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Opinión

Pentecostés, la fiesta de los regalos

P. Noel Lozano
Por P. Noel Lozano - 28 mayo, 2023 - 11:42 a.m.
Pentecostés, la fiesta de los regalos

Pentecostés fue un gran día, fue día único en la historia humana. Recordamos los antiguos pasajes bíblicos de la creación del mundo, donde el Espíritu cubría las aguas, “trabajaba” para suscitar la vida. Igualmente en la historia del hombre, el Espíritu preparaba y enviaba mensajeros, patriarcas, profetas, hombres justos, que indicaban el camino de la justicia, de la verdad, de la belleza, del bien. Llegada la plenitud de los tiempos, el Espíritu descendió sobre la Virgen María, y el Verbo se hizo Hombre. Posteriormente en el inicio de su vida pública, el Espíritu se manifestó sobre Jesús en el Jordán, y nos indicó ya presente al Mesías. De la misma manera ese Espíritu descendió sobre los creyentes la mañana de Pentecostés. Mientras estaban reunidos en oración, junto a la Madre de Jesús, la Promesa, el Abogado, el que Jesús prometió a sus discípulos en la Última Cena, irrumpió y se posó sobre cada uno de los discípulos en forma de lenguas de fuego, como nos narran en los Hechos de los Apóstoles. Desde ese momento empieza a existir la Iglesia.

Es un día grande, y lo leemos en el evangelio de Juan, como la presencia de Jesús resucitado no sólo causa alegría y da paz a los discípulos, sino que también les da el don del Espíritu Santo, los envía en actitud de misión con la potestad de perdonar los pecados. Por eso es fiesta grande, es, por decirlo de alguna manera, el aniversario de la fundación de la Iglesia, una fiesta de muchos regalos.

Con el Espíritu Santo tenemos el espíritu de Jesús y entramos en el mundo del amor. Gracias al Espíritu Santo cada bautizado es transformado en lo más profundo de su corazón, es enriquecido con una fuerza especial en el sacramento de la Confirmación, empieza a formar parte del mundo de Dios. El Papa Benedicto XVI explicaba cómo en Pentecostés ocurrió algo totalmente opuesto a lo que había sucedido en Babel. En aquel oscuro momento del pasado, el egoísmo humano buscó caminos para llegar al cielo y cayó en divisiones profundas, en anarquías y odios. El día de Pentecostés fue, precisamente, lo contrario. “El orgullo y el egoísmo del hombre siempre crean divisiones, levantan muros de indiferencia, de odio y de violencia. El Espíritu Santo, por el contrario, capacita a los corazones para comprender las lenguas de todos, porque reconstruye el puente de la auténtica comunicación entre la tierra y el cielo. El Espíritu Santo es el Amor”.

Existen algunos regalos, dones que el Espíritu Santo derrama sobre nosotros, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu, para que podamos ser continuadores del mensaje de amor, de esperanza, de libertad en el que debemos vivir los hijos de Dios:

1.      Don de Ciencia: es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener y afianzar la fe del bautismo.

2.      Don de consejo: saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios.

3.      Don de Fortaleza: es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural.

4.      Don de Inteligencia: es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino para acercarse a Dios.

5.      Don de Piedad: el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas.

6.      Don de Sabiduría: es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina.

7.      Don de Temor: es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina.

Además, el espíritu Santo nos renueva y alienta a vivir con gozo los frutos de estar unidos a Él que son: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia, castidad.

La definición del cristiano es muy rica, por eso ninguna puede abarcarlo completamente. Cristiano es quien cree en Jesús. Cristiano es quien reproduce en su vida el modelo que Jesús nos ofrece. Cristiano es todo hombre que está bautizado. Cristiano es todo aquel que ama a Dios y a su prójimo, etc. Pero sobretodo, Cristiano es todo hombre guiado por el Espíritu. Siendo el Espíritu de Jesús, Él siempre nos llevará a Jesús, nos hará vivir según Jesús, nos hará amar como Jesús ama, nos hará vivir a fondo nuestro bautismo, que está eminentemente centrado en la persona y en la vida de Jesús.

Si te dejas guiar por el Espíritu, Él te hará entender y vivir el evangelio de Jesús: el evangelio de la verdad y de la justicia, el evangelio del sufrimiento y de la cruz, el evangelio de Dios y del hombre, el evangelio de la vida y de la muerte, el evangelio de la Iglesia y del mundo, el evangelio de hoy y de siempre. Si te dejas guiar por el Espíritu, Él te impulsará a ser coherente entre tu ser y tu obrar, entre tu pensar y tu vivir, entre tu vocación cristiana y tu presencia en el mundo del trabajo, de los negocios, de la política, de la docencia, de las finanzas. Si te dejas guiar por el Espíritu, él te llevará a mirar más allá de ti mismo, a ver tantas necesidades de los hombres que te están esperando, a vivir con los pies bien afincados en la tierra pero con el corazón puesto en el cielo.



Santa María Inmaculada, de la Dulce Espera, Ruega por nosotros.

P NOEL LOZANO: Sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey. www.padrenoel.comwww.facebook.com/padrelozanopadrenoel@padrenoel.com.mx@pnoellozano

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