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Coahuila

La tragedia del “Puente Moreno”

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Por Agencia - 24 octubre, 2018 - 01:09 a.m.
La tragedia del “Puente Moreno”
La capacidad de los vagones para pasajeros era de 80 personas, sin embargo, una supuesta reventa de boletos indica que en los vagones viajaban más de 120 personas en cada vagón.

La mayor tragedia ferroviaria que ha ocurrido en nuestro país continúa en la memoria de los coahuilenses. Este octubre se cumplen 46 años de aquella terrible noche. El enorme tren viajaba con destino a Saltillo, pero sus pasajeros no lograron llegar a su destino.

Era el año de 1972, la ciudad de Saltillo tenía cerca de 200 mil habitantes, por lo tanto no contaba con los servicios hospitalarios ni de urgencia necesarios para atender a todas las personas que en ese accidente padecieron. Las únicas clínicas que se tienen registradas para ese año eran la del ISSSTE y el hospital #1 del IMSS; también el Hospital universitario y el Hospital Ferrocarrilero, por tal motivo los pasajeros tuvieron que ser trasladados a Monterrey y Torreón.

La mayor tragedia ferroviaria que ha ocurrido en nuestro país continúa en la memoria de los coahuilenses.

Desde entonces la irregularidad en cuanto a la cifra de personas fallecidas a causado controversia, ya que hay quienes aseguran, ya que es lo más probable, que se intentó reducir la magnitud del accidente. La cifra oficial sólo dependió de los cadáveres que pudieron identificarse, pero aún faltaron los que quedaron bajo los vagones, atrapados, y los que quedaron calcinados por el fuego.

Eran las 23:25 de la noche del 5 de octubre del año 1972. El “Puente Moreno” está ubicado a unos kilómetros de la entrada sur de Saltillo.

La razón del accidente fue una falla técnica. El tren tenía 16 vagones para pasajeros con su maquina, que pesaban cerca de 25 mil kilogramos cada vagón. La máquina pesaba otras 500 toneladas. Es decir, fueron más de mil toneladas las que esa noche se desbordaron por el puente.

Sus cuerpos quedan ahí, y con ellos la memoria de aquel terrible accidente, del accidente de los peregrinos que venían de rezarle a San Francisco.

La ruta Real de Catorce- Saltillo está llena de curvas y el camino es difícil de transitar. Con un tren tan viejo, no sorprende que los frenos hayan fallado por el peso y la velocidad que se dice era de 120 kilómetros por hora, cuando lo permitido es de 60 kilómetros en esa zona.

La capacidad de los vagones para pasajeros era de 80 personas, sin embargo, una supuesta reventa de boletos indica que en los vagones viajaban más de 120 personas en cada vagón. Es decir, en total, en todo el tren viajaban unas 1920 personas. Las cifras que las autoridades manejaron se minimizan grandemente, ya que ellos mencionaron que la cifra de muertos era de 234.

Víctor Manuel Villaseñor, era el Director de Ferrocarriles a nivel nacional en ese entonces. Se le acusa a él de haber movido contactos para culpar a otras personas y deslindarse de la responsabilidad. Lo más lógico era culpar a los más desamparados, en este caso fueron los conductores del tren. El maquinista, Melchor Sánchez Echeverría; conductor, Jesús Rocha Sánchez; fogonero, Ignacio González García Carrizales; garroteros, Juan Picón Alvarado y Vicente Martínez Torres, quien falleció en el accidente.

La manera de acusarlos fue indicar que estaban ebrios y además que los acompañaban mujeres. Por tal motivo, el viernes 6 de octubre, a tan sólo un día del accidente, ingresaron a la Penitenciaría Estatal.

En todo el tren viajaban unas 1920 personas.

Los análisis de sangre revelaron que no habían consumido alcohol, aún así, los directivos de Ferrocarriles Nacionales buscaron la manera de seguir acusándolos a ellos del accidente, en vez de hacerse ellos mismos responsables. Se les acusaba de imprudencia grave con resultado en ataque a las vías generales de comunicación, homicidio, lesiones y daños en propiedad ajena, y se les dictó una condena de ocho a 18 años de prisión. Tuvieron que pasar algunos años más para que fueran absueltos de todos los cargos.

Todos los periódicos de esa fecha tratan la noticia, sin embargo, fue El Sol del Norte quien publicó el sábado 7 de octubre una declaración donde se daba a conocer los resultados de los análisis de sangre, donde constaba que los conductores no se encontraban en estado de ebriedad.

También se dice que los altos funcionarios de Ferrocarriles intentaron sobornar y hasta obligar al entonces director del Hospital Ferrocarrilero, Luis Morales Benavides, para firmar un dictamen médico en donde constaba que los integrantes de la tripulación iban ebrios. Sin embargo, Benavides se negó y fue cesado de su cargo. Hasta la fecha la historia reconoce su apego a la ética profesional.

Casi 2 mil peregrinos viajaban en ese tren, de los cuales más de la mitad perdieron la vida. Familias enteras desaparecieron en ese accidente. Hasta la fecha sus familias les lloran.

Se dice que la escena fue terrible. El fuego atrapó a todos en sus llamas en cuestión de segundos, y miles quedaron atrapados. Desesperados clamaban por ayuda. Ayuda que sí recibieron, ya que fueron también miles los rescatistas y voluntarios que ofrecieron su mano. Entre ellos había policias, bomberos, la cruz roja, el ejército e incluso civiles que no dudaron en ayudar a sacar a las víctimas de debajo de los pesados fierros de los vagones.

Fueron pocos los cuerpos que pudieron ser rescatados de estos escombros. Se entregaron a sus familiares para que les dieran sepultura. Sin embargo, fueron más aquellos que se quedaron ahí, en ese puente, sepultados con todo y los vagones. Sus cuerpos quedan ahí, y con ellos la memoria de aquel terrible accidente, del accidente de los peregrinos que venían de rezarle a San Francisco, de los peregrinos que llegaron hasta boca del Papa Pablo VI, quien pidió interceder por sus almas.

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