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Se retira un grande, “Bolillo” el árbitro récord

Por Luisa Chavez - 27 julio, 2019 - 01:01 a.m.
Se retira un grande, “Bolillo” el árbitro récordCuando me muera, quiero que me cremen y dejen un poco de mis cenizas en cada campo de futbol americano de Monclova”.

Sus rodillas no soportaron más. Durante 32 años impartió justicia en 61 temporadas y perdió la cuenta del número de partidos. Antes de ser árbitro de americano, fue receptor con Búfalos de la Obrera y es uno de los primeros monclovenses en jugar con los ahora Auténticos Tigres de la UANL.

Hoy, el tiempo le cobró la factura. “Bolillo”, como se le conoce a Jesús Alejandro Cortés Martínez, tiene desgaste en sus dos rodillas, es infiltrado y necesita una prótesis, pero el Seguro se la pondrá hasta los 60 años; apenas cumplirá 53.

En compañía del amor de su vida, María Isela Orozco, compartió su trayectoria sentado en el sillón principal de su casa en la colonia Barrera, y como fondo los cuadros de la graduación universitaria de sus hijos Brenda, Brayan y Ángel.

Participó como coach en el club Búfalos en la colonia Obrera.

Nació el 11 de septiembre de 1966 en Monclova, Coahuila y creció en la colonia Obrera. Es el menor de diez hijos, de Óscar Cortés Mercado y Paula Martínez Cantú.

Para ese entonces, sus hermanos eran conocidos como “Bolillos” por su color de piel y estatura; él no fue la excepción.

A sus 13 años inició a jugar futbol americano con Búfalos de la Obrera y pronto destacó por su habilidad como receptor, desafortunadamente el Club paró un tiempo.

Fue entonces que se cambió con Potros del Tecnológico y jugó en las categorías Pee Wee, Midget y Junior en las temporadas 81 y 82.

Al terminar su ciclo como Juvenil, participó con Leones de FIME de Monclova en la Liga de Preparatorias de Monterrey, Nuevo León. Aquel equipo fue histórico, bajo el mando del arquitecto Alberto Leal (+) lograron el tercer lugar.

Guarda con recelo recortes de periódicos.

Por su destacada participación, “Bolillo” y diez compañeros fueron convocados en 1983 por Tigres de la UANL. Aplicaron las pruebas, entrenaron y tan sólo él se quedó; la mayoría regresó a casa y otros se salieron del equipo y siguieron en la Universidad.

“Tenía 17 años, me fui solo y no tuve el apoyo de mi familia. Estuve un año. Era una oportunidad muy grande, era becado. Un día mi madre me dijo que no me fuera, estaba sola y eso me pesó. De Tigres salí por la puerta de atrás, nunca dije que me iba, y tampoco terminé mis estudios”, compartió.

En ese momento hace una pausa; sonríe, va a su cuarto y regresa con uno de sus recuerdos más apreciados; su carta de Auténticos Tigres.

Con recelo, un cuadro de madera con moldura color café, protege del polvo y del paso del tiempo a ese documento fechado el 27 de octubre de 1983, y firmado por el propio ingeniero Cayetano Garza Garza, director general de Deportes de la UANL.

Recuerda mientras se aferra a su cuadro, que en aquella época el americano era físico, golpear y golpear. Los entrenamientos eran duros, los castigos severos y siempre terminaba con moretones. En su estancia, logró jugar 4 o 5 partidos en la categoría “B”. Desde su salida no volvió a ver a sus compañeros de Tigres.

A su regreso a Monclova, decidió ingresar como coach con Búfalos y se mantuvo desde 1984 hasta 1987, cuando la Asociación Monclovense de Futbol Americano (AMFAI) integró su propio Colegio de Árbitros.

“Bolillo” compartió su vida como jugador, coach y árbitro.

SU PRIMER SILBATO Y UNIFORME

La AMFAI empezó a invitar a coaches de los diferentes clubes a integrarse al Colegio y “Bolillo” decidió convertirse en árbitro en el año 1987.

Los hermanos Ábrego encabezaban el colegio y consiguieron clínicas de capacitación en Monterrey y Saltillo.

Su formación fue intensa; estudiaba por las noches eran libros interminables de reglas y preparación física. El objetivo se cumplió tras recibir su credencial de árbitro nivel nacional.

