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Opinión

LAS CARTAS SOBRE LA MESA

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Por Agencia - 31 marzo, 2018 - 01:58 a.m.
LAS CARTAS SOBRE LA MESA
Sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey  www.padrenoel.com facebook.com/padrelozano padrenoel@padrenoel.com.mx @pnoellozano

Un día especial: día de pésame, de luto

En los días de luto no nos queda más que acompañar en silencio. Los velorios y los pésames no dejan de ser momentos anormales e incómodos en nuestra vida. Hoy estamos de luto… acompañamos a la Madre. Acompañamos a una Madre que es viuda, que ha perdido a su hijo y además la recibimos como testamento de amor. Jesús antes de expirar nos regla lo único que podía ofrecernos, después de cumplir con todas las escrituras y de regalarnos los sacramentos, “nos da en testamento vitalicio y eterno a su Madre”.

Con el Viernes Santo y la celebración de la Pasión, hemos contemplado el momento más sagrado y misterioso de nuestra fe. Como si de un Templo se tratara, la fe que profesamos se vuelve aquí oscura, como si una densa niebla cayera del cielo y nos envolviera con su manto. La oscuridad y el silencio se hacen compañía cuando el Hijo de Dios reposa en el sepulcro y nosotros quedamos mudos, inmóviles ante su piedra y su sello. Símbolo de todo ello es este silencio de la liturgia. Hoy se guarda un respetuoso luto. No se celebra la Santa Misa, ni hay ceremonias.

Todos esperamos. Pero no lo hacemos como aquellos atemorizados discípulos que vivieron con Jesús. Aunque en estos tiempos la fe sea puesta a prueba de un modo especial, sabemos que Él va a resucitar. Sabemos que su muerte, real, no es sino la afirmación más rotunda de su nueva vida. Vida, que es también primicia de la nuestra, de nuestra resurrección. Acompañemos especialmente a María, la Madre dolorosa, que ha visto romperse su corazón junto a la cruz. Ella, según la tradición, será la primera en recibir la consoladora visita de su Hijo, una vez resucitado.

Basta con que estemos junto a Ella. Que no nos apartemos de Ella. Basta con que la tomemos de la mano y caminemos con Ella por la vida tomados de esa mano tan dulce, tan buena de Madre, la mejor de las madres. En su vida mortal Ella se desprendió de sí misma y se sacrificó por su Hijo Jesucristo, en quien amó a toda la humanidad. Si en el orden humano es posible valorar el talento de nuestras madres por cuanto hacen y se desvelan por nosotros, con cuánta veneración y gratitud nos hemos de acercar a María por todos sus beneficios, por cuidar de nosotros y acompañarnos siempre como a Jesucristo a la Cruz.

Pongamos nuestra vida en manos de la mujer fiel por excelencia y no quedaremos defraudados. Acudamos a Ella en los momentos de mayor dificultad y sentiremos consuelo y ánimo. Establezcamos con Ella una relación de intimidad y confianza,experimentaremos que nuestras convicciones y decisiones se robustecen al contacto con Ella. Hagamos de Ella nuestro camino hacia Dios y cada día sentiremos el inmenso gozo, que nuestro corazón va siendo cada vez más de Dios y menos de nosotros mismos. Meditemos frecuentemente en su ejemplo, para que Ella nos enseñe el camino de la fidelidad heroica y abnegada, y gocemos la dicha de esta fidelidad.

Es nuestra Madre, nuestra consoladora en todas nuestras penas y dudas. Pongamos en su presencia maternal toda esperanza, ilusión y trabajo. Unámonos a Ella en la confiada espera, para que la luz de la Pascua ilumine nuestra débil fe, para que sea su luz tan intensa que nos colme de su alegría, de la felicidad que sólo Dios sabe dar a los que le aman.

Santa  María  Inmaculada, de la Dulce Espera, Ruega por nosotros.

P NOEL LOZANO: Sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey. www.padrenoel.com; www.facebook.com/padrelozano; padrenoel@padrenoel.com.mx; @pnoellozano

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