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Siempre fieles: Nxivm, la secta que sedujo al poder en México

Por Agencia - 29 junio, 2020 - 06:10 p.m.
Siempre fieles: Nxivm, la secta que sedujo al poder en México

En el 2001, personajes de los sectores empresarial y político de México llevaron a su país las enseñanzas de una secta comandada por alguien que, alrededor de 1998, se había inventado como Dios.

El sábado 8 y el domingo 9 de septiembre la empresa Executive Success Programs (ESP), con sede en Albany, Nueva York, organizó su primer curso intensivo en México, el cual fue impartido en el Planetario Alfa de San Pedro Garza García, ubicado en la ciudad de Monterrey. Pero como si estuviera impreso en escrituras profanas, la introducción de las enseñanzas del iluminado neoyorquino estuvo rodeada de horas aciagas en las que parecía que alguien había soltado a los demonios. La mañana del martes 11 de septiembre terroristas suicidas de la red yihadista Al Qaeda secuestraron cuatro aviones comerciales que despegaron de los aeropuertos de Boston, Washington y Newark, Nueva Jersey, y fueron impactados en las Torres Gemelas de Nueva York y la fachada oeste del Pentágono de Virginia, lo que dejó un saldo de más de 3 mil muertos y 6 mil heridos.

Aunque para demostrar el grado de enajenación que alcanzó la delegación mexicana, debemos adelantarnos 15 años al debut en el Planetario Alfa y situarnos en el cumpleaños 56 de Keith Raniere, específicamente en un evento bautizado como Vanguard Week (V-Week), en el que durante ocho días o más los asistentes rendían culto a quien negaba ser un líder de culto.

En aquella ocasión, al Centro de Retiros y Conferencias Familiares Silver Bay YMCA —en la ribera del Lago George— llegaron más de 50 mexicanos, a quienes poco importó el martirio que implicó trasladarse a esa parte en el norte del estado de Nueva York, en la frontera con Vermont. “Tuve que tomar un avión, luego un tren a Albany; luego un camión a una población cercana al lago; después un taxi. ¡Hice casi un día! Y pagué 2 mil dólares para compartir una cabaña con uno al que le apestaban los pies”, me contó ya más relajado y hasta divertido el coach Ramón, quien pidió guardar su verdadera identidad. A la tarifa para acceder a la V-Week, los mexicanos debieron sumar el pago del boleto de avión; en el caso de Ramón, a todo ello se añadió la disolución de su matrimonio, que llegó a su fin por haberse escapado al festival Raniere.

“La V-Week representa el prototipo y el modelo para una nueva era de humanidad civilizada” y para “nosotros una vida más plena y útil”, dijo una muy poco civilizada coordinadora del evento, Clare Bronfman, quien recibió a Ramón de mala manera (“¿Tú quién eres y qué haces aquí? Salte, por favor.”) cuando éste llegó al salón en donde se efectuaban las actividades dos días después de inaugurado el evento.

El viernes 26 de agosto de 2016, justo el día del cumpleaños de Raniere, se levantó el telón rojo del escenario y dejó ver a medio centenar de mexicanos que, todos de pie, parecían posar para una foto: desde una niña que rondaba los diez años, hasta hombres y mujeres cercanos al medio siglo de vida. Jerárquicamente acomodados, Emiliano y Cecilia Salinas Occelli son los únicos de playera verde y se ubican al centro. Los rodean los de playera naranja, luego los que visten la de amarillo, nivel en el que se hallan tanto Lourdes Salinas y Lilia Ruiz Salinas, esposa e hija del exgobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, como Marcela Gómez del Campo, hermana de la exsenadora panista Mariana Gómez del Campo. Finalmente, a las orillas quedan los alumnos principiantes, quienes portan camisetas blancas. Todos tienen una mano en la cintura, usan lentes oscuros, pantalón negro y sonríen forzadamente al festejado que, sentado en primera fila y vistiendo pantalón corto, espera ansioso para ver lo que le han preparado los mexicanos.

