LIDIET MEXICANO/ LA VOZ
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Vestida de blanco, acompañada de sus familiares y escoltada por un grupo de ciclistas hasta su última morada, así le dieron el último adiós a Valeria Abigail Carrales Martínez, tal y como lo pidió a su hermana una semana antes de morir.
Con un semblante de tristeza y desconcertados por la inesperada muerte de la joven de 26 años de edad se dejaron ver todos los asistentes a su funeral, se reconocía que era una mujer llena de vida, de sueños y metas por cumplir, muchas metas que compartiría con sus seres más allegados.
El cortejo salió de la funeraria Martínez donde fue velado su cuerpo, los ciclistas acompañaron a la estudiante de la Universidad Autónoma de Coahuila hasta la iglesia San Juan en la colonia Primero de Mayo, donde un sacerdote celebró la misa de cuerpo presente, para finalmente darle cristiana sepultura a la monclovense en el panteón Jardines del Recuerdo.
Ahí el párroco hizo oración por la familia de Vale -como la nombraban-, quienes reflejaban en sus rostros una tristeza, una realidad que aún no asimilan del todo.
Valeria Abigail estaba próxima a recibirse de la carrera de Ingeniero Civil, su anhelo más grande era poseer una constructora de obra civil donde se asociaría con su hermana Alma.
Era una ciclista muy activa que soñaba con volar en el cielo al momento que llegara su muerte.
Por tal razón, un grupo de jóvenes dedicados a este deporte, organizaron una rodada en honor a Valeria que encabezó en todo momento el recorrido, sin embargo, dentro de un ataúd.
Alma, su hermana menor, portó la ropa deportiva que ella utilizaba en vida al momento de rodar, sus tenis, su casco, los usó en honor a su hermana a la que nunca volverá a ver, a quien amaba con todo su ser.
“La semana pasada estábamos bromeando con una blusa, yo le dije que cuando yo muriera la quería llevar para irme elegante, ella me dice, ‘a mí me pones toda de blanco y me pones mi bici, yo quiero que me la pongas así porque quiero rodar en el cielo’, nunca pensé que iba a trascender esa plática”, comentó Alma.
Desafortunadamente la bicicleta de Valeria se quedó junto a sus cosas en la capital del Estado, donde permaneció alrededor de cuatro años viviendo por sus estudios, sin embargo, se trató de cumplir su última voluntad, la misma que mencionó hace apenas una semana.