POR: SAMUEL PEÑA GUZMAN
Para entender mejor el desempeño económico de México en las últimas dos décadas, es necesario hablar del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cual se encuentra en proceso de ser ratificado ahora bajo el nombre de T-MEC (Tratado de Mexico, Estados Unidos y Canadá).
Como es conocimiento han sido largas negociaciones que albergaron dramáticos episodios donde el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó seriamente con cancelar la participación de su país en el tratado, tal como lo hizo con el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, TPP. Sean o no promesas de campaña, Trump fue un obstáculo difícil de superar al momento de negociar la nueva etapa del TLCAN ahora T-MEC. El mismo primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, reconoció al final que su país tuvo que hacer algunas concesiones, de las cuales algunas fueron más difíciles que otras.
¿Qué vuelve tan relevante un tratado como éste para México? Primero hay que decir que nuestro país mantiene 13 acuerdos comerciales con 46 países, lo cual la vuelve la segunda nación con mayor número de tratados en el mundo, sólo superada por Chile. Sin embargo, de todos estos tratados, el TLCAN es el más importante en términos económicos, pero a la vez también esto constituye un problema al haber impedido una diversificación de mercados que pesa enormemente en momentos de crisis económica en la unión americana. Este dato ayudará a entender mejor la situación: más del 80% de su comercio está concentrado en EU. Se trata de un arma de doble filo, ya que dicho país constituye uno de los mercados más grandes del mundo, pero depender sólo de él es una mala apuesta, pues sus crisis pueden ser desastrosas para países como México, como ya lo hemos visto en episodios tales como la crisis inmobiliaria y automotriz del 2008.
Aún así no era opción para México renegociar el TLCAN. Había que luchar por su prevalencia, en el entendido de la gran dependencia económica que aún existe hacia ese mercado. Las distintas voces sociales no se ponen de acuerdo sobre si la balanza ha sido positiva para México en estos 25 años de acuerdo comercial, pero en general ha brindado al país el acceso a nuevas tecnologías para impulsar la producción de alto nivel y, por ende, crear oportunidades para mano de obra calificada. En todo caso también se ha argumentado que quien más gana es quien mejor infraestructura, tecnología e incentivos tiene, y con ello me refiero a Estados Unidos y a México en el último lugar.
No obstante, el T-MEC puede ser la oportunidad para mantener esa transferencia tecnológica que requerimos y ampliar las oportunidades para pasar a la manufactura de alto nivel industrial. Desde ese punto de vista es positivo que los jefes de estados de los tres países hayan refrendado la continuación de dicho tratado, al cual sólo le falta la ratificación de sus respectivas legislaciones para que entre en vigor, tarea que en México ya se cumplió. Sin embargo, todavía en este momento no se pueden echar las campanas al vuelo: las discrepancias entre demócratas y republicanos (Estados Unidos) y un posible juicio político a Trump, justo cuando planea reelegirse en 2020, ofrece un camino político entramado para cuestiones como el mismo T-MEC que, aunque ya fue firmado, sigue sin ser realidad, hasta no ser aprobado por el Senado de los Estados Unidos.
En definitiva, la situación política y diplomática de hoy dista mucho de la que reinaba en los años 90, cuando Carlos Salinas de Gortari, George W. Bush y Brian Mulroney firmaron el TLCAN. Incluso el expresidente Enrique Peña Nieto sorteó diversas vicisitudes para mantener una relación cordial con el nuevo gobierno de Trump. Los cambios de política, así como la presión de distintos grupos sociales, han impulsado la necesidad de un tratado distinto al que se firmó en 1992, dos años antes de su entrada en vigor.