En una pantalla —que se encuentra al fondo del escenario del auditorio del YMCA— aparece la leyenda “Mexico City Center” y el DJ suelta la canción “Bomba” del congoleño Jessy Matador, quien en el video original dibuja con su mano cuerpos de mujeres mientras dice “bombastick”. Al ritmo de la música, un secuenciador de aplausos motiva a que los bailarines doblen la rodilla acompasadamente en tanto aparece el mensaje: “Ventas: Mejor seguimiento después de los intensivos. Más ventas cerradas”. Todos mueven piernas y cabezas. Ahora se lee: “Primer día Ethos. 9 primeros días Ethos en el último año. 49 nuevos participantes inscritos”, frases que se refieren a la cantidad de alumnos que se han inscrito al primer curso. El movimiento del grupo, que está atento a la melodía y a su letra (“bombastick, I like your bombastick, eeo”), se extiende de la cintura al torso, que va hacia adelante y hacia atrás. La formación se rompe y los logros del Mexico City Center se despliegan en la pantalla: “Más de 70 mujeres activas en Jness”, “30 niños inscritos en Rainbow”, “120 hombres activos en sop”. Los bailarines retoman la posición original y ahora los vemos hacer un pasito que consiste en llevar el pie izquierdo hacia atrás, luego el derecho, mientras sus puños suben rápidamente de la cintura al cuello. En este punto, Emiliano Salinas sonríe poco, pues parece concentrado en no equivocar la coreografía. Todos giran bruscamente y por un segundo dan la espalda al público; de nuevo voltean y, llevándose una mano a la frente, fingen un saludo militar cuando miran al líder. Otra andanada de coros (“bombastick, eeo”) es la señal para que se paren de perfil, extiendan los brazos —uno adelante y otro atrás— y muevan las caderas de un modo que se puede definir como sensual.

Después de dos minutos de música, el DJ finaliza la canción y todos se quedan quietos en la posición del último paso. Con playera verde y pantalón de mezclilla roto de las rodillas, Alejandro Betancourt sube al escenario y, micrófono en mano, deja ver que los discursos no son lo suyo: “Éste es el equipo de la Ciudad de México. Y estamos aquí para invitarlos a todos ustedes a visitarnos en México, nuestro país. Y estamos aquí para celebrar a todos, pero particularmente el cumpleaños de Vanguard. En lugar de cantar unas largas “Mañanitas”, vamos a cantar una versión latina del happy birthday”. Betancourt baja del escenario y los danzantes esperan los primeros acordes de una salsa para moverse al compás de ese ritmo. Emiliano ya sonríe nuevamente. “Ésta es la Orquesta Tabaco y Ron deseándote muchas, muchas, muchas… ¡Felicidades!”, gritan los 50 mexicanos a Raniere mientras describen un arcoíris con sus brazos. Cuando entran todos los instrumentos de la Orquesta Tabaco y Ron, los paisanos se sueltan. Pierna a la izquierda, pierna a la derecha. Los brazos, doblados al frente, suben y bajan; los más versados hasta hacen temblar sus hombros. Un típico baile con sabor latino. Cuando el de la voz ensaya el primer “happy birthday to youuu”, los miembros del grupo levantan el brazo derecho, sacuden sus manos, giran y dan media vuelta. El movimiento se repite, aunque en sentido contrario, y quedan de frente otra vez. De nueva cuenta el “pasito pa’llá, pasito pa’cá”, y en el “cumpleaños feliz, te deseamos a ti” extienden los brazos hacia el siniestro creador de la secta que ese año marcó a más mujeres en la cintura con su nombre que en ningún otro momento.

Al terminar la canción, llega el turno de Cecilia Salinas Occelli: “Vanguard, feliz, feliz cumpleaños. Gracias por darnos la oportunidad de construir esto, no sólo de hacer un gran equipo, sino de tener una gran familia. Muchas gracias, te amamos”. Otros segundos de silencio. El coro continúa dando la espalda al auditorio que, con la mirada fija en la pantalla, ve pasar atentamente las fotos de los cursos y talleres impartidos en México. Luego el grupo de mexicanos camina mientras sus integrantes se dan la mano unos a otros; recorren todo el escenario, en un último intento por desbordar de cursilería la secuencia ensayada. Finalmente es Emiliano Salinas, el líder de la empresa en su país, quien se decide a hablar.

Mientras en la pantalla aparecen imágenes del centro de la Ciudad de México, de las pirámides de Teotihuacán y de diferentes sitios turísticos, exclama: “Ciudad de México, una de las más grandes y pobladas ciudades del mundo. En esa ciudad todo mundo tiene prisa; nadie tiene tiempo de ver alrededor y mirar a los otros. De hablar unos con otros. En ese lugar no hay espacios disponibles, espacios para conectar, espacios para crecer juntos, para vivir entre nosotros. Ésta es la comunidad de ESP en la Ciudad de México. Y queremos invitarlos a todos ustedes a ser parte de ella. Queremos que ustedes vivan la experiencia y sientan la visión del verdadero corazón de México. Queremos que todos ustedes llamen a la Ciudad de México también su casa”.

