Con motivo de la celebración del cuarto aniversario luctuoso del ingeniero Salvador Kamar Apud, sus hijos y familiares más cercanos se reunieron en una misa, en donde oraron y rezaron por su eterno descanso.
En la casa de su hija Lulú Kamar de Sierra y su esposo Édgar Sierra, el padre Christian Figueroa ofició una homilía de amor, esperanza y aliento para los seres queridos del empresario.
El padre Christian recordó al empresario como un hombre justo, bueno con la gente y amoroso con su familia, y los conminó a orar siempre por él. “Mientras lo recuerden, vivirá por siempre, cuando un ser querido se va, se gana un ángel”, expresó.
Las familias Garza Kamar, Kamar Guerra , Sierra Kamar, Kamar Lazcano, Kamar Roldan, Kamar Maldonado, Gómez Juárez, García Gómez, Treviño Gómez, Resendiz Meza, Gómez Aguayo y Pinto Gómez, encabezaron la misa.
El sermón fue un llamado a la oración. El sacerdote explicó el valor de la perseverancia y la fe a través de la parábola del “Juez y la Viuda”, que trata de aquel impartidor de justicia bíblico que aún sin ser justo ni respetuoso de Dios, atendió el llamado de una mujer que constantemente le pedía que se hiciera cargo de su adversario.
“Si un juez malo le hizo justicia a la viuda, por qué Dios no habría de atender el llamado de aquellos que lo buscan”, sostuvo. El mensaje de la parábola es claro: La perseverancia.
El hacer el bien a los demás, la constancia y el orar trae consigo bendiciones, aconsejó. Confiar en Dios y pedir -sin desesperarse al no recibir respuesta-, es necesario porque “los tiempos de Dios son perfectos, no antes, no después”.
“Señor te pido por eso, así lo creo, así lo espero... pongan a Dios siempre al comienzo ante cualquier proyecto”, reiteró.
Basado en la oración comunicó: “Pidámosle a Dios que le conceda a nuestro hermano Salvador el premio por su esfuerzo, por sus luchas, por todo lo que hizo y que no se eche en saco roto su legado”, destacó.
Sobre la muerte, indicó que Dios tiene planeado algo muchísimo más grande que la existencia física porque la gente no muere, se transforma y hay una promesa de resurrección. Recordar a los familiares que han partido y rezarles los mantiene vivos.
