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Opinión

Dios es fiel a sus promesas

Dios es fiel a sus promesas

P. Noel Lozano
Por P. Noel Lozano - 14 abril, 2024 - 10:58 a.m.
Dios es fiel a sus promesas

La Historia de la salvación, nuestra propia historia, tiene un sentido profundo que lo podemos encontrar en la revelación. Dios cumple al pie de la letra sus promesas. Leemos como Pedro muestra la continuidad entre el Dios de Abraham, el Dios de Issac, el Dios de Jacob y el Dios que ha glorificado a Jesús. Ninguna ruptura entre las promesas hechas por Dios y la realidad actual; por el contrario: un cumplimiento cabal y perfecto del plan de Dios, de su pacto de amor con los hombres llevado hasta el amor extremo. Gracias a la muerte de Jesús y a su resurrección tenemos el perdón de los pecados. El evangelio nos ilustra, de la misma manera, como las profecías debían cumplirse. Dios es fiel a sus promesas y cumple con acciones concretas. Todo aquello que había sido escrito en la ley y Moisés acerca del Mesías, acerca de sus sufrimientos y de su muerte, debía tener cabal cumplimiento en Jesús. Nos encontramos ante un mensaje con dos propuestas: por un lado, el gozo de saber que todas las profecías se han cumplido en Jesús, en su muerte y su resurrección; por otra parte, la necesidad de arrepentimiento y conversión por nuestros pecados.

La resurrección de Jesús tiene un contenido muy profundo, nos dice que Dios es fiel a sus promesas. La resurrección es el culmen hacia el cual tendía la historia de la salvación desde el principio, se trata del cumplimiento pleno de la revelación divina de Dios y de su amor, y la liberación definitiva prefigurada en la liberación de la esclavitud de Egipto. En el evangelio san Lucas comenta que Jesús resucitado abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras. Abrir el entendimiento, significa comprender que toda la historia de Israel encuentra su sentido cuando culmina en la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Abraham y Moisés, David y los profetas, la esperanza y el exilio, todo recibe su lugar y encuadramiento a la luz del misterio pascual de Jesús. Dios ha cumplido todo su plan de salvación y lo ha cumplido de un modo misterioso que supera todos nuestros cálculos humanos.

Dios que había hecho al hombre por amor, quiere devolver al hombre la vida que éste había perdido pecando. Dios quiere restaurar en el hombre la imagen primitiva. Para realizar esta obra de redención, de restauración elige un camino largo y penoso: su encarnación, su nacimiento, su vida, su pasión, muerte y resurrección. Dios quiso salvar al hombre mediante el misterio de la encarnación.

Comenta san Gregorio de Nisa: "Aquel que es eterno no toma sobre sí el nacimiento carnal porque necesita la vida, sino para llamarnos nuevamente de la muerte a la vida. Puesto que era conveniente que se hiciese la resurrección de toda nuestra naturaleza, Jesús tendiendo la mano al caído, y mirando a nuestro cadáver, se acercó tanto a la muerte cuanto supone haber asumido la mortalidad y haber dado a la naturaleza el principio de la resurrección, al haber resucitado con su propio poder a todo el hombre".

Que la fidelidad de Dios a sus promesas y a su amor por el hombre, sea aquello que nos dé seguridad en el camino. El Señor no nos ha abandonado. Podrá una madre olvidarse de su hijo, pero Dios no lo hará con nosotros, porque en su Hijo muerto y resucitado nos ha dado todo. Nos ha dado su amor.

Las fiestas pascuales son un momento de reflexión para hacer una conversión en la vida. El que ama a Dios no puede seguir pecando. El que conoce a Dios no puede seguir pecando. Quizá caerá por fragilidad, pero entre él y el pecado se ha dado una lucha que no conoce fin, pues el pecado lleva a la muerte, a la muerte segunda, a la pérdida definitiva de Dios.

Todo cristiano debe anunciar con sus palabras y sus obras que Dios nos ha perdonado en Jesús y que todos debemos convertirnos. ¿Cómo hacer esto? Los caminos son múltiples cuando se tiene el interés. Busquemos la propia conversión, aunque sea con pasos pequeños, pero con acciones concretas de compromiso con nuestra fe, Dios es siempre fiel con nosotros y nosotros debemos aprender a corresponder con nuestra vida a su amor.

 

Santa María Inmaculada, de la Dulce Espera, Ruega por nosotros.

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