La presentación de la delegación finaliza sin que se haya notado un solo error en la coreografía, lo cual demuestra el empeño y las horas dedicadas a ensayar el baile de aquella noche tan especial.

La madrugada del miércoles 12 de septiembre de 2001 —luego de que ESP México impartiera sus cursos en el Planetario Alfa de Monterrey y horas después de los ataques terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York— se desató una tormenta de dimensiones épicas que provocó los desbordamientos del río La Silla y del arroyo El Obispo y que, de igual modo, anegó las calles de la capital del estado de Nuevo León. Las autoridades de todo el sistema educativo tuvieron que suspender clases y se reportaron cuantiosos daños materiales, además de que hubo decenas de heridos, un ahogado y cientos de familias afectadas, según informó a la mañana siguiente el diario local El Norte.

Pero pasada la tormenta, nadie logró detener la nueva oferta de superación personal que acababa de ser presentada en la ciudad. No era tarea sencilla, pues Keith Raniere manejaba con suficiencia nociones de matemáticas, física y psicología que le permitían ocultar, a través de rústicos brochazos de tales especialidades y bien acabados eufemismos, su recién creado grupo de culto: “Es una compañía que promueve el potencial humano y la ética a través de programas de desarrollo personal y profesional, capacitaciones corporativas y un programa integral de entrenamiento personal”, decía el currículum de Keith Raniere publicado en la página web de Nxivm.1

Al día de hoy se entiende el furor por los cursos, pero no el que nadie hubiera detectado que esa escuela encajaba en la definición de “coaching coercitivo”, que expertos mexicanos, como los doctores Héctor Cerezo Huerta y Jaime Eduardo Calixto González, definieron como: “Un conjunto de cursos, talleres o entrenamientos con un esquema multinivel, operación piramidal y dinámica sectaria, a los cuales se accedeatravés de un enrolamiento comercial y en los que se usan sin propósitos terapéuticos ni marcos éticos; estrategias de persuasión coercitiva bajo la falaz premisa de modificar creencias limitantes y generar una reconstrucción en las personalidades de los participantes”.2

Sin embargo, no hubo manera de que ESP se pudiera quitar ese estigma, pues desde el curso introductorio —llamado Ethos— a los estudiantes mexicanos se les entregaba el manual Reglas y rituales del estudiante, en el cual se advertía sobre lo que vendría después: “ESP es un programa completo de desarrollo profesional y personal diseñado para crear personas integradas y enteras. Esto requiere descubrir desintegraciones e inconsistencias en tu sistema de creencias y en tu comportamiento […]. En ocasiones esta autoconciencia puede ser incómoda ya que puede inspirar patrones de evitación”.3 Esto quería decir que el alumno iba a ser reprogramado, aunque se resistiera.

“El viernes 26 de agosto de 2016, justo el día del cumpleaños de Raniere, se levantó el telón rojo del escenario y dejó ver a medio centenar de mexicanos que, todos de pie, parecían posar para una foto: desde una niña que rondaba los diez años, hasta hombres y mujeres cercanos al medio siglo de vida.”

Raniere se cuidó muy bien de no incluir el concepto “coaching”, porque sabía que éste era una evidencia de que, en efecto, dirigía un culto. Pero en lo que sí terminó siendo bastante descuidado fue en exhibir su propia personalidad, que encajaba perfectamente en la definición que dio el psicólogo y psicoterapeuta español Miguel Perlado: “Hablar de secta no es necesariamente peyorativo ni se acusa a nadie, sino que describe el funcionamiento y la estructura de un grupo fundado por un gurú carismático y autoproclamado, donde no se permite ningún cuestionamiento o crítica, se exige una obediencia ciega, y se utilizan recursos de control de la personalidad de manera sistemática”.4

Mientras tanto en México, al hecho de asumir lo que les dijo Raniere sobre su pasado, los adeptos cumplían con lo que se les exigía en el manual Reglas y rituales del estudiante: colgar en sus casas u oficinas las fotos del Vanguard y la Prefect, a quienes también se debía reverenciar al entrar o salir a cada una de las sesiones, “agradeciéndoles por haber creado ESP”. Asimismo, la veneración que los alumnos estaban obligados a mostrar contemplaba ponerse de pie cuando un superior entraba en un salón, como cuando “en una corte ingresa el juez”.

