimos prestado, vendimos algunas cabras para juntar el dinero ya que necesitábamos hacer el trabajo más rápido.

Orgullosa dice que sus dulces, esa creación que hace veinte años nació producto de la necesidad de apoyar a su esposo en los gastos de la casa hoy es muy buscado, no solo para consumo local sino para llevarlo al interior del País, a los Estados Unidos y a Japón donde degustan la delicia hecha con sus propias manos, el dulce de leche de cabra.

En cuanto a la receta secreta que nació producto de la necesidad de apoyar en los gastos familiares, dice que aún no decide a quién se la heredará, pero que es bien seguro que pasará a manos de aquel o aquella que más le ayude, pero sobre todo le guste.

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