Extravagante, peculiar, un exótico convertido en un símbolo de la corriente gay que desde los años setenta recorre las calles de Monclova, cantando como “Lucha Villa”, así es Jesús Manuel Valdez Morales.
De rasgos varoniles, la edad cobró factura en su físico, pero no en el ánimo de abanderar un movimiento que escandaliza, pero que insiste en pelear por aceptación.
De contoneos frívolos enfundado en atuendos sacados de otro lugar, la gente lo adoptó como “Sonia” Morales o “Chuy la Papa”.
Imposible no mirarlo y se asegura “Si no lo conoces, no eres de Monclova”.
Obviamente pertenece a la comunidad gay, y aunque por años ha vivido la marginación de una sociedad costumbrista y hasta cierto punto rural, a “Sonia” no le importa el qué dirán.
Vive solo y antes de salir de su casa, carga una bolsa y mochila a la espalda. Anillos invaden sus dedos, así como collares y un maquillaje recargado a lo María Félix sin que falte el cigarro.
“Me llamo Jesús Manuel Valdez Morales, así estoy registrado en el acta de nacimiento pero desde los quince años me puse Sonia Morales”.
Se recuesta en el suelo de la Plaza Canonigo y revela que se casó a los quince años y nunca se divorció: “nos casamos un sábado nos forzaron a firmar porque antes así se utilizaba, a las nueve de la mañana firmamos el acta de matrimonio y para las cinco de la tarde ella se fue por su lado y yo por él mío, a las siete de la tarde yo ya estaba vestida de mujer en una cantina”.
Sin decir el nombre de su esposa, reitera que desde su casamiento nunca más volvió a verla y a la fecha no tienen comunicación.
“Solo existe un amor, que es el primero, los demás solo son para darnos gusto, yo soy como María Félix a los hombres los utilizó y los deshecho”.
Trabajó por más de quince años en las cantinas de Monclova “vaya que conozco a personas de abolengo, tuve mucho éxito en su tiempo, ya me retiré porque, aunque no parezco ya estoy vieja tengo 57 años, solo que no tengo arrugas porque me unto cerveza en la cara, es muy buena deberían de hacerlo”.
Los días de trabajo en las cantinas ya pasaron, hoy Sonia se dedica a trabajar con madera, “soy carpintera y me pagan bien, además de hacer show de travestis.
“Mi vida ha sido muy padre no he sufrido, claro que a veces he sido víctima de discriminación pero no me importa que me señalen, me gusta que me vean y que se sienta por donde camino, por eso siempre ando bien elegante, soy un icono de Monclova no puedo andar en fachas”.
Tuvo pareja por más de doce años, pero murió “él fue mi primer y único amor, después he traído muchos novios pero a ellos solo los utilizo para sentirme alegre un rato, nada es formal”.
Hoy Sonia vive en la Colonia José De las Fuentes al oriente de la ciudad junto con un amigo, su familia no la ayuda ni tampoco la molesta, hace lo que puede por sobrevivir.
Presume de tener muchas amistades, desde muy temprana hora se sale, anda de un lado a otro siempre caminando, siempre con un cigarro prendido y siempre con muy buen humor.
Los problemas de la vida le son indiferentes, “nada que un buen vino y una buena plática no te haga olvidar, muchos quisieran tener el optimismo que yo tengo para salir adelante pero no, siempre se quejan por todo, que sí el gobierno, que si la gasolina, que si esto que si el otro, vivan, hace falta más vivir y menos sufrir” lo aclara con una carcajada