“El beisbol es un deporte que nunca va a terminar, algo bonito, es el deporte donde las jugadas no terminan, más las acciones y emociones que se acumulan”, aseguró el exgrandes ligas Ángel Batista, un gran talento dominicano que es naturalizado mexicano, que sufrió pero consiguió ser una estrella.
A su edad, el pelotero dominicano se niega a colgar su guante y bate en un armario, se retiró como profesional dentro del campo hace unos ayeres, en la actualidad se dedica a transmitir sus conocimientos a sus alumnos.
Originario de Santo Domingo, República Dominicana, ahí se enamoró del beisbol a los diez años, encaminado por su padre, con un poco de miedo inició su practica en la Liga Quezada Cruz en República Dominicana.
Siguió encaminado por el deporte de la pelota caliente, donde aconsejado por su padre, siempre impulsándolo a seguir adelante, sus pasos eran agrandados y después terminó jugando en la Liga Luis Martínez.
Para después ser llevado a la liga Manuel Mota donde nunca esperó a salir a los 15 años, Ángel Batista era un objeto de burlas para muchos, en una ocasión ya en esa liga amateur a sus once años en un juego de playoffs se ponchó y un compañero se burlaba de él.
Ahí fue donde Ángel dio el gran paso en su juego.
“En aquella ocasión que me pasó lo del strike out yo me hice una promesa y a mi compañero, de que jamás nadie se burlaría de mí dentro y fuera del terreno de juego”.
Como deportista nato fue competitivo donde se presentara, vivía con la ansiedad de ser una estrella, al cabo de dos años Ángel Batista comenzó a destacar en todos los ámbitos, así los visores de diferentes equipos comenzaron a preguntar por él.
“Era tanto el talento que demostraba sin pensar en la magnitud de mis habilidades, a los quince años firmé mi primer contrato con los Rays de Tampa Bay en las Grandes Ligas, no podían dar a conocer mi edad por ser menor”.
Al atleta Ángel Batista lo firmaron mediante una llamada telefónica para así ser el primer pelotero dominicano en las filas de Tampa Bay, equipo que nunca antes había tenido un extranjero de República Dominicana.
El triunfo llegaba para él al comenzar a ser titular en el equipo, en un juego durante la novena entrada el 23 de junio del año 2000, corrió por un elevado a dos metros de él lesionandose la muñeca derecha terminando así el sueño de Grandes Ligas.
Durante tres años permaneció fuera del terreno de juego, comenzó a estudiar, su padre comenzó a alentarlo a la edad de 23 años para que regresara a pisar nuevamente el césped en el outfielder, aceptó la propuesta de su padre y regresó.
Rememoraba su primer turno lleno de nervios en Grandes Ligas donde se ponchó y toda su trayectoria le impulsaba a seguir adelante, por primera vez el dominicano llegó a México en el año 2000 para entrenar.
Después de su lesión regresó a la República Mexicana para participar en un cuadrangular en Delicias Chihuahua, donde llegó con varias estrellas del beisbol en México, muchos se fueron a Estados Unidos y otros optaron por quedarse.
“Venía de una etapa muy dura en mi vida, me contactó Guillermo Colón, quien en ese entonces era dueño de los Tuzos de Palaú, decidí aventurarme junto con otros dos peloteros, fuimos firmados por la institución, viajamos en camión hasta Palaú.
“Cuando bajé en el destino, recuerdo que dije Dios mío donde estoy, qué es esto, no sabía ni como se llamaba, era algo chusco, pero también preocupante no saber en dónde estaba, seguí adelante y no me fue nada bien en mi primera presentación”.
“Me fue fatal, me ponché cuatro ocasiones de siete turnos, el dueño del equipo me dijo qué te sucede, yo le dije que si no lucía bien, que yo mismo colgaba la camiseta en el vestidor y me iría”.
“A raíz de ello las cosas me comenzaron a salir bien, nuevamente regresaba el Ángel Batista del año 2000, aquel que triunfaba en Grandes Ligas, lamentablemente en el segundo juego choque con el receptor, en una jugada tomó mi pierna izquierda y otra vez recaigo”.
Batista no finalizo ahí, en el IMSS de Palaú conoció a una enfermera con quien después convivió en una posada de la institución y ahí conoció al amor de su vida, Priscila Gaytán, con quien unos años después formaría familia con sus dos hijos Lía Camila y José Ángel Batista Gaytán.
“Mis mejores años vinieron después al formar parte de las filas del Águila de Veracruz donde me fue bien, los mejor de mi carrera llegó en el año 2008, conseguí ser campeón de bateo, el mejor robador de base, líder de empujadas.
“Así fue como por dos años, todo esto lo conseguí en la Liga del Norte, fue hasta el 2013 que me coroné campeón con el equipo de los Rieleros, donde obtuve unos logros individuales, poco a poco mi nivel fue dejando de ser el mismo, las lesiones que había tenido cobraban factura hasta que pase a ser maestro de este deporte”.
“Mis horas dentro del terreno de juego las disfruté de una manera muy bonita, deje mi vida dentro del beisbol, me mantengo ahora enseñando todo lo que yo aprendí”.
“Quiero agradecer mucho a mi familia, mi papá, mi madre, que siempre me impulsaron a seguir adelante a pesar de todas las dificultades, a ustedes Periódico La Voz por ser los primeros en dar a conocer mi carrera profesional, ya que mucha gente me conoce por lo profesional, pero ustedes me han abierto la puerta a dar a conocer mi vida, quiero enviar un abrazo a todos mis amigos, les deseo una muy Feliz Navidad y un Próspero Año 2018”.