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Opinión

El mito de Narciso y la candidatura negada

Marcos Durán Flores

Marcos Durán Flores
Por Marcos Durán Flores - 18 octubre, 2022 - 10:29 a.m.
El mito de Narciso y la candidatura negada

Antes de que existieran los selfies, existían los espejos. Quizás no nos damos cuenta, pero hoy, algo que damos por sentado que es mirarnos a nosotros mismos con ellos, es algo relativamente nuevo en la historia humana. Considere que, en el siglo XVIII, en el Palacio de Versalles en Francia, se construyó el Salón de los Espejos, un lugar donde reyes y reinas podían contemplarse a sí mismos, enamorados de su propia imagen, algo que siempre ha acechado en el corazón del hombre y desde los Antiguos se ha reconocido el peligro de entregarse a ese deseo. Esa es la historia de Narciso, que se encuentra en el Libro de los mitos griegos de D'Aulaires.

De esta historia, obtenemos el término narcisismo, palabra que proviene del antiguo mito del joven que se enamoró insaciablemente de su imagen reflejada en el agua. Hijo de la ninfa Liríope de Tespias y del dios del río Cefiso, el famoso vidente Tirésias les había dicho a sus padres que viviría muchos años, siempre y cuando no se viera a sí mismo y todo lo que tenían que hacer, era desterrar los espejos y otros objetos que pudieran reflejar su rostro, de lo contrario, Narciso moriría. Pero conforme fue creciendo, Narciso rechazaba escuchar a nadie; hechizado por el apuesto extraño reflejado en el agua, sin saber que era su propia imagen de la que se había enamorado y se sentaba ahí, viéndose a sí mismo, olvidándose de comer, olvidándose de beber, evadiendo la realidad.

Se acerca el momento en que los partidos políticos definirán sus candidatos para renovar la gubernatura de Coahuila en la elección que se llevará a cabo el primer domingo de junio del próximo año. En el partido en el gobierno, hasta ahora todo indica que el gobernador de Coahuila Miguel Riquelme ha decidido que sea Manolo Jiménez, exalcalde de Saltillo, quien represente al PRI y a una posible alianza de otras fuerzas políticas. El método puede gustarle o no a todos, pero esas son las reglas a las que ellos se han apegado por casi un siglo de priismo en Coahuila.

De acuerdo con las encuestas más serias, Manolo es el perfil más competitivo del priismo de cara a las elecciones del 2023. Se trata de una candidatura construida con mucha paciencia y en donde el gobernador Riquelme se juega su resto. Pero esa, la candidatura de Manolo, no ha estado exenta de resistencias y hasta amenazas. La más reciente ha sido Román Alberto Cepeda, que recuperó la alcaldía de Torreón para el PRI derrotando al PAN y Morena, aunque hay que decirlo, ayudado y mucho por los yerros que cometió Luis Fernando Salazar. Román Alberto Cepeda, forma parte de lo que suelen llamar la ‘’familia revolucionaria‘’, esa que desde que se tiene memoria, ha vivido del sistema y se ha servido de él hasta el cansancio. No tienen mayores méritos o talento, más que haber nacido con el apellido correcto.

Hasta antes de ser alcalde, siempre se disciplinó a las decisiones de la cúpula priista, en especial cuando lo beneficiaban, pero ahora, sediento de poder, parece que ha escuchado el canto de las sirenas y se ha desamarrado del mástil de su barco, pues las correas le parecieron insoportables y ahora ha demandado "piso parejo" en la definición de la candidatura del PRI. Se trata de hecho curioso, pues es algo que no exigió cuando lo designaron como candidato del mismo PRI a la alcaldía de Torreón.

Pero es probable que los caminos para Román Alberto se hayan cerrado. Con toda seguridad no podrá siquiera asegurar su candidatura para competir por su propia reelección a la alcaldía de Torreón y tampoco podrá ser candidato a senador o diputado federal por su partido, pues son espacios ya negociados para otras personas y cualquier amenaza de migrar a otro partido político será vana, pues los espacios ya están comprometidos.

Así pues, a Román parece pesarle, y mucho, que la decisión de quien será candidato del PRI ya está tomada y podría estar sufriendo el mal de Narciso que, encantado por su belleza reflejada en el agua estancada, es incapaz de abrazar el objeto de su ardiente deseo -una candidatura a gobernador negada- y que termina consumiéndose en la nada.

El final de Narciso, fue terrible, su obsesión por su propia belleza bordeaba la locura; y sé acercó tanto al agua que terminó cayendo y ahogándose, pasando el resto de la eternidad en el inframundo.  @marcosduranf

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