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Inspiró mexicano a Hannibal Lecter

Por Staff / La Voz - 22 septiembre, 2020 - 09:58 p.m.
Inspiró mexicano a Hannibal LecterThomas Harris, novelista estadounidense es el creador del libro “El Silencio de los Inocentes”.

Todos hemos escuchado sobre la película El Silencio de los Inocentes, historia que relata la vida del asesino en serie Hannibal Lecter, interpretado magistralmente por el actor Anthony Hopkins en un papel que lo convertiría en una leyenda del cine y ganador del Oscar al Mejor Actor en 1991.

Doctor Alfredo Ballí Treviño.

Pero Hannibal Lecter, este personaje clásico de la representación del mal, fue inspirado en un mexicano, nos referimos: al Doctor Alfredo Ballí Treviño.

El novelista estadounidense Thomas Harris, creador del libro “El Silencio de los Inocentes”, reconoció en 2013 que su obra literaria y cinematográfica del cirujano que se comía a sus pacientes, si existió y que de hecho fue inspirado en el mexicano Alfredo Ballí Treviño, al que decidió apodar como “Doctor Salazar” para ocultar su identidad.

La historia de cómo el novelista conoció a Ballí, sucedió en la década de los 60’s, cuando el escritor Harris contaba con 23 años de edad e investigaba para la revista Argosy, el caso de Dykes Askew Simmons, asesino de tres jóvenes, nacido en Texas y de rostro desfigurado, el cual había sido capturado en México y esperaba ser deportado cuando intentó escapar de la prisión de Topo Chico en Nuevo León, ayudado por un guardia corrupto, el cual al final lo traicionó disparándole en brazos y piernas.

Harris había llegado al penal para realizarle la entrevista a Simmons quien se encontraba convaleciente tras ser baleado en su intento por escapar, el periodista se sorprendió, pero se alegró que Simmons estaba en condiciones de recibirlo.

Ingresó a las celdas y le asignaron como acompañante, precisamente el Doctor Ballí que fungía como guardia de la prisión y que fue quien asistió a Simmons evitando que muriera desangrado por los disparos, con ayuda de un torniquete.

La historia de cómo el novelista conoció a Ballí, sucedió en la década de los 60’s, cuando el escritor Harris contaba con 23 años de edad.

Luego de la entrevista con Simmons, el periodista y el Doctor Ballí tuvieron una plática amena, Harris quedó impresionado por la buena presencia, gran inteligencia y forma tan correcta en que se expresaba Ballí.

Incluso Harris quedó muy sorprendido cuando Ballí le realizó un perfil psicológico de Dykes Askew Simmons, le habló del aspecto desfigurado y de su mente confusa, le describió el placer que obtenía, de la naturaleza del tormento y del sufrimiento de sus víctimas.

Al despedirse de Harris de la manera más cortés y en perfecto inglés, le dio su nombre: Alfredo Ballí Treviño.

Harris invitó al Doctor Ballí a comer si alguna vez andaba en Texas y le dio una tarjeta con su domicilio. El Doctor le dijo que le encantaría y lo haría en la primera oportunidad, pero no fue hasta que Harris salió de la oficina que se enteraría de la terrible historia de Ballí contada por el mismo director del Penal.

¿No sabes quién es?, el doctor es un asesino y al ser Cirujano, pudo empaquetar a su víctima en una caja sorprendentemente pequeña, nunca va a salir de este lugar, está loco”, le explicó el Director del Penal.

Harris describiría al Doctor Ballí como un hombre pequeño, ágil de cabello oscuro y con un gran aire de elegancia.

El delito por el que había sido capturado, fue por haberle quitado la vida a su pareja de nombre Jesús Castillo Rangel, así como por enterrar el cuerpo de su víctima de manera clandestina.

La historia del Doctor Ballí Treviño, simplemente fue pasional y tormentosa, pues cuando contaba con 28 años de edad, no solo era médico cirujano, sino además un respetable ciudadano.

Tenía su consultorio en la Colonia Talleres en la Ciudad de Monterrey, muchos de sus pacientes afirmaban que era muy atinado en sus diagnósticos, además le regalaba la medicina a la gente más necesitada.

Pero cuando su labor terminaba, en ese mismo consultorio vivía un apasionado romance. Dos o tres veces por semana lo visitaba Jesús Castillo Rangel, un estudiante de medicina de 20 años de edad, y ahí sin testigos, se entregaban a sus pasiones.

El estudiante había encontrado en Ballí a un buen amigo y un patrocinador que lo ayudaba en todo lo que necesitaba. Por su parte el Doctor también se sentía feliz, porque su amante era discreto cuando tenía que serlo e impetuoso cuando la pasión los absorbía.

En aquel tiempo la discreción era muy importante, de haberse sabido las preferencias sexuales de Ballí podría haber perdido a sus clientes y su reputación.

Pero luego de varios meses de relación, Jesús Rangel comenzó a pedirle dinero prestado a Ballí diciéndole que se los devolvería en una semana y así las cantidades se fueron acumulando hasta alcanzar una suma bastante considerable.

