Esta semana dediqué muchos minutos de los espacios informativos que tengo a mi cargo para hablar de Donald Trump. Los temas fueron variadísimos, desde retratos de los primeros nombres de quienes lo acompañarán en el gabinete, todas las agresiones que se han presentado en EU tras su victoria en la elección hasta datos curiosos sobre la vida y el entorno del Presidente electo. Una de estas curiosidades llamó mi atención, lo reportó el maravilloso periódico El País: “Un investigador ha dado ahora con el documento que certifica el momento en el que la familia Trump tuvo que hacer las maletas, y buscarse la vida en la otra punta del mundo (...) las autoridades bávaras iban a cambiar la historia del siglo XXI con una carta. ‘Se hace saber al ciudadano americano Friedrich Trump, ahora residente en Kallstadt, que dispone hasta el 1 de mayo del presente año para abandonar el Estado de Baviera. En caso contrario, debe estar preparado para su expulsión’, decía el documento del 27 de febrero de 1905, publicado por el periódico Bild.”. Dando más detalle, diremos que la nota habla del abuelo de Trump y lo estaban deportando de Alemania. Con esta información recordé de inmediato otra: “El padre de Magda Goebbels, mujer del ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