Calculando las dudas que despertarían estas órdenes marciales, los redactores se adelantaron y aclararon en ese mismo manual: “Rendimos un tributo no religioso, no sagrado, no místico. Las reglas, rituales o métodos de ESP no deberán, bajo ninguna circunstancia, considerarse como contenido religioso o místico pues cada ritual tiene su explicación”. ¿De verdad tenía explicación que, al inicio de cada sesión y tras un aplauso colectivo y sincronizado, el grupo utilizara tres minutos en repetir la declaración de la Misión de doce puntos y luego seguir negando que era un culto? “Estamos comprometidos con nuestro éxito”; “No hay víctimas finales, por lo tanto, no elegiré ser una víctima”, “La gente controla el dinero, la salud y los recursos del mundo, así que es esencial para la supervivencia de la humanidad que esas cosas sean controladas por personas éticas y exitosas” eran las frases que se coreaban todos los días antes de cada actividad.5

No obstante, no fue responsabilidad exclusiva de quienes ingresaron a la secta Nxivm el nulo cuestionamiento a los orígenes y veracidad de la organización. Tampoco es un mal propio de los nexianos de México que no supieran discernir entre una terapia y un culto, ni es su culpa que no se dieran cuenta del momento en que se internaron en los farragosos terrenos de una devoción. “México puede ser considerado, sin duda, la meca de las sectas”, nos dice la investigadora Myrna García desde su residencia temporal en la República Checa. La también titular de la Red de Apoyo para Víctimas de Sectas asegura que México es un país cuyas características históricas y culturales, así como su idiosincrasia mítica y mágica, se mezclan con lo religioso. De ahí que las numerosas ofertas en la vitrina de la autoayuda se conviertan en opciones ante “la necesidad de buscar soluciones a conflictos económicos, sociales, laborales, de salud o familiares”.

Si alguien definió el espíritu religioso del país, ése fue el papa Juan Pablo II, quien en su primera visita en 1979 dijo: “México siempre fiel”. Máxima que, en este caso, no sólo se aplicaría a los cultos dominantes. Como segundo país con más católicos en el mundo después de Brasil y con un 5% de ciudadanos que dicen no profesar ninguna religión, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), México ha convertido uno de sus más reconocidos refranes, “el que no conoce a Dios a cualquier santo le reza”, en un faro que abre todas las posibilidades de la espiritualidad. Porque en el muy noble objetivo de hallar los bálsamos a las transformaciones inmediatas o al bienestar físico, espiritual o profesional, caben todos los cultos, sectas e iglesias. Por citar un par de ejemplos, tenemos al Coaching de la Vida, que promete “alcanzar tu mayor grado de potencial”, y el Instituto Mundial de la Vida Impersonal, que ofrece la posibilidad de lograr cambios verdaderos mediante sus cursos Conócete a ti mismo y Transforma tu vida.

En México se han consolidado sectas tan diversas como Herbalife y los cultos al santo Jesús Malverde o a la Santa Muerte. Pero también métodos o disciplinas como la angeloterapia, la magnoterapia, el masaje craneosacral, la terapia de la risa, los cantos devocionales, la lectura del agua, las respiraciones ováricas, las constelaciones familiares, la sanación con cristales de cuarzo, los tratamientos con chocolate, la meditación con cuencos tibetanos y gongs o, incluso, el contacto extraterrestre a través de la constelación de Orión. De modo que en el país donde se le cree más a un gurú que a un científico siempre llevará una ventaja aquel que presenta algo que, en un primer vistazo, se mira tan bien elaborado como el “cuestionamiento racional” (rational inquiry), que Raniere aseguraba haber inventado y del que, durante años, esperó obtener una patente. “Las sectas comienzan así”, afirma de nueva cuenta Perlado: “Alguien ‘descubre’ una nueva técnica, un nuevo sistema, que puede ser anodino, absurdo, un refrito de muchas cosas. Luego esa técnica se transforma en método que vale para todo tipo de pacientes. Al final se entregan diplomas, pero antes se crea una entidad y antes se reviste ‘profesionalmente’. Ésas son las estrategias y el leitmotiv que siempre se sigue: técnica, método, escuela, graduación, formaciones”.

Así que para los alumnos mexicanos resultó más sencillo creer en la insuperable inteligencia del “científico, matemático, filósofo, emprendedor, educador, inventor y autor con una vida dedicada al estudio de la psicodinámica humana y al desarrollo de nuevas herramientas para el empoderamiento, la expresión y la ética”,6 que tratar al menos de investigarlo, ya no digamos desmentirlo.

