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Coahuila

Madre y enfermera

Diana Ortiz
Por Diana Ortiz - 10 mayo, 2020 - 11:15 a.m.
Madre y enfermera

De un día para otro y sin que nadie lo esperara a Juany le cambió la vida, cuando comenzó la pandemia en la Clínica 7 del IMSS ella hacía su turno en el piso 3, justo el que fue destinado para pacientes Covid-19; en pleno día de las madres, ella está lejos de sus hijas y su madre, para evitarles el riesgo, además, hoy le toca trabajar.

San Juanita Cisneros Ramírez, enfermera de profesión, relata la forma en que ha vivido estos tiempos difíciles.

“Te cambia la vida, tienes que aislarte de la gente vulnerable mi mamá tiene 80 años yo me encargo de su medicamento, sus citas en el seguro, no lo puedo hacer personalmente, pero se lo doy de la manera que no tenga contacto físico con ella”, explicó.

Dijo que desde que inició la cuarentena no la visita “y en caso de que ella necesita algo me habla a mí, voy pero no la toco, no la abrazo y no la beso”.

Indicó que su madre a sus 80 años no entiende del todo la situación, “hasta que empezó a ver las noticias que se ha muerto mucha gente, es cómo alcanzó a comprender un poco”.

Juany tiene dos hijas, Monse y Alejandra a quienes ama con todo su corazón, pero por esta situación, decidió que lo mejor para ellas fue que se mudaran temporalmente a casa du su padre.

“Las veo nada más el día que descanso, procuro limpiar bien, ellas están lejos, el día de mi descanso limpio bien mi casa con cloro, no las abrazo, no tengo contacto físico con ellas, eso duele, pero al menos las veo”, comentó.

Pidió a la gente que haga conciencia, “hay mucha gente incrédula, no cree en este virus, en estas enfermedades, creen que uno quisiera meterme en la cabeza de la gente, comentarios en el face, las publicaciones, gente que me dice que esto no es cierto que cuanto nos pagan, por este virus”.

Mientras ella a diario vive el sufrimiento de las personas contagiadas, “más que la enfermedad su sufrimiento es porque están solos, no pueden estar en contacto con su familia, me pongo a platicar con algunos que pueden, dicen que tienen mucho miedo de no volver a ver a su familia”.

Juany tiene que hacerse fuerte ante el sufrimiento, pero no deja de sentir mucha tristeza, impotencia, “trato de documentarme, me pongo a leer sobre virus, sobre el comportamiento de este virus, es un virus que nunca me imaginé que iba a poder trabajar con él, hemos trabajado con muchas enfermedades que no tienen cura que llevan a la muerte, pero no tan rápido como este virus, se desarrolla en su hábitat, la forma en que acaba con el ser humano rápidamente”.

Incluso menciona que pueden llegar pacientes bien al hospital “que tu los vez y los vez bien, piensas que con 10 días o 20 de tratamiento, va a salir adelante, pero de un día para otro, en cualquier momento se pone crítico, pensando tanto en su familia, estar tristes, decaídos, entran en depresión, bajan sus defensas y los ataca más fuerte el virus”.

Es por ello que de un momento a otro se ponen graves, “me voy, los dejamos bien y al día siguiente ya tiene ventilador, es fuerte la impotencia, es una enfermedad que consume muy rápido a la persona, que te fuerzas como enfermera o el médico en sacar al paciente adelante, y ver que se te va de las manos, es muy frustrante”.

Recuerda Juany a sus compañeros médicos y enfermeros que se “han ido” en la lucha contra el Covid-19, y recuerda a la mayoría con mucho cariño, destacó que el Doctor Walberto fue su maestro en la escuela, “él era una gran persona, un gran ser humano amaba su profesión” y añadió que por ellos siente luto por su pérdida.

Cuestionada en torno a si ha sido atacada por ser enfermera dijo que ella en lo personal no lo ha vivido, pero que le duele ver que muchos de sus compañeros sí han sido agredidos.

“Yo me siento bendecida, agradezco el apoyo, y el cariño de la gente, se siente tan bonito, por estos detalles, es una de las razones por las que vale la pena, seguir en la lucha, esta profesión”, indicó.

Aceptó que cuando la pandemia comenzó ellos estaban totalmente desprotegidos, Pero comenzaron a llegar las donaciones de la gente bonita de Monclova, “nos llegaron overoles, mascarillas, cubrebocas, sacar la casta y que no hubiera más compañeros caídos”.

Entre lo más difícil en su profesión, le tocó atender a un tío y a un primo que estuvieron en el piso, “sentí horrible, mis parientes estaban tranquilos porque me tenían cerca, estuve en contacto con mis primas, la esposa de un primo, por teléfono, me pedían informes, y apoyaban con los medicamentos que faltaban”.

Hace una pausa y sonríe tras decir que con los demás pacientes, también hizo labor de “cartera”, pues por medio de la una trabajadora social, les hacen llegar recaditos a los pacientes de su familia, “yo se los leo, todo esto para mí son bendiciones viene Dios, la reacción de la gente que me decía que se sentían más tranquilos que su familia supieran que están bien y saber ellos de sus familias, les daba fuerzas para seguir la lucha”.

Antes de finalizar, San Juanita envió un mensaje a Monse y Alejandra sus dos hijas, “gracias a ellas soy madre, ellas son mayor bendición, me siento muy afortunada, ellas me han apoyado en todo esto”.

Y a su mamá, Gregoria dijo “Bendito Dios aún la tengo, le agradezco todas sus enseñanzas, soy lo que soy gracias a ella, a su lucha de todos los días porque no nos faltara nada, a ese corazón tan grande que ella tiene que me enseñó la bondad, de tener empatía con la gente que necesita de apoyo y que he logrado darlo a través de mi profesión en este tiempo difícil”.

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