La perseverancia es un don que Dios que nos regala día a día tomados de su mano. Para que en las altas y bajas de nuestra vida no nos desanimen a seguir perseverando en el camino de Jesús.
Es la perseverancia la que me ha dado la fuerza, la fortaleza (Filipenses 4-13), la paciencia y la esperanza para seguir esperando aquello que tanto anhelo, porque sé que para mi Señor nada es imposible el todo lo puede.
Hace cinco años mi vida empezó a cambiar, pues perdí, a mi hija, se fue de mi lado y me ha sido muy difícil volver a recuperarla, esto me llevó a buscar a Jesús, ya que él ha sido el único que me ha llenado ese hueco, ese vacío que dejo en mi corazón él me ha ayudado, a sentir paz, hacer más humilde, a madurar, y me ha ayudado a no preguntarle porque me ha pasado esto a mí, sino para qué. Y aquí sigo perseverando en el camino de Dios y avanzando paso a paso sin retroceder porque sé que el algún día me ayudara a que mi hija regrese a mi lado y también me hará el milagro de concederme la dicha de volver hacer madre ya que sería una gran bendición en m matrimonio, en mi nueva vida. Por eso yo te invito hermano (a) a que no te desanimes y sigas perseverando ya que Dios nos escucha, no lo dudes, él te dará todas las respuestas que necesitas en tu vida, los tiempos del Señor son perfectos.
Cuando me siento sola y triste me pongo a leer su palabra y el me da la fortaleza para seguir adelante. En cada caída Él me toma de su mano, el me vuelve a levantar, y es así como sigo perseverando a pesar de que no me ha llegado lo que tanto anhelo.
De nada nos sirve empezar con mucho afán algo que queremos lograr sino tenemos perseverancia. La mitad de los anhelos en nuestra vida se nos quedan en eso, en anhelos, en deseos, en sueños no realizados y si analizamos bien por qué no se hicieron realidad fue porque nos faltó perseverancia (Lc.21-19) Manténganse firmes y se salvarán.