En los 80´s, el uniforme no era tan sofisticado como en la actualidad y mucho menos era fácil conseguirlo en Monclova.

Un día decidió ir a las ‘pulgas’ de la localidad, entre montones de ropa encontró su uniforme; camisa color blanco con rayas negras y un short negro.

Mientras su primer silbato fue de tránsito, que consiguió en una tienda de deportes y hasta hoy perdura. Es metálico, color plateado y grande.

No recuerda su primer partido ni tampoco cuántos pitó durante su carrera, y considera que el arbitraje evolucionó en todos los aspectos.

En sus inicios eran 8 árbitros y hoy es casi lo triple; mientras el pago por el servicio era de 200 pesos y en su último juego recibió 750 en el 2018.

En 1987 se inició en el mundo del arbitraje.

SE CONSOLIDA COMO ÁRBITRO

Nunca olvidará la fecha 21 de octubre de 1989, es el día en el que se casó con María Isela Orozco, quien se convirtió en su cómplice en el arbitraje y le ayudaba hacer los pañuelos de castigo.

A principios de la década de los 90´s ya era conocido a nivel estatal, tuvo la oportunidad de pitar en la ONEFA en el juego de la Narro contra Matamoros.

Más tarde, se adentró a las Ligas universitarias y de preparatoria, y por último al americano arena y tochito.

“En esa época yo pitaba todo lo que se atravesaba, empezaba el viernes y terminaba el domingo por la tarde. Llegué a pitar 10 juegos por fin de semana. Poco a poco varios árbitros se alejaron, yo seguía. Vi pasar muchos presidentes del Colegio desde los hermanos Ábrego hasta Sergio Sánchez”, indicó.

Cuando la AMFAI paró de jugar durante dos años, él no lo hizo, al contrario, tuvo más trabajo al viajar a Sabinas y Piedras Negras, que le permitió consolidarse como uno de los mejores no solo de Monclova sino de Coahuila.

Los árbitros lo postulaban para ser presidente del Colegio, sin embargo, nunca quiso porque no tenía tiempo suficiente, ya era padre de familia y por su trabajo en una reconocida empresa local.

“Bolillo” es el árbitro más querido por los jugadores y coach de americano.

SACRIFICÓ A SU FAMILIA POR EL AMERICANO

Con el paso de los años se fue actualizando, estudiaba por las noches y siempre su puntaje en los exámenes del colegio fueron excelentes.

Cuando un joven quería ser árbitro lo mandaban con él para que lo enseñara o bien resolver dudas en jugadas apretadas. Estaba en su momento y todos los clubes querían a “Bolillo” en sus partidos.

Una de las cosas, que nunca olvidará es que sacrificó por muchos años a su familia por el americano. Sus hijos no conocieron un fin de semana familiar y lo más cercano fue en el emparrillado.

“Sacrifiqué a mis hijos, casi nunca tuvimos domingo familiar. Hubo reproches por parte de todos, lo que me dolió es que no los vi jugar. Otros árbitros pedían permiso para lo mismo, pero yo no. Me arrepiento, no mucho, pero algo”, en ese momento lo interrumpe su esposa.

María Isela aseguró que Jesús tenía un fanatismo por el americano y tuvieron problemas. Tiempo después comprendieron que hacía algo que le gustaba y las asperezas se limaron cuando sus hijos estaban grandes.

Cuenta con el apoyo de toda su familia.

A partir del año 1996 hasta el 2004, su hijo Brayan jugó americano desde la categoría Mosquitos a la Junior; dos años en Tigres, 3 en Búfalos y el resto en Acereros; mientras que Ángel sólo participó en Botanitas porque tenía problemas de salud.

“Bolillo” no pudo verlos jugar por arbitrar en otros campos y eran raras las ocasiones que les pitaba un juego.

“Yo castigaba a mi hijo, no importaba quién fuera. Si hacía algo mal tenía que corregirlo. De hecho, uno de mis sobrinos jugaba americano y me decía tío, yo no le hacía caso”, confesó “Bolillo”.

Otra de las maneras de convivir un domingo, era que sus hijos y esposa lo fueran a ver a los partidos, y al final regresaban a casa juntos.

Jesús Alejandro todavía guarda su primer silbatazo.