En el desarrollo de su estrategia para atraer seguidores, Keith Raniere sumó otras flagrantes mentiras, como la de haber transformado “una organización de cinco personas en una corporación de casi 400 mil en sólo dos años”, en una compañía que generó “un estimado de mil millones de dólares en ventas de productos y servicios en su segundo año completo de negocios, algo que lo convirtió en millonario a la edad de treinta años”.7 La realidad es que no tenía ni siquiera para pagar los 40 mil dólares de multa que le impuso un juez en Nueva York cuando se descubrió que Consumers Buyline Inc. era un fraudulento esquema piramidal. Tuvieron que llegar las hermanas Sara y Clare Bronfman en 2001 a prestarle el dinero que necesitaba para solventar esa deuda.

Aun así, los primeros mexicanos inscritos en los cursos no tuvieron necesidad de investigar aquello que sonaba tan grandilocuente en el currículum de Raniere, por el contrario, se concentraron en difundir el engaño y convertirlo en estrategia de ventas: “¿Sabías que tomé un curso hecho por el hombre más inteligente y ético del mundo y que, además, me invitó a salvar el mundo?”. El mismo manual Reglas y rituales del estudiante tenía el propósito de preparar a los alumnos para que fueran vendedores de cursos, con lo cual podían obtener promociones y recibir “rayas” si lograban enrolar a otros en la pirámide. El “Enunciado de necesidad” recomendaba: “Dile a la persona lo que necesitas de ella, por ejemplo ‘acabo de conocer este programa increíble llamado Executive Success Program y quiero hablarte de él. Creo que es lo mejor que he hecho por mí en años y pensé en ti’”. No es cierto que a Nxivm y a ESP llegaran sólo recomendados de clientes satisfechos, sino que existía un muy bien aceitado sistema de ventas basado en el engaño.

Se sabe que el primer mexicano en acudir a las aulas en Albany, Nueva York, y que además llevó el curso al Planetario Alfa en Monterrey fue Édgar Boone. Pero el que realmente lo puso de moda y provocó su explosión fue Emiliano Salinas Occelli. Gracias a él se involucraron personas con nombres y apellidos ligados a la política, como los de su hermana Cecilia Salinas y su madre Cecilia Occelli González, quien llegó a convertirse en instructora nivel amarillo. A los cursos también se inscribieron Ana Cristina Fox, la hija de Vicente Fox; Fabiola Sánchez de la Madrid, nuera del expresidente Miguel de la Madrid; y María Alejandra del Carmen González Anaya, hermana de José Antonio González Anaya, quien fuera director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), titular de Petróleos Mexicanos (Pemex) y secretario de Hacienda durante la presidencia de Enrique Peña Nieto (2012-2018). De igual forma, tomaron cursos en ESP Clara Luz Flores, alcaldesa de Escobedo, Nuevo León (2018-2021), y empresarios como Juan López de Silanes Blanco, socio de los laboratorios Inosan Biopharma y uno de los que defendió a Nxivm en enero de 2018 cuando Raniere, para evadir la justicia, se escondió en una casa de Puerto Vallarta. En relación con el crecimiento de su empresa, en un comunicado que se publicó en medios como Publimetro, López de Silanes Blanco apuntó: “Llevo haciendo esto durante los últimos siete años y he podido hacerlo gracias a las herramientas que ESP y Keith Raniere han proveído en mi vida”.

“De modo que en el país donde se le cree más a un gurú que a un científico siempre llevará una ventaja aquel que presenta algo que, en un primer vistazo, se mira tan bien elaborado como el “cuestionamiento racional” (rational inquiry), que Raniere aseguraba haber inventado.”

Pero esa declaración, que Juan quiso hacer pasar como una opinión espontánea, formó parte de una desesperada estrategia que los fieles mexicanos diseñaron para apoyar al gurú en desgracia. El plan era enviar comunicados o contactar a conocidos en los medios de comunicación con el fin de contrarrestar la imagen desfavorable de Raniere, quien ya comenzaba a mostrar su verdadero rostro. Así fue como entre octubre de 2017 y marzo de 2018 se publicaron decenas de ese tipo de notas que pretendían evitar el desmoronamiento de la Misión. En una de ellas, con fecha 19 de enero de 2018, Federico de la Madrid, miembro de Nxivm e hijo del fallecido expresidente mexicano Miguel de la Madrid, dio su espaldarazo al prófugo Raniere. En el portal de Milenio, Federico aseguró que gracias a ESP tuvo una visión distinta de la vida, pues pudo impulsar valores como la integración familiar y desarrollar su potencial humano: “Lo que yo conozco de este equipo de colaboradores es que promueven el trabajo conjunto y la cooperación tanto a nivel profesional como personal”. Al parecer lo que desconocía era que su líder operaba desde la oscuridad y a través de una empresa criminal.

