El mayor de la saga de los Fernández Ochoa, fallecido a causa de un cáncer en 2006, sigue siendo el único campeón olímpico invernal español. Y hasta que lo emuló Blanca, veinte años después, fue el único medallista hispano en unos Juegos de Invierno.
La brillante carrera de Blanca encontró inicial inspiración en la gesta olímpica de su hermano Paco. Un triunfo que se produjo cuando ella tenía ocho años y que rememoró en una entrevista con la Agencia EFE en 2014, antes de los Juegos de Sochi (Rusia).
"Recuerdo que, por la diferencia horaria, la carrera se veía aquí en España sobre las cuatro o las cinco de la mañana. Vivíamos en la Escuela de Esquí, en Navacerrada. Recuerdo a mi padre gritando 'oro, oro, oro'. Gritaban los profesores de esquí, gritaba todo el mundo. Me desperté y me levanté. Todo el mundo estaba saltando y gritando", recordó la campeona madrileña.
"Me acuerdo del recibimiento, cuando regresó a España. Mi hermano era campeón olímpico, pero tardé en valorar lo que realmente había conseguido. Que fue algo increíble", indicó a Efe Blanca. Cuya medalla llegó casi por 'imperativo legal', cuatro años después de protagonizar, en 1988, uno de los momentos más impactantes de toda la historia de la nieve española. Al rozar la gloria olímpica, en Calgary (Canadá); donde se cayó en la decisiva segunda manga después de haber sido la mejor en la primera.
Eran sus terceros Juegos, después de los de Lake Placid'80 (EU) y Sarajevo'84 (Bosnia-Herzegovina, de aquella en Yugoslavia). Y el cambio horario con Nakiska, en Alberta -unas ocho horas- provocó que esa segunda bajada coincidiese con el 'prime time', convirtiéndose en uno de los momentos televisivos más importantes de del esquí español: con su hermano Paco -al que se abrazó, llorosa, después de la misma- comentando la carrera para TVE.