CIUDAD DE MÉXICO.- El Atlético de Madrid resurgió en Mónaco con un estreno ganador en esta edición de la Champions, con una remontada en la que mostró pegada y determinación, conseguida por Diego Costa y José Giménez, pero promovida por Antoine Griezmann y Koke.
El Atlético demostró el carácter que extravió en este inicio de temporada en España. De momento se reencontró con la victoria, mientras ajusta su funcionamiento colectivo y potencia sus individualidades.
El 1-0 fue un despropósito propio. De Saúl, sobre todo, cuando amortiguó con el pecho una pelota sencilla al borde del área, sin ver que detrás esperaba Falcao para arrebatársela con facilidad, pero también de Correa, que intentó controlar de espaldas, hacia su portería, un balón que nunca debió ni siquiera pensar en controlarlo. El rechace fue a Gandsir, que culminó el gol.
Un tanto impropio de un equipo tan cuidadoso atrás siempre. En la actualidad transmite una vulnerabilidad impensable en casi toda la era Simeone. En cada gol recibido -cinco- en cuatro de sus últimos cinco duelos, ha habido algún fallo. Antes una excepción, ahora es muy común.
El Atlético se rebeló contra ese error al ritmo de Koke y Griezmann, sobre un césped horrible, impropio de un duelo de la Liga de Campeones.
Sin nada del otro mundo, derribó a su oponente con dos golpes en el cuarto de hora final del primer tiempo, desde el 1-1 de Costa al 1-2 de Giménez.
En los dos participó Koke. En el 1-1, en el minuto 32, cuando transformó una transición en un contragolpe letal. Dos pases al primer toque, el primero suyo, el segundo de Griezmann, ya al desmarque al espacio y a la carrera de Diego Costa, desbordaron al Mónaco. El español culminó.
Y en el 1-2, como asistente en un tiro de esquina al poner la pelota en el punto de penal para el testarazo de Giménez, potente e inalcanzable para Benaglio segundos antes del descanso.
Repuesto del daño, por delante en el marcador, controlador sobre el césped, el Atlético rearmó su partido para el segundo tiempo, mientras Mónaco se frustraba.
Mientras el reloj contaba a su favor, el Atlético prefirió el control al ataque, la posesión a la verticalidad, sin renunciar a un par de apariciones ofensivas que terminaron sin rematador, consciente de que el choque ya lo había ganado mucho tiempo antes.