El joven estudiante no le pagaría a Ballí y es cuando comenzaron los disgustos, el Médico le exigía su dinero, mientras el estudiante solo le daba largas, incluso lo comenzó a insultar.

Un mes después, Jesús acudió al consultorio para entregarle una pequeña parte del dinero que le debía, diciéndole que era todo lo que le pagaría, esto provocó que discutieran y de las palabras pasaran a los golpes.

El estudiante intentó apuñalar con un bisturí a Ballí además de amenazarlo que le diría a todo el mundo de su relación. Ballí enojado le propinó un golpe al estudiante que le hizo perder el conocimiento. Enseguida el doctor le puso una inyección de Pentotal Sódico para paralizarlo, lo arrastró hasta el baño y ahí con el mismo bisturí con el que lo querían matar y estando aún vivo, Ballí lo desmembró.

El médico dividiría el cuerpo en siete partes, todas en cortes perfectos y después metería el cuerpo en una caja y lo llevaría a la cajuela de su auto. Su aparente error, sería ir con la tía de su víctima para pedirle una pala prestada.

Se dirigió a un rancho llamado La Noria en Guadalupe, Nuevo León, y en un baldío enterró la caja, pero para mala suerte de Ballí sería una vaca la que desenterraría la caja con el macabro hallazgo y la Tía de Jesús al notar la desaparición de su sobrino, ató cabos y denunció a Ballí.

El médico fue detenido y sin remordimientos aceptó haber dado muerte a Jesús Rangel, en sus declaraciones ante la autoridad, no rechazó los cargos. Al contrario, durante su confesión se jactó de su minuciosidad al desmembrar el cuerpo de Jesús Castillo, sin necesidad de tocar un hueso en sus cortes, dijo entonces el jefe del Escuadrón de Homicidios del Servicio Secreto, Eusebio Lara.

Reconoció en 2013 que su obra literaria y cinematográfica del cirujano que se comía a sus pacientes, si existió y que de hecho fue inspirado en el mexicano Alfredo Ballí Treviño.

En 1959, Ballí se ganó títulos como “El Hombre Lobo de Nuevo León”, “El Médico Asesino”, “El Monstruo de La Talleres” y “El Vampiro Ballí”. No se sabe con certeza si cometió algún otro asesinato.

Por su crimen, lo condenaron a pena de muerte. Fue el último mexicano que recibió esta sentencia en México, en mayo de 1961, cuando un juez lo declaró culpable de los delitos de homicidio calificado, inhumación clandestina y usurpación de profesión, en perjuicio del médico Jesús Castillo Rangel, según la causa penal 263/59 de la Procuraduría de Justicia de Nuevo León.

El castigo le sería conmutado por 30 años de prisión debido a que pertenecía a una prominente familia de Nuevo León y de esos 30 años, sólo purgaría 20 años de cárcel.

Todo en torno a Ballí daba un aire de misterio, ya que mientras pagaba la condena, atendió a prisioneros con un gran nivel de profesionalismo y que solo médicos en hospitales profesionales darían ya que nunca perdió a un paciente.

Harris tomaría notas de toda la conversación y antecedentes de Ballí y lo demás es historia: Convertiría al Médico Mexicano, por lo menos de manera anónima en una de las figuras literarias y cinematográficas más reconocidas alrededor del mundo.

El destino del médico después de su condena, pasaría casi desapercibido, saldría de prisión en 1978, cuando contaba con 49 años de edad. Ya reformado, instaló una pequeña consulta médica en la ciudad de Monterrey, en la calle de Talleres número 123 donde atendería a personas de la tercera edad de manera generosa, intentando quizá hacer las paces con su propio pasado.

Jamás dio una declaración sobre su vida, en el 2008, un diario de circulación nacional intentó entrevistarlo, pero se negó a revelar las causas que lo llevaron a prisión, así como negar rotundamente que fuera la inspiración de Hannibal Lecter limitándose solo a decir: Fue algo traumático que quisiera quedara atrás y que sea solo la justicia divina la que me juzgue”.

Ballí falleció en 2009 en total anonimato a los 81 años de edad. Cuando se estrenó el Silencio de los Inocentes en 1991, Thomás Harris no podía decir quién inspiró al caníbal más afamado del séptimo arte porqué Ballí seguía Vivo.

Pero en el año 2013 cuando la novela cumplió 25 años de su lanzamiento y 22 años de su estreno en el cine, en el prólogo de aniversario, Harris reveló que el Doctor al que él llamaba Doctor Salazar, era Ballí y que era la base de inspiración para crear el personaje de Hanibal Lecter.

Harris también escribiría Dragón Rojo, donde el criminal estaría basado en Dykes Askew Simmons, por cierto, el secreto para descubrir lo que aquel médico consideraba un crimen perfecto, como diría Hanibal Lecter, no estuvo en la caja donde colocó los restos, si no en la pala que pidió prestada a la tía de su víctima.

¿O acaso como buen psicópata sería intencional dejar aquel cabo suelto como una provocación? esto nunca lo sabremos, porque el Doctor Alfredo Ballí se llevó este secreto…a su tumba.

https://www.youtube.com/watch?v=Sw0PHFvmSSc&ab_channel=YoloCamotes

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