Papá es el primer y único verdadero amor de una niña, tal vez no sea el papá perfecto ante los ojos de muchos, pero su esfuerzo y dedicación ha brindado fruto para sus hijas que de él aprendieron de valores, habilidades y esa enorme nobleza que les permite ser mejores personas.
Una de las mejores sensaciones en la vida es abrazar a alguien después de haberle extrañado tanto y es que el vínculo que existe entre un padre y su hija es algo especial.
Jesús Meza Sánchez nació un 25 de diciembre de 1963, heredó de su padre Rodrigo Meza el oficio de ser ferrocarrilero, aunque no es reconocida se le pude considerar una profesión porque como en toda carrera, ser ferrocarrilero requiere de estudio, conocimientos, esfuerzo y dedicación.
Ha portado con firmeza el título de “Papá” ante sus hijas, Cindy, Mónica y Edith, a quienes les ha brindado y enseñado lo indispensable para que puedan salir a defenderse en un mundo de adversidades.
Ser un padre ferrocarrilero no es nada fácil, se requieren agallas ya que la angustia en cada salida se hace presente, ir enfocado en su labor y al mismo tiempo pensar en su familia, saber que estará fuera durante algunos días y que posiblemente no puedas estar presente en momentos importantes.
Pero todo ha valido la pena, pues él es un papá comprometido, responsable con su trabajo, pero al mismo tiempo es un hombre entregado a su familia, su mayor virtud es la de ser un hombre íntegro, un gran ejemplo, un papá fuerte y aunque de carácter enérgico, un excelente ser humano.
Constantemente están esos baños vaqueros pero efectivos por la premura del tiempo, pues las llamadas para trabajar la mayoría de las veces les caen de sorpresa.
Carga provisiones como si fueran de excursión, lonche para varios días por si un imprevisto sucediera en el camino, con la bendición de la familia, los hijos en el corazón y Evangelina su compañera, siempre en mente.
Aborda con respeto a esas grandes fieras de acero para emprender el viaje, después de revisar a detalle cada sistema de seguridad, se escuchar una voz gritar “¡Vámonos!” mientras el roce del metal se despliega por los rieles y poco a poco el tren empieza a avanzar, un fuerte silbido se deja escapar y es señal de que la aventura va a comenzar.
Cientos de historias le ha tocado vivir, algunas cómicas, otras trágicas, peleando contra las inclemencias del tiempo, soportando el ruido de la máquina del ferrocarril y su movimiento, frio, calor, vientos, pero orgulloso de su labor, no cualquier es un padre ferrocarrilero.
Ser padre es la única profesión en la que primero se porta un título y después se cursa la carrera, nadie le enseñó a ser papá y la mejor herencia que Jesús Meza brinda día con día, es su ejemplo, un ejemplo de fortaleza, trabajo, valores, principios y amor. Es una gran dicha que el mejor papá del mundo sea el mío.