“VENGO A HACER MI TRABAJO”

Desde el año 2000 hasta el 2015, se convirtió en el oficial de juego de las finales de AMFAI, siempre estaba al frente de la terna y logró pitar más de 16.

Una de las que recuerda fue en 1996, cuando Búfalos venció en tiempo extra a Potros y otra en 1999 entre Vaqueros y Zorros, ambas de la categoría Junior.

Lo que más le gustaba es que los campos estaban llenos, las personas emocionadas y era una locura tremenda en esas dos finales.

Durante este tiempo no tuvo problemas, era considerado un árbitro justo. De hecho, así lo llamaban varios clubes.

El único incidente que tuvo fue en el 2015, cuando Búfalos se enfrentó a Cardenales en Sabinas. El juego estaba intenso, un padre de familia entró al campo para reclamarle y se vio obligado a suspender el partido.

“No sé si sea cierto, dicen los de Búfalos que el señor me amenazó de muerte. Esa vez se hizo polémico y a ese señor lo expulsaron de la Liga. Nunca me golpearon o agredieron. Yo vengo a hacer un trabajo, respeto a los niños y no vengo a darle favoritismo a un club”, relató.

Ambos clubes se pusieron en contra de los árbitros y la polémica continuó en la junta, no lo castigaron, sin embargo, desde entonces ya no pitó finales en AMFAI.

Como jugador participó en Búfalos, Potros, Leones y Auténticos Tigres.

¡YA TE ACABASTE LAS RODILLAS!

La última temporada que participó en AMFAI fue en la Infantil del año pasado, debido a que tenía molestias en las rodillas, consultó en el Seguro y el problema fue desgaste total.

“Será la vejez, o es que el cuerpo ya no permitía mucho. El doctor me dijo: ¡Ya te acabaste las rodillas! Mencionó que no tenía nada de colchón, el roce era hueso con hueso. El desgaste fue por tantos años de jugar y pitar. Me empezaron a infiltrar y no tuve mejoría”, explicó.

Durante varios meses sintió un intenso dolor en sus rodillas, que lo postraron a estar en el sillón o en la cama.

Era difícil dar pasos, aun así, no se rindió. En su primera infiltración solo tuvo dos días de alivio y en la segunda le inyectaron un lubricante, mas no le ayudó mucho.

Los especialistas aseguraron que necesita prótesis, pero se las pondrán hasta que tenga 60 años, antes no.

Aunque desconoce a ciencia cierta en qué consiste el procedimiento, explicó que son fierros que le permitirán sostenerse, mientras tanto solo le dieron calmantes musculares.

Con su familia buscó otras opciones, encontró unas pastillas naturales de hierro y sintió una mejoría, no para arbitrar, sino para poder caminar, sentirse bien y hacer su vida.

En esta etapa sus hijos, hoy profesionistas, y esposa lo apoyan en todo; tiene su cariño y respeto, y están más unidos que nunca.

Perdió la cuenta de los partidos sancionados.

“TODO VALIÓ LA PENA”

A pesar del desgaste de sus rodillas, considera que sus 8 años como jugador y coach, y 32 como árbitro valió la pena porque el americano formó parte de su vida y lo disfrutó al máximo.

“No cualquiera es árbitro, yo lo tomé como un trabajo y sobre todo darle un servicio a los niños que se están formando. Cuando voy por la calle me reconocen y es algo satisfactorio”, explicó.

A pesar que está retirado del emparrillado, todavía no lo hace oficial y esperará a que inicie la temporada infantil para anunciarlo.

“Yo quiero platicar con Sergio Sánchez, del colegio de árbitros y decirle hasta aquí. Me gustaría que me hicieran un reconocimiento, algo así, porque no cualquiera dura tantos años”, compartió y se mostró consternado, suspiró y de inmediato sonrió.

Aseguró que continuará en el americano, esta vez lo verá por televisión y sentado en su sillón preferido. Así como ordenar todo su historial de anotaciones de cada juego que pitó en la última década, que guarda como su tesoro en una mochila.

Espera mejorar físicamente para ir a los campos a saludar a sus compañeros que no ve desde el año pasado, pero sobre todo aprovechará el tiempo para disfrutar todos los domingos familiares posibles.

Su última petición es que cuando fallezca, desea que lo cremen y dejen un poco de sus cenizas en cada campo de futbol americano de Monclova.

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