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Opinión

Asuntos del calendario…

Asuntos del calendario…

Oscar Rodriguez
Por Oscar Rodriguez - 17 diciembre, 2023 - 09:23 a.m.
Asuntos del calendario…

Amables lectores, tengan ustedes un buen día.

Ya estamos en la última quincena del año. Y como cada diciembre, el año nuevo aparece en la proximidad como por sorpresa.

La palabra “calendario” se deriva del nombre que daban los romanos al día inicial de cada mes. Se trataba de un día especial puesto que era la fecha señalada para llevar a cabo una serie de pagos. Por ese entonces, el año daba inicio alrededor del equinoccio de primavera.

El calendario romano originalmente estaba formado por meses lunares. Cada mes iniciaba con la luna nueva y cada parte del mes (algo parecido a la división que actualmente hacemos en semanas) tenía su propio nombre y duración. La primera parte del mes eran las Calendas, luego seguía un grupo de días denominado las Nonas y finalmente otro conjunto llamado los Idus.

El detalle es que así como en los números que utilizaban los romanos estaban incluidos los elementos para realizar operaciones y señalar la cifra resultante, el número de día podía expresarse de varias maneras haciendo referencia al cardinal correspondiente según el grupo de días de mes al que pertenecía o bien a cuántos días faltaban para que iniciase el siguiente grupo. Trayéndolo a nuestros días es equivalente a que alguien se refiriera al 15 de noviembre como “16 para las calendas de diciembre”. A pesar de ser correcto se trata de una manera bastante eficaz de complicarse la existencia.

Por si esto no fuera suficiente, al principio el calendario romano se conformaba de diez meses lunares y antes del inicio del siguiente año había unos días que no pertenecían a ningún mes, sino que eran un espacio reservado para la preparación del siguiente período. Además, cada dos o tres años se intercalaba un mes (Mercedonio) para compensar el desfase ocasionado por el hecho de que el mes lunar no es un submúltiplo exacto del año solar. Con el paso del tiempo, la decisión de cuándo se debería añadir ese mes complementario cayó en el gobierno y perdió la exactitud. Ya en los tiempos de Julio César había una notable diferencia entre el inicio del año y el equinoccio de primavera.

En cuanto al tema de la contabilización de los años, Roma tenía en cierto modo un método más adecuado que otros pueblos para denominar los años. Se utilizaba el número cardinal (como hacemos nosotros) pero iniciando en el año de la fundación de la ciudad. Otros pueblos utilizaban el número de año a partir del cual cierto rey había ascendido al trono, lo cual dificulta la cuenta de eventos cuando abarcan los gobiernos de varios monarcas.

Cuando Julio César estuvo en Egipto, una de las cosas que más le atrajeron (además de Cleopatra, por supuesto) era el calendario solar que utilizaban, así que cuando regresó a Roma llevó consigo a un astrónomo llamado Sosígenes a quien encargó la tarea de implementar algo similar.

Fue así como se estableció el calendario juliano que en general es el que usamos.

Si el objetivo hubiera sido solamente dividir los trescientos sesenta y cinco días y cuarto que dura el año en doce partes y aplicar un mecanismo para ajustar un día cada cuatro años, bien se podrían haber definido cinco meses de treinta y un días y siete meses de treinta días. Pero el pueblo romano era bastante supersticioso.

Al final se añadieron dos meses: uno dedicado al dios de las puertas Jano (de donde vienen las palabras January, Janeiro y Enero) y otro dedicado al período de purificación (festivales Februales). Además, se fijó la fecha del cambio de año acercándola al solsticio de invierno.

Con el correr de los años, se honró la memoria tanto de Julio César como de Augusto César incorporando un par de meses con sus nombres en los lugares séptimo y octavo respectivamente (los meses SEPTiembre, OCTubre, NOViembre y DICiembre tienen esos nombres por el lugar que ocupaban en cierto momento de la historia: eran el SÉPTimo, OCTavo, NOVeno y DÉCimo respectivamente).

Todo esto estuvo funcionando bastante bien durante más de mil años. Pero… La posición de nuestro planeta respecto al sol no es exactamente la misma cada 365.25 giros (es decir días). Esa pequeña diferencia se fue acumulando y para la Edad Media el equinoccio de primavera se había acercado al inicio de marzo.

Para cuando el Papa Gregorio XIII fijó el ajuste del calendario en 1582 los países de gobiernos católicos lo llevaron a cabo, pero parte de Europa no. Es por ello que sucedió (o estuvo a punto de suceder, porque hace poco me tocó leer una versión que lo refuta) una gran coincidencia: Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare fallecieron en la misma fecha, aunque no en el mismo día.

El 23 de abril ha sido declarado el Día Internacional del Libro por la UNESCO porque tanto Cervantes como Shakespeare fallecieron esa fecha en 1616, pero cada uno en su propio calendario. Es decir, el escritor español murió diez días antes que el inglés (hay una versión respecto a que Cervantes había muerto el día 22 y fue su entierro el que ocurrió el 23).

Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.

Que tengan ustedes una excelente semana.

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