Con un plantel repleto de estrellas millonarias, Francia asoma como la gran favorita en la final del Mundial. Para el defensor Dejan Lovren, ese es el escenario ideal para enfrentar la cita más trascendental en la historia del futbol croata.
Con una población de 4.3 millones y una historia de conflictos, se puede entender esa actitud. Habría que remontarse a la consagración de Uruguay en 1950 para encontrar a un país con tan escaso número de habitantes que se abre paso en la Final de la Copa del Mundo.
Los jugadores de la Selección croata nacieron justo cuando Croacia se formó como nación independiente tras las guerras que dividieron la ex Yugoslavia al inicio de la década de los 90. Lovren y el volante Luka Modric fueron refugiados en su niñez.
Croacia es un país con una economía inestable. Y su futbol padece con la violencia de los hinchas, la corrupción y la influencia de la política.
Es un país que hace fuertes a sus deportistas.
La clave de la gran campaña de Croacia, según Lovren, obedece a “nuestra mentalidad”.
“La guerra, todas esas cosas e incluso el actual presente no es el mejor”, dijo. “Es increíble la cantidad de talentos que surgen en nuestro deporte”.
Hace dos años, la participación de Croacia en la Eurocopa de 2016 quedó empañada por los incidentes que sus hinchas protagonizaron en las tribunas al lanzar bengalas a la cancha para protestar contra la dirigencia de la federación nacional. Un año antes, la imagen de una cruz esvástica fue trazada en el césped en el estadio donde enfrentaron a Italia por las Eliminatorias de la Eurocopa 2016.