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Coahuila

Leche radioactiva; una historia prohibida

Por Staff / La Voz - 23 septiembre, 2020 - 09:47 p.m.
Leche radioactiva; una historia prohibidaMéxico ocupa el octavo lugar en consumo de leche después de la Unión Europea, EU, la India China, Rusia, Brasil y Nueva Zelanda.

Por: Yolo Camotes

Aunque por generaciones la leche ha sido indispensable en todas las mesas como un ícono de nutrición, en años recientes este alimento ha sido puesto en tela de duda por ser una bebida que se torna ácida al ingresar al cuerpo humano.

México ocupa el octavo lugar en consumo de leche después de la Unión Europea, EU, la India China, Rusia, Brasil y Nueva Zelanda. Se estima que en México se consumen aproximadamente 130 litros de leche por persona al año.

Entre las sustancias tóxicas se encontraba una partícula de nombre Cesio-137, que prácticamente “roció” pastos de cultivo que se convirtieron en alimento de vacas.

Paradójicamente México es también el quinto importador mundial de leche en polvo con aproximadamente 550 toneladas anuales provenientes de distintos países y es ahí donde deseo detenerme para hablar de un pasado turbio y vergonzoso en la historia nacional.

El 26 de abril de 1986 se registró una de las tragedias más grandes de la historia, nos referimos al accidente nuclear en la central de Chernóbil en lo que hoy es Bielorrusia y Ucrania. La explosión sacudió al mundo y provocó que sustancias radioactivas volaran por los aires a una altitud de 1.5 km, las que fueron arrastradas por los vientos en una nube tóxica que cubrió todo el norte de Europa.

Entre las sustancias tóxicas se encontraba una partícula de nombre Cesio-137, que prácticamente “roció” pastos de cultivo que se convirtieron en alimento de vacas. La leche y la carne de esas vacas se volvieron cancerígenas para los humanos que tuvieron la mala suerte de consumirlos en Europa.

La leche y la carne de esas vacas se volvieron cancerígenas para los humanos que tuvieron la mala suerte de consumirlos en Europa.

La psicosis provocó que en aquella época se procediera a la destrucción de toneladas de alimentos, pero algunas empresas sin escrúpulos continuaron con la comercialización de esos productos a pesar de su radioactividad.

Aunque la Organización Mundial de la Salud emitió una alerta para que se suspendiera cualquier tipo de compras al mayoreo de los países afectados con el accidente, en México esa alerta fue ignorada adquiriendo 40.000 toneladas de leche en polvo y varias toneladas de mantequilla proveniente de Irlanda.

Originalmente Irlanda intentó exportar su producto contaminado a países de América del Sur, uno de ellos Brasil que la rechazó, por este motivo el entonces embajador de México en Brasil, Antonio González del León, cumpliendo con su deber, envió una nota diplomática a la cancillería mexicana para advertir que Irlanda seguramente intentaría vender la leche radioactiva a México.

El 26 de abril de 1986 se registró una de las tragedias más grandes de la historia, nos referimos al accidente nuclear en la central de Chernóbil en lo que hoy es Bielorrusia y Ucrania.

El ex subsecretario de relaciones exteriores Alfonso de Rosental Díaz, envió a Guillermo Soberón Acevedo (Quien fuera rector de la UNAM) y en ese entonces Secretario de Salud, un oficio donde explicaba que la adquisición de la leche irlandesa representaría graves riesgos para la salud de los mexicanos.

Sin embargo, Guillermo Soberón y Héctor Hernández que formaban parte del gabinete del presidente Miguel de la Madrid no actuaron en consecuencia a pesar de la nota diplomática.

La leche radioactiva ingresó a México adquirida por la extinta Comisión Nacional de Subsistencia Popular (Conasupo) organismo del gobierno creada para vender alimentos básicos a precios bajos.

En esa fecha, ninguna empresa podía importar leche, solamente Conasupo y fue esta empresa que vendió la leche contaminada entre los años 1987 y 1988.

El cargamento ingresó por Veracruz en tres barcos el 13 de junio y el 1 de noviembre de 1987 respectivamente.

Se estima que en México se consumen aproximadamente 130 litros de leche por persona al año.

La leche llegó en bultos de 25 kilogramos, era costumbre que cuando llegaba mercancía se registrara el llamado robo hormiga en pequeñas cantidades para venderla en el mercado negro.

En aquel entonces, el Vicealmirante Manuel Rodríguez Gordillo de 53 años, al mando de la Tercera Zona Naval de Veracruz recibió un reporte que señalaba que un gran número de elementos del cuerpo de infantería padecían males estomacales.

El responsable de la cocina afirmó que los alimentos que se compraban eran de la mejor calidad incluso la leche, la cual confesó que había adquirido con los estibadores del puerto. Esto provocó sospechas del Vicealmirante que mandó unas muestras de la leche al Físico Miguel Ángel Valdovinos que ocupaba la jefatura de análisis nucleares de la planta nuclear de Laguna Verde en Veracruz.

Valdovinos preocupado, le llamó directamente por teléfono para alertarle que la leche contenía grandes cantidades de Estroncio-90 un componente de residuos nucleares y Cesio-137, un isótopo selectivo en cantidades 10 veces superior al máximo tolerable por el organismo humano, ambos elementos atómicos considerados altamente cancerígenos que producen malformaciones, daños hepáticos y cáncer.

Al enterarse, el Vicealmirante de inmediato remitió el informe a la Secretaria de Marina, pero en ese momento la leche ya estaba por ser hidratada para su comercialización.

Ante la insistencia del Vicealmirante, el informe se envió a los ministros de salud y de comercio, pero lo único que consiguió es que se suprimiera todo reporte de la noticia.