Cuando se iniciaron las renegociaciones del T-MEC en 2017 los participantes tenían en mente mejorar las condiciones para sus naciones y, como dijo en su momento el hoy expresidente Enrique Peña Nieto, alcanzar un acuerdo de ganar-ganar-ganar, en referencia al beneficio que debería traer para todos y no sólo para uno o dos de los países, como las críticas han señalado sobre la desventaja de México frente a Estados Unidos. El 30 de noviembre del 2018 finalmente se concretó el acuerdo y se firmó en Buenos Aires por el presidente mexicano, así como por Trump y Trudeau.
De los cambios más significativos se encuentra un mayor acceso de los agricultores de Estados Unidos al mercado de lácteos de Canadá (según Reuters, a un 3.5% de él), además de incentivar una mayor producción doméstica de automóviles y camiones. También aumenta las regulaciones medioambientales y laborales de los países participantes, en un afán de ejercer un tratado sustentable y responsable socialmente. Algo también destacable es la introducción y actualización de la protección de propiedad intelectual. Para Trump, todos estos cambios dejarán a su país miles de empleos, al solucionarse problemas que el TLCAN de 1994 presentaba.
Es importante destacar que el acuerdo anterior consta de 22 capítulos en total, cuya esencia se enfoca en eliminar los obstáculos (aranceles) al comercio entre estas tres nacionales. El T-MEC, por su parte, cuenta con 34 capítulos, ampliando así el contenido con la idea de cubrir aspectos acordes a una nueva realidad económica. Aquí presento algunos de los cambios más importantes del nuevo tratado: en el capítulo 3, enfocado en agricultura, se incluyen disposiciones sobre biotecnología agrícola, donde los tres países se comprometen a impulsar la innovación en dicho sector.
En el capítulo 4 sobre las reglas de origen, se establece que cada componente de los automóviles que se fabrique debe cumplir con las proporciones establecidas de Valor de Contenido Regional (VCR) y Valor de Contenido Laboral (VCL). Este punto es particularmente importante porque el VCR establecido es del 75%, mientras que el VCL debe cubrir entre el 40 y 45%, dependiendo si se trata de un automóvil o camioneta.
Respecto al capítulo 7, de la administración aduanera y facilitación comercial, los firmantes se comprometieron a establecer un sistema de ventanilla única a más tardar el 31 de diciembre del 2018, la cual permita la presentación electrónica de los documentos necesarios para realizar las importaciones. Asimismo, respecto a medidas sanitarias y fitosanitarias, contempladas en el capítulo 9, los mandatarios buscarán homologar y hacer compatibles sus medidas sanitarias y fitosanitarias para reducir los obstáculos innecesarios en el comercio.
Otro tema importante es el del comercio digital, amparado en el capítulo 19, el cual establece que no se impondrán aranceles al comercio de bienes digitales (por ejemplo, programas de cómputo, video o audios). Sin embargo, los impuestos de otro tipo que cada país decida establecer en su territorio para regular el comercio digital están permitidos. Se trata de una disposición controversial, ya que plataformas como Facebook, Youtube ó Amazon podrán protegerse ante el contenido cargado a sus páginas por parte de los usuarios (evitando ser considerados los publicadores del contenido), lo cual los eximirá de quejas y demandas contra ellos. Otra particularidad es que también podrán bloquear material compartido cuando lo consideren inapropiado. Se trata de medidas de la legislación norteamericana que en nuestro país aplicarán a los tres años de que entren en vigor.
El capítulo 20, destinado al tema de la propiedad intelectual, impone medidas de protección y cumplimiento de los derechos de propiedad intelectual que permitan estimular la innovación tecnológica, la creatividad y la difusión del nuevo conocimiento. En otro tema, el capítulo 24 se designó para medio ambiente, donde se subraya que no se deberán implementar o usar leyes medioambientales para inhibir o restringir el comercio o a la inversión entre los miembros de este tratado. Algo también interesante es el capítulo 27, que aborda el asunto de la anticorrupción. En él, se plantea el rechazo a los sobornos, el desvío de recursos y el peculado. En ese sentido, la población deberá conocer los organismos anticorrupción para recurrir a ellos y denunciar los casos que detecten.
Por último, en las disposiciones finales del capítulo 34 se determina que la vigencia de dicho tratado será de 16 años, tras lo cual se renovará, si las partes lo desearan.
Si bien el exhaustivo trabajo que han realizado las comisiones negociadoras del T-MEC ha sido fructífero y prometedor, no podemos cantar aún victoria, en tanto el acuerdo no sea ratificado por las legislaciones de Estados Unidos y Canadá. México ya ha hecho lo suyo al respecto y realmente la parte que más preocupa a los especialistas es la que le corresponde al congreso norteamericano. En el orden de las cosas, es posible que este Tratado no represente una prioridad para ellos.
Por un lado, los legisladores se encuentran más ocupados en la controversia de proceder o no con un juicio político a Donald Trump, por lo que la confirmación del Tratado será postergada aún más de lo que ya ha ocurrido. En el inter, México podría no preocuparse ya que mientras el T-MEC no entre en vigor, se mantiene vigente el TLCAN. Pero, por otro lado, el presidente Trump ha demostrado ser un presidente sumamente impredecible e impulsivo, quien podría dar sorpresas en cuanto al tratado y salir de él, tal y como ya ha amenazado anteriormente. Todo podríamos esperar de este mandatario, desesperado por obtener un segundo periodo presidencial, así que como señalo, en el orden de las cosas, el T-MEC podría no ser prioridad.
¿Cuál debería ser nuestro plan B? Si el T-MEC no ve la luz pronto y, suponiendo, el TLCAN se tambalee por la continuidad de Estados Unidos en él, es indispensable tener una alternativa viable que dé certeza a los inversionistas de nuestro país, así como los que se encuentran a la espera de conocer lo que pasará para definir sus inversiones. Finalmente, este es el propósito de contar con una herramienta para el fomento del comercio, como es el TLCAN, ahora el T-MEC. El arranque del sexenio del Presidente Andrés Manuel López Obrador ha generado expectación, pero también incertidumbre en el sector privado en México, el cual no ve claros estos cambios, tanto de sistema de gobierno (izquierda), como el funcionamiento del nuevo T-MEC.
Es por ello que insistimos en la importancia de una diversificación de mercados y de un aprovechamiento integral de los acuerdos comerciales con los otros 45 países con los que se tiene Tratados comerciales. Nuestras exportaciones representan el 35% del PIB Nacional y prácticamente el 85% de nuestras exportaciones del país, son hacia los Estados Unidos. Es necesaria una mayor diversificación de mercados.
Twitter @Samuel_Pena_G
‘(*) EL AUTOR ES LICENCIADO EN DERECHO POR EL TEC DE MONTERREY –ITESM-, CON MAESTRIA EN DERECHO INTERNACIONAL (LL.M) POR AMERICAN UNIVERSITY, WASHINGTON COLLEGE OF LAW Y MAESTRIA EN ADMINISTRACION PUBLICA (MPA) POR THE GEORGE WASHINGTON UNIVERSITY. HA SIDO CATEDRATICO DE DERECHO DE INVERSION EXTRANJERA EN LA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO LEON –UANL. CATEDRÁTICA DE POSGRADO EN LA UNIVERSIDAD REGIOMONTANA UERRE. HA SIDO DIRECTOR DE INVERSION EXTRANJERA Y SUBSECRETARIO DE INVERSION Y FOMENTO INDUSTRIAL DEL ESTADO DE NUEVO LEON. ACTUALMENTE ES DIRECTOR DE GESTION Y RELACIONES GUBERNAMENTALES DE FINSA, LIDER DESARROLLADOR DE PARQUES INDUSTRIALES. LAS OPINIONES EXPRESADAS, SON EXCLUSIVAS DEL AUTOR Y NO REPRESENTAN LA DE LAS INSTITUCIONES CON LAS QUE EL AUTOR SE ENCUENTRA VINCULADO.