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Opinión

La Profecía

Oscar Rodriguez
Por Oscar Rodriguez - 11 junio, 2023 - 12:34 p.m.
La Profecía

Amables lectores, tengan ustedes un buen día.

La semana pasada se dio el sexto día del sexto mes del año.

Hace cinco décadas las películas de horror cobraron mucha popularidad. En 1973 se filmó la película “El Exorcista” (The Exorcist) basada en la novela del mismo nombre escrita por William Peter Blatty. La novela a su vez (según se dice) está basada en hechos de la vida real ocurridos en 1949. La cinta impactó a las audiencias de tal manera que se convirtió en un fenómeno cultural a nivel global.

“El Exorcista” fue nominada al premio Óscar en diez categorías. Ganó dos de ellas. Por cierto, uno de los premios recibidos fue por mejor sonido y en el equipo ganador estaba el mexicano Gonzalo Gavira, de quien Mario Aguiñaga (quien fue director de los Estudios Churubusco) se expresó de la siguiente manera: “Era todo un espectáculo verlo trabajar en un estudio creando sonidos, utilizaba basura, objetos materiales para crear ruidos incidentales…” Por ejemplo, en la escena en la que el personaje interpretado por la actriz Linda Blair realiza un giro completo del cuello hay quien dice que el efecto de sonido fue logrado triturando una cartera de piel que tenía algunas tarjetas de crédito dentro, aunque otras versiones afirman que fue producido al pasar el dedo por los dientes de un peine. Aguiñaga añadió que entre los diversos directores con quienes Gavira trabajó se llegó a acuñar el término “gaviras” para referirse a los efectos de sonido.

En 1976 llegó a las pantallas la película “La Profecía” (The Omen), protagonizada por Gregory Peck y Lee Remick. Al principio de la cinta hay una escena en la que se incluye una leyenda que señala la fecha y hora de los hechos mostrados: seis de junio a las seis de la mañana. Más adelante, en uno de los diálogos entre los personajes se hace referencia a ese preciso momento. Y una vez que el argumento ha terminado aparece una referencia a un versículo del libro del Apocalipsis en el que se menciona que el número de la bestia es precisamente el seiscientos sesenta y seis.

¿Qué tiene de especial ese número?

Si tomamos tres dígitos y los combinamos de todas las formas posibles, sumamos esas combinaciones y dividimos entre el promedio de los tres dígitos obtendremos 666. Por ejemplo, si los números son 1, 2 y 3 entonces las combinaciones serían 123, 132, 213, 231, 312 y 321. La suma de las combinaciones es 1332 y el promedio de los tres dígitos es 2. 1332 dividido entre 2 resulta en 666.

Si ahora tomamos los dígitos 4, 5 y 6 entonces las combinaciones serán 456, 465, 546, 564, 645 y 654. La suma 3330 y el promedio de los dígitos es 5. Si dividimos 3330 entre 5 resulta en 666. Tomemos los dígitos 1, 8 y 9. Las combinaciones son ahora 189, 198, 819, 891, 918 y 981 y el promedio de los dígitos es 6. La suma es 3996 y dividido entre 6 da como resultado 666.

Además, 666 es la suma de los cuadrados de los siete números primos más pequeños. Todo esto es real, aunque completamente inútil.

Ahora bien. En su “Guía de la Biblia. Nuevo Testamento” Isaac Asimov señala que todavía hasta la Edad Media era algo bastante frecuente utilizar los números romanos, de manera que los nombres podrían resultar en números y a su vez podrían tener significados. Si se toma el nombre de Nerón y su título de “César” en su forma griega (Neron Kaisar) y se escribe con letras hebreas (nrwn qsr) entonces su valor numérico total suma seiscientos sesenta y seis.

Pero si el libro del Apocalipsis fue escrito a finales del siglo I de nuestra era, entonces Nerón ya tenía varias décadas de fallecido. Eran los tiempos de Domiciano, durante cuyo gobierno hubo una persecución constante de cristianos de manera que tal vez el número 666 se trató de una manera discreta de apuntar hacia el emperador en turno ya fuera por las cifras de su nombre o de algún apodo.

El nombre de Mahoma en su forma griega (Maometis) también suma 666, aunque hay quienes señalan el uso de una ortografía bastante forzada para lograr esta cifra.

A partir de la película surgieron diversas interpretaciones acerca del significado del número. En su tiempo me tocó leer versiones que afirmaban que el presidente norteamericano Ronald Wilson Reagan (seis letras en cada parte de su nombre) era el anticristo. Lo mismo aplicaba para Bill Gates cuando se utilizaba el código ASCII de cada letra. B 66, I 73, L 76, L 76, G 71, A 65, T 84, E 69, S 83. Bueno, en realidad suma 663, pero como es William Henry Gates III se le suma esta última parte y resulta en el número deseado. Con una codificación adecuada, los nombres de Hitler, Darwin, Pol Pot y muchos más pueden sumar 666.

Todo esto me hizo recordar el comentario del expositor en un diplomado en mercadotecnia que tuve la oportunidad de tomar hace ya varias décadas. La conversación derivó en el tema de la publicidad subliminal. Uno de mis compañeros le preguntó al maestro su opinión al respecto y la respuesta fue directa: “No creo nada de eso. El que busca algo al final de cuentas lo va a encontrar. Si buscan pornografía la van a encontrar hasta en la forma de las nubes”.

Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.

Que tengan ustedes una excelente semana.

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