La leche radioactiva ingresó a México adquirida por la extinta Comisión Nacional de Subsistencia Popular (Conasupo) organismo del gobierno creada para vender alimentos básicos a precios bajos.

Misteriosamente los resultados del análisis de la leche desaparecieron de los archivos de la Marina. Entonces se procedió a desprestigiar al Vicealmirante y al Físico que fue ridiculizado por su “poca capacidad intelectual” por el entonces Subsecretario de Regulación Sanitaria.

Al vicealmirante como “recompensa” por denunciar el hecho se le removió del mando trasladándosele, o más bien desterrándosele dos años a la Isla del Socorro frente al estado de Colima, después se le fabricaron cargos como excepción para cometer el delito de Rebelión y Traición a la Patria entre otros, fue sometido a juicio ante la Justicia Militar, pero logró un Amparo de autoridades Federales. Se le destituyó de su cargo pues además se le acusó de liberar isótopos radiactivos de Laguna Verde en complicidad del entonces director, así que tampoco se le otorgó una pensión. Finalmente lo enviaron a un centro de justicia clandestino donde se le torturó por varios meses y jamás pudo crecer de lleno en su profesión.

Curiosamente la UNAM donde proviene el ex Secretario de Salud y el Subsecretario de Regulación Sanitaria, negaron los efectos de la leche radiactiva y lo tacharon como “un mito urbano”.

El 16 de marzo de 1988 las autoridades mexicanas anunciaron que la leche se había regresado Irlanda, pero en realidad la leche fue desembarcada en el Puerto de Tampico por lo que nunca salió del país.

Debido al monopolio de la leche que el gobierno tenía, esta se vendió a más de 30 empresas entre ellas grandes transnacionales, algunas de analizaron de manera independiente a la leche y le encontraron indicios de radioactividad, incluso en los productos que ya se ofrecieron los anaqueles de las tiendas y supermercados que se ofrecían a bebés y niños, pero las empresas decidieron no retirarlas.

Los daños causados por esta leche tuvieron consecuencias aún en decenas de años después, y están apareciendo con todo ese efecto en nuestros días debido a la absorción por parte de la niñez mexicana de aquel entonces y que apenas hoy está teniendo descendencia en México.

A mediados de los 90s, se creó una comisión legislativa para investigar a la Conasupo donde se dijo que se aplicaría “todo el peso de la ley, caiga quien caiga y se castigaría a los culpables en caso de encontrarse algún caso de negligencia”.

Si consultamos las minutas de los debates de aquella comisión, nuestros representantes populares dijeron y cito textualmente: “Por lo que respecta a la importación de la leche en polvo de Irlanda supuestamente contaminada por radioactividad, la comisión concluye con el apoyo de la opinión científica de la máxima autoridad en materia en el país, en este caso la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas, que la leche en ningún momento puso en riesgo la salud de la población, esta comisión no encontró evidencia de una supuesta sustracción de este producto de los almacenes aduanales de Veracruz. Se puede constatar que los funcionarios de la Conasupo y de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas, actuaron conforme a la normatividad aplicable para evitar todo riesgo eventual para los consumidores”.

De la leche contaminada se desconoce cuántos fueron los afectados, dónde están y cuáles fueron las consecuencias porque nunca se designaron responsabilidades, ni se llegó a fondo en las investigaciones, pero si nos podemos dar una idea del daño, pues por ejemplo en 10 años de 1987 a 1997 el cáncer infantil en México aumentó en un 300% con una mortandad de un 30 por ciento, con niveles sin precedentes de los cuales hasta hoy en día se sufren las consecuencias.

En los últimos años los niños recién nacidos, hijos de la generación que bebió esa leche han nacido con niveles de malformaciones que van más allá de una estadística promedio según datos del propio INEGI.

En ellos se establece que el cáncer infantil es la principal causa de muerte entre niños de 5 a 14 años de edad, es decirlos los hijos de los que bebieron leche, de ellos casi el 40% son por leucemia que tiene varios orígenes, entre ellos la exposición incluso a dosis bajas de radiación ionizante por Cesio-137.

Casos anecdóticos en los hospitales donde los niños tratados por distintos tipos de cáncer tenían un común denominador, todos habían bebido la leche de Conasupo. Y es que casi ningún habitante de México en aquellos días se salvó de tomar su leche “fortalecida” con vitaminas y “cesio” independientemente de donde se comprara, pues la Conasupo era la empresa monopólica que la distribuía incluso a los mismos productores particulares.

En ese tiempo Raúl Salinas de Gortari hermano del expresidente Carlos Salinas de Gortari era funcionario de Conasupo donde ocupó diversos cargos entre otros se desempeñó como Gerente General del sistema de distribuidora Conasupo, Diconsa y fue durante su administración que el país adquirió la leche contaminada a 790 dólares por tonelada, cuando en EU se vendía a 800 dólares.

Oficialmente el gobierno mexicano dijo que sólo tres mil toneladas de leche tenían problemas, pero que no eran serios y que no se habían importado 40 mil toneladas como se dijo, si no 37 mil.

A la distancia y de confirmarse, podemos considerar que el caso de la leche radioactiva es el crimen más atroz contra el pueblo mexicano y en especial contra la niñez mexicana, si tomamos en cuenta que ninguno de los malos presidentes, de los dictadores de los villanos en la historia mexicana, ni siquiera todos ellos juntos podrán superar en maldad de los que con todo el conocimiento de lo que hacían, cegaron la vida de una cantidad hasta hoy desconocida de niños y niñas que jamás tuvieron la oportunidad de crecer y de ir a la escuela y cumplir sus sueños.

La venta de leche radioactiva ocupa una de las páginas negras de la historia, la versión más podrida y terrible de lo peor que pueda existir en un ser humano.

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