La abogada Anabella Pezet, quien tiene un blog en el diario Excélsior, cinco días después del reportaje en el que The New York Times exhibió a Raniere, declaró a La Prensa que ESP era “el mejor curso de entrenamiento personal”. Pezet, por cierto, convirtió su blog del 22 de diciembre de 2017 en una alabanza a Anima Inc., la empresa que fundaron Raniere y Alejandra González Anaya.

Karla Bres, diseñadora por la Universidad Anáhuac, el 16 de febrero de 2018 manifestó en La Silla Rota: “Todo lo que sé en mi vida, todo lo que he aprendido, no se le acerca nada a los 15 días de intensivos que tomé en ESP, que me ha dado claridad y certeza de lo que hoy soy y quiero darles las gracias por eso”. El esposo de Bres, Rolando Ugalde Mercado, presidente de la empresa transportista Grupo Cargo, el 30 de enero de 2018 declaró a El Occidental: “ESP proporciona herramientas para alcanzar el éxito”.

La cargada continuó con Verónica Baz, quien como articulista del diario Reforma puede ser considerada líder de opinión. De manera escueta, en un comunicado publicado en La Prensa, el 13 de febrero de 2018 expuso que los “programas de ESP ayudaron a desarrollarme”. Por su parte, el 24 de febrero de 2018 la actriz María Colla aseguró que, después de los primeros cinco días, ESP le cambió la vida: “quería seguir creciendo, seguir estudiando y empecé a ver cambios impresionantes en todas mis relaciones, en toda mi vida, mucho más libre y armónica”. Las declaraciones de la que también es esposa de Pablo Monroy, fundador de la farmacéutica Genomma Lab, las retomó el diario La Razón y el portal de Televisa News.

La seleccionada nacional de taekwondo, Paulina Armería, se unió a la lluvia de elogios. El 6 de noviembre de 2017, aclaró a El Heraldo de México que ESP había cambiado su perspectiva de vida. En un video comentó que fue su mamá quien le recomendó el curso y “decidí probar esta herramienta que comenzó a cambiar mi vida en todos los ámbitos; desde el primer mes se vieron cambios muy notorios”.

Como ya se mencionó, todas estas declaraciones tenían mucho en común: aparecieron en el periodo que va de finales de octubre de 2017 a los últimos días de marzo de 2018. Ni antes ni después de esa fecha hay otras muestras de apoyo a Raniere en medios mexicanos. En todos los casos, las notas se publicaron en las versiones web de los medios citados y aparecen con los conceptos de “especial” o “redacción”, es decir, sin la firma de ningún reportero.

A decir de un experto en ventas web, consultado para esta investigación, eso significa que, efectivamente, se pagó una campaña que quiso hacerse pasar por espontánea y en la cual se involucró a las personas citadas. Parte de la misma maniobra fueron las declaraciones de Emiliano Salinas (“en ESP actuamos con respeto”), que difundieron 20 Minutos y unomásuno en diciembre de 2017; del abogado Diego Díaz Durán, que el diario Excélsior incluyó en la nota “Empresarios de Nxivm denuncian extorsión de empleados”, publicada el 17 de diciembre de 2017; y de Alejandro Betancourt (“ESP opera de manera normal en México y nuestras operaciones están apegadas a derecho”), emitidas horas después de la detención de Keith Raniere (el 26 de marzo de 2018) y que medios como La Prensa subieron a su portal. Incluso el 2 de abril apareció un comunicado en el que la organización asegura que “la metodología de cuestionamiento racional que impartimos en México, bajo el nombre de Executive Success Programs (ESP)” se fundamenta “completamente en el respeto a los derechos humanos y, por supuesto, [está] apegada a todo tipo de marco legal”. Y termina con una mentira tan flagrante como inmoral: “Es importante aclarar que los directivos de ESP México no tuvimos conocimiento previo de las denuncias realizadas contra el señor Keith Raniere, ni de las supuestas prácticas ilegales que involucran a éste”.

