El padre Rafael Castillo Guillén, dijo es una semana donde podemos descubrir un poquito la espiritualidad, el llamado que Dios nos hace a abrazarnos a nuestra cruz, aún cuando nos vienen tristezas, enfermedades, desavenencias, soledades, amarguras, etc
MELCHOR MÚZQUIZ, COAH.- Jóvenes, adolescentes y adultos de la parroquia El Perpetuo Socorro formaron parte del viacrucis que dirigió ayer el sacerdote Rafael Castillo Guillén.
El padre comentó a LA VOZ que es esta una participación muy activa por parte de todos los católicos, quienes representaron a los personajes que participan en dicho acto pues se prepararon mes y medio atrás con ensayos y no solamente para participar, sino para vivir el viacrucis, para tener ese encuentro con Jesús, vivir un poquito más esa experiencia que Jesús vivió por amor a nosotros, cargar esa cruz esa cruz que no la buscamos pues la cruz nos llega y cuando esa cruz nos llega no estamos preparados y es para que nos demos cuenta que la cruz que llevó en hombros Jesús fue por amor a nosotros.
Estoy hablando de una cruz redentora, una cruz que nos invita a aceptarla con amor, pues vivimos tiempos donde tenemos tantas cruces a nivel social, a nivel pueblo, a nivel diócesis y todas esas cruces las tenemos que abrazar, de enfermedad, de violencia de tantas cosas que ahorita a veces como que se asoma de tanto conflicto que hay a nivel mundial, pedimos a Dios.
Estos puntos los ofrecimos en este viacrucis por la paz del mundo, por la fe y por el despertar de esa fe de la comunidad que gracias a Dios va despertando, este viacrucis fue una experiencia maravillosa, el caminar con la gente y llegar hasta el lugar indicado.
Quiero decir que obtuvimos muy buena por parte de la gente que desde la salida de la parroquia nos acompañó hasta la Colonia Fonasol.
El padre Rafa concluyó invitando al pueblo a tener esta experiencia de recogimiento, de amor de esta Semana Santa, es una semana donde podemos descubrir un poquito la espiritualidad, el llamado que Dios nos hace a abrazarnos a nuestra cruz, aún cuando nos vienen tristezas, enfermedades, desavenencias, soledades, amarguras, tenemos que abrazarlas para descubrir en la cruz que no estamos solos, que Dios está siempre con nosotros.
