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Coahuila

‘Nos iríamos juntos; pero él se adelantó’

Mónica Meza
Por Mónica Meza - 15 julio, 2020 - 09:31 a.m.
‘Nos iríamos juntos;  pero él se adelantó’

Unos ojos azules reflejan la profunda tristeza que dejó la ausencia de su compañero de vida, Margarita González Quiroz  es la esposa de Melecio Macías Medellin el hombre que murió en el exterior de la clínica 86 del IMSS.

“Nos íbamos a ir juntos, pero él me ganó, se fue primero”, señaló Doña Margarita quien comentó que de ser cierto lo que dice la gente, respecto a que su esposo no recibió la atención cuando se debía, dijo que ella no es nadie para juzgar ni guardar rencores todo se lo dejará a Dios pues aunque demandara e hiciera lo que hiciera, nadie le regresará a su marido.

Fueron 48 años de casados, tres hijos emanaron del amor que nació entre ambos, aquel día que pareciera ser inolvidable, Doña Margarita recuerda cómo fue que lo conoció y sin decirse una sola palabra fueron flechados.

Un día antes de su muerte, le dijo que le dolía parte de su estómago y le pidió una pastilla  para calmar el dolor, para el día siguiente él dijo que el dolor seguía pero era muy leve y mencionó que iría al hospital, creía que se trataba del riñón.

Su esposa Margarita quería acompañarlo pero el insistió que no, después una de sus hijas se ofreció a ir con él,  pero él se negó nuevamente pensó que por la situación del Covid-19  solo dejaban entrar a una persona  por lo que se fue solo.

De rato llegó un taxista buscando a la familia de Melecio, les dio la mala noticia, ella no podía creer lo que le decían, un doctor le dijo a la familia que murió a consecuencia de un infarto, dos taxistas se acercaron para comentar que quisieron sacar a un médico de adentro de la clínica para que lo atendiera pero el doctor no quiso salir a atenderlo porque Melecio yacía en la banqueta, ahí falleció y nadie hizo nada porque todos creían que se trataba del virus.

Don Melecio nunca fue enfermizo, tenía 80 años y era un hombre fuerte físicamente, no tenía azúcar, presión alta, ni siquiera una gripa por lo que su muerte fue sorpresiva.

“Mis hijos me dicen que no ganamos nada con poner una demanda, él no va a regresar”, señala Margarita mientras en su rostro se ve la tristeza y sus lágrimas caen.

Habló de él resaltando que fue una buena persona, el mejor papá, un excelente esposo y un buen vecino, trabajó como albañil, después estuvo en la planta. Antes de casarse su sueño era construir su propia vivienda, lo cumplió y su más grande vicio era comprar material de construcción.

Señala que durante su matrimonio los conflictos entre ambos fueron leves, él se burlaba de ella cuando se enojaba por cualquier cosa, minutos después ella para “desbaratar” el enojo le preguntaba ¿quieres café o quieres refresco? y el conflicto se desvanecía automáticamente.

Era muy bien parecido, simpático, guapo. Margarita sonríe al recordar el día en que lo conoció, en la tienda La Cadena en el centro de Monclova, ella estaba esperando a su hermano, Melecio pasó y le saludó sin hablar, solo con mover la cabeza, esa fue la primera vez que se vieron.

Pasó mucho tiempo y se volvieron a topar, él nuevamente le saludó con la cabeza y así pasaron varios días hasta que se animó a hablarle, sin pensar en que se acompañarían mutuamente, sin pensar en que él sería el mejor de los hombres y ella la mujer ideal para formar una familia.

Se casaron por el civil, pero siempre estuvieron de la mano de Dios, la buena comunicación entre ambos nunca dejó de existir, desde que sus hijos estaban pequeños ella le pidió que cuando hubiera diferencias entre ambos, los niños no se enteraran, él siempre cumplió con esa petición.

Hoy solo queda recordarlo, reconocer la labor que durante muchos años realizó para sacar adelante a todo una familia, la manera en que murió es muy triste, pero confían en que solo Dios sabe porque pasaron las cosas así.

La familia llora la partida del hombre del jefe de familia y piden a Dios fortaleza para aceptar que él ya no está físicamente pero están convencidos en que Don Melecio siempre estará presente en pensamiento y corazón.

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