Aquella agudeza que se mostró al encabezar un frente común, tras detectar que se estaba cometiendo una supuesta injusticia contra ESP, no la tuvo ninguno de los mexicanos para sospechar que, desde el arranque de Nxivm, Keith Raniere ya padecía dos desórdenes que son la marca de cualquier gurú: el Trastorno de Personalidad Antisocial (tpa), aquel por el que se infringe daño a los semejantes sin experimentar la más mínima compasión; y, sobre todo, el Trastorno Narcisista de la Personalidad, que permite al individuo sentirse como alguien sobrenatural que necesita poder, reconocimiento, admiración y ser idolatrado de forma ilimitada. Una combinación que no podía más que concebir un tirano que se consideraba a sí mismo como el más atractivo, amante excepcional e insuperable en cualquiera de los rubros en los que se le quisiera retar. Desde su nube de egolatría concebía retorcidos proyectos que parecían estar bien estructurados, pero que al final no resistían un mínimo análisis. De ahí la secrecía asentada en sus Reglas y rituales del estudiante, específicamente en el “Acuerdo de Confidencialidad”, en el que se ordenaba “mantener los materiales de Cuestionamiento Racional en secreto”, pues “fueron adquiridos a un alto costo de tiempo y esfuerzo y su uso no autorizado constituye robo y causará daño irreparable”.8

Gracias a tantas muestras de fe y devoción, en algún momento México se convirtió en la plaza más importante para el crecimiento de Nxivm, pero ni siquiera eso convenció a Vanguard para viajar muy seguido a ese país. Quien deseara verlo en persona debía realizar la travesía hasta su refugio en Albany, ya fuera para acudir a un curso que completara su formación o para asistir a la V-Week. Una vez ahí, había que aguardar varios días, pues él normalmente estaba muy ocupado. Así que la única oportunidad era en los juegos de voleibol nocturnos, a donde llegaba rodeado de esa aura de divinidad, en un ambiente cuasirreligioso lleno de rituales que solían montar él y su staff. El mensaje era: “¿Quieres tener al gurú cerca, verlo con regularidad? Pues vente a vivir a Halfmoon, Nueva York, e intégrate a las actividades de la empresa”. Y eso fue justamente lo que hicieron decenas de mexicanos, que cubrieron las incontables fuentes de empleo sin remuneración alguna: desarrolladores, redactores, esclavas, asistentes o simples parejas sexuales.

La lista de quienes cambiaron de residencia la encabezaron la regiomontana Rosa Laura Junco de la Vega, hija del fundador y principal accionista del diario Reforma, y Loreta Garza Dávila, hija de empresarios coahuilenses. Por su parte, Camila, Daniela y Mariana,asícomosuhermanoAdrián,llegaronaviviralapartamento que compró su padre, Héctor Fernández. Entre las personas que también se trasladaron a Halfmoon estuvieron Ivy Nevares, una capitalina aspirante a ser escritora; la empresaria tamaulipeca Mónica Durán y el incipiente crooner Farouk Rojas. Asimismo, Daniela Padilla y Adriana Castelazo se convirtieron en nuevas neoyorquinas ilusionadas con la idea de empoderarse y, paradójicamente, dispuestas a soportar el sutil abuso psicológico y a modificar creencias y cosmovisión, pues pensaban que eso era parte de su crecimiento. Todas ellas se volvieron ciegas fanáticas del neoyorquino, a quien le soportaron maltratos, indiferencias y, en algunos casos, hasta rechazos.

Keith Raniere se insertó en el mercado mexicano a través de personajes poderosos e influyentes, y lo hizo de forma alevosa, con la motivación de un beneficio económico y sexual. Pero también sería injusto no mencionar la cascada de clientes satisfechos que manifestaron haber sacado provecho de lo aprendido en ESP. “En mis primeros cinco días me la pasé increíble, me dejé llevar; descubrí cosas de mí que no había querido ver. El método realizó ajustes permanentes en mí. Conocí gente increíble, reajusté cosas de mi matrimonio; la verdad no tengo queja”, suelta el coach Ramón, quien condicionó su testimonio si se respetaba su anonimato.

“Gracias a tantas muestras de fe y devoción, en algún momento México se convirtió en la plaza más importante para el crecimiento de Nxivm.”

La empresaria colombiana, pero radicada en México, Ana María Consuegra lo secunda: “ESP ha sido un parteaguas en mi vida. En los seis años en el programa, recuperé mi capacidad de soñar y pude confiar en que mi trabajo me puede llevar a lugares que percibía como inalcanzables”.

