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Coahuila

Es Matilde Montoya la primera médica

Por Agencia - 03 diciembre, 2017 - 01:31 a.m.

A mediados de 1887, los diarios de la Ciudad de México destacaban una singular noticia: la señorita Matilde Montoya, había presentado su examen y obtenido el título de doctora en medicina. A su graduación asistió el presidente Porfirio Díaz, acompañado por el Secretario de Gobernación y un gran número de damas.

Un cronista de la época consignó tal suceso de la siguiente manera: “La señorita Matilde Montoya es la primera damita mexicana que ha concluido una carrera científica… para ello tuvo que luchar contra grandes obstáculos y vencer extraordinarios contratiempos”.

A finales del siglo XIX, Matilde Montoya dividió a la opinión pública mexicana en “montoyistas” y “antimontoyistas”, entre quienes afirmaban que la mujer debe concretarse a realizar las labores del hogar y quienes opinaban lo contrario. Sus enemigos la calificaban de “inmoral y sus partidarios la llamaban “heroína”.

Primero partera

Matilde Montoya tenía 30 años cuando obtuvo el título. Hija de una familia del DF de medianos recursos, demostró inteligencia y firmeza de carácter. Terminó la primaria a los 12 años de edad: y tras estudiar un corto tiempo con un profesor particular, hizo solicitud para presentar examen profesional de maestra. Fue rechazada por las autoridades escolares bajo el argumento de que la edad mínima requerida para ejercer el magisterio era de 16 años.

Mientras pasaba el tiempo, Matilde decidió inscribirse en la Escuela de Obstetricia en 1873. En tanto estudiaba procuró ganarse el sustento dando clases en escuelas particulares, hasta que obtuvo el título de partera y enfermera, a los 16 años de edad.

Se inscribió siete años después en la Escuela de Medicina. Algunos facultativos advirtieron su habilidad y la alentaron a realizar prácticas en la sala de mujeres del Hospital de San Andrés. Llegó a tener tal clientela que la competencia hizo circular toda clase de rumores: acusaron a la muchacha de liberal, masona y protestante. Las calumnias resultaron suficientes para que pocos se atrevieran a solicitar sus servicios. Tuvo que marcharse al puerto de Veracruz donde ejerció por algún tiempo.

En 1882, Matilde Montoya volvió a la Ciudad de México, siempre con el propósito de terminar sus estudios.

Liberales contra conservadores

La cerrada sociedad capitalina, llena de prejuicios, la veía desdeñosamente. Las damas se escandalizaban de que Matilde Montoya hiciera sus prácticas de anatomía en compañía de condiscípulos varones.

En cambio, los liberales conferían a la hazaña de Matilde proporciones heroicas. Dedicaban grandes ditirambos a la valiente mexicana que, por primera vez en nuestra historia, se lanzaba a romper con los prejuicios y a luchar contra la maledicencia. El caos de la doctora avivó la lucha entre conservadores y liberales. Los defensores del progreso, la ciencia y la educación postivista colmaban de elogios a la estudiante de medicina y la ponía como ejemplo de todas las mujeres mexicanas. Los militantes de la tendencia opuesta contestaban que la muchacha, protegida por maestros liberales, había trampa en los exámenes para así lograr un lucimiento tan falso como desmedido.

Matilde decidió acabar con los rumores. Solicitó nuevos exámenes, con distintos sinodales.

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