SAN BUENAVENTURA, COAH.- Para muchos, tejer bien sea con ganchillo o dos agujas es un arte, pero para María Elena Castillo Álvarez fue la solución y salida a una de las enfermedades más graves de los últimos tiempos, la depresión que se presentó después de sufrir un infarto; de eso hace más de un año lo que la sentenció a llevar una vida metódica en todos los aspectos.
Sobre la mesa lucen los tejidos que hace María Elena, sin embargo, detrás de ese arte está una vida de sufrimiento, de muchas lágrimas y tristeza derivadas de la depresión. Sin embargo, el amor de su esposo Eliezer de los Santos de la Cruz y de sus hijos Eliezer Alberto, Ángel ituriel, Nancy Yuribia, Víctor Arnoldo y Ana Isabel que nunca la dejaron sola, fue posible que con paciencia, tolerancia y mucho amor las cosas cambiaran para bien.
Fue una madrugada cuando repentinamente se sintió mal, de inmediato su esposo la llevó al médico y de ahí la trasladaron a otro hospital con el diagnóstico ya dicho: era un infarto y había que atender a tiempo de lo contrario la fatalidad se haría presente.
María Elena se recuperó físicamente, pero emocionalmente se devastó, el pensamiento de que podría morir de un momento a otro no la dejaba ni de día ni de noche, por más esfuerzos que hacía para aparentar que se sentía bien no podía y eso fue notado por todos, poco a poco el problema emocional fue ganando terreno al grado de que permanecía encerrada en su casa.
Fue un día, cuando al ver a su esposo que recogía las cortinas de la sala para que entrara la luz del sol por la ventana que ella reflexionó de lo que estaba pasando y se dijo a sí misma que algo tenía qué hacer para salir de ese bache emocional “es que no era yo, porque yo nunca había sido así”.
Hizo un enorme esfuerzo y le dijo a su esposo que la llevara a comprar hilos, agujas y todo lo necesario para tejer y comenzó una de las labores más legendarias en la historia de la humanidad, como es elaborar ropa tejida a mano.
Su pasión es tejer cobijitas de todos colores, gorritos de todos tamaños, bufandas, chales, etc., que con una vez que promovió en las redes sociales hoy es conocida por muchos que la buscan en especial mujeres que saben, son conocedoras de que el tejido es un arte y por lo mismo caro y que quien lo compra es porque valora el trabajo y no tanto el material.
Poco a poco María Elena fue saliendo del pozo emocional en que se encontraba y comenta con toda la tranquilidad del mundo que, “Dios nos ama a todos por igual, somos sus hijos y sé que fue él quien puso en mi mente la idea de tejer para distraerme, de hacer cosas que hasta a mí me encantan como son las cobijitas para bebé, eso me ayudó, además, por qué no reconocerlo, los médicos hicieron lo suyo al recomendarme que me distrajera.
Dice que un infarto es algo malo, porque el daño que sufre el corazón no se repara nunca y que sí, al principio tuvo miedo y que eso fue lo que la llevó a la depresión al pensar que de ahí seguía la muerte, hoy ve las cosas de manera distinta al contar con el amor de su esposo que nunca la deja sola, pero sobre todo que la apoya en todo lo que hace.
Sé que Dios nunca nos va a dar pruebas que no podamos vencer, para mí esta fue una prueba de la que tardé para salir pero lo hice y puedo asegurar que además del amor de mi familia, la distracción que lleva tejer a manera de terapia ayuda a ver las cosas desde otra óptica y puedo decir que como todos, estoy en las manos de Dios pero ahora más preparada emocionalmente.
Dios nos ama a todos por igual, somos sus hijos y sé que fue él quien puso en mi mente la idea de tejer para distraerme"
Su trabajo es reconocido.
Su pasión es tejer cobijitas de todos colores, gorritos de todos tamaños, bufandas, chales, etc., que con una vez que promovió en las redes sociales hoy es conocida por muchos que la buscan en especial mujeres que saben, son conocedoras de que el tejido es un arte y por lo mismo caro y que quien lo compra es porque valora el trabajo y no tanto el material.