Aunque la periodista Maayan Tuati Saraga, que fue alumna y luego coach, les responde: “He hablado con gente después del juicio y me dicen: ‘Bueno, Keith será lo que quieras, pero mi crecimiento nadie me lo quita’. Y yo me pregunto: ¿cuál crecimiento, de qué hablas?”. Maayan desglosa las enseñanzas. Asegura que la neurolingüística del curso del primer nivel está diseñada para hacer un reajuste de ideas, para despojar al alumno de sus sentimientos con el objetivo de que acepte que todo lo que va a sucederle es parte de un proceso normal. Al final todos terminaron repitiendo los mismos patrones, como se mostró en la campaña de medios cuando Raniere estuvo prófugo. “Las herramientas son lo mejor que puedes tener”, decían. Pero Maayan insiste: “¿Cuál originalidad y crecimiento? ¿No te das cuenta? No te dieron herramientas, sino que te entrenaron para creer en una fe, como los reos en las cárceles cuando se vuelven religiosos. Aquí la religión eran las enseñanzas de Keith y sus diez mandamientos lo que se leía antes de cada clase”.

La academia Raniere en México, a la que pertenecían estos y otros coaches más, era el ejemplo perfecto del esquema piramidal, incluso en lo académico. Lauren Salzman, quien previamente ya había sido entrenada por su mamá Nancy Salzman y por Keith Raniere, llegaba a México y capacitaba a un grupo. Édgar Boone, Rosa Laura Junco de la Vega o Emiliano Salinas también podían llevar a cabo esa tarea. A su vez, los alumnos debían tomar más cursos y comenzar con su labor de tutores, aunque sin cobrar nada porque era su responsabilidad seguir capacitándose; la intención era llegar a portar el color amarillo en su sash (faja). Y enseñaban gratis porque si seguían “tomando cursos y recibiendo herramientas, entonces recibes más de lo que das”, fórmula mediante la cual muchos comenzaban a endeudarse con la empresa.

“Todos querían pertenecer a la élite del grupo”, recuerda el coach Ramón. Y los que escalaban al color naranja, los llamados “proctors”, una especie de supervisores, se burlaban de los que llevaban la cinta blanca, pues nunca tenían posibilidad de subir de escalafón. Les llamaban los “forever white”, que era el perfil del estudiante que no tenía ni tiempo ni dinero para estar pagando viajes y talleres, mucho menos para cumplir horas de trabajo gratuito. “Entonces sólo los naranjas ganaban algo de dinero, aunque también podías generar ingresos si de plano te metías como agente de ventas de los cursos”, continúa Ramón. Pero aclara que, de cualquier modo, los proctors y vendedores debían seguir invirtiendo para seguir jugando, como si fueran apostadores en Las Vegas. La casa nunca perdía. Además, como varios de los altos rangos ya eran ricos antes de entrar, pocas veces se resentían las mermas. Este esquema de trabajo forzoso, de trabajar gratis y de endeudamiento tomando cursos, bien valía la pena porque, se les decía a los alumnos, eso los acercaba cada vez más a la punta de la pirámide donde reposaba Keith Raniere. Eso lo justificaba todo.

Cerezo Huerta, Calixto González y Espinoza Martínez aceptan que el rol de los coaches dentro de las sectas es complejo, sobre todo porque alude a “una figura falaz, a la usurpación de profesión, al intrusismo disciplinario y a infinidad de sujetos sin formación ni entrenamiento psicológico, pedagógico y ético-moral para inducir, acompañar y monitorear procesos de cambio”.9 La actriz Catherine Oxenberg narró en su autobiografía un episodio que retrata el comportamiento improvisado de los coaches mexicanos. Durante el curso “Valores familiares”, que se llevó a cabo en las instalaciones de ESP México, se abordó el tema del aborto. El coach en turno preguntó lo que pasaría si una mujer violada quedara embarazada. “Es probable que estos hombres nunca hayan cambiado un pañal”, pensó la actriz, quien en su libro escribió que ha aceptado vivir con secuelas emocionales tras practicarse un par de abortos, decisiones que desearía no tomara ninguna mujer. Así que ella se encendió cuando alguien del grupo argumentó: “Nunca hay razón alguna para terminar con una vida”. El comentario hizo llorar a una alumna que había sido violada. Fue entonces que Oxenberg gritó: “¡Eso es una tontería!”. Ella se puso aún más furiosa cuando le recordaron una de las “enseñanzas” de la Misión de doce puntos: “No hay víctimas definitivas en este mundo”.

—¡¿Me estás diciendo que las mujeres son responsables de su propia violación?! —replicó Oxenberg.

La actriz entonces entendió cómo el texto que se repetía diariamente era la preparación para permitir los abusos de Raniere o de alguien más.

—No elegiré ser una víctima —concluyó Catherine.

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