Perseguidos a diario por el peligro que representa comercializar explosivos, los locatarios se encomiendan a San Juan de Dios, el patrono de los pirotécnicos. Sin embargo, la fe a veces no es suficiente. En 2005 los locales se incendiaron, para el año siguiente volvieron a sufrir las consecuencias de vivir entre pólvora.
“Recuerdo muy bien que en el 2005 tuvimos una gran tragedia aquí en nuestro mercado, todo se nos calcinó por fortuna todos salimos ilesos del peligro y en el momento que pensábamos que ya íbamos bien, otra vez en el año 2006 volvimos otra vez a la misma tragedia y hasta la fecha estamos aquí luchando para salir adelante económicamente”, dijo la señora María Magdalena Luna, propietaria de uno de los locales en el mercado, a Efrén Argüelles para Grupo Imagen Multimedia.
LA HISTORIA SE REPITE
Según los primeros reportes, al filo de las 14:50 horas en uno de los 300 puestos que conforman el tradicional mercado se registró una explosión y uno de los cohetes alcanzó otro puesto registrándose una explosión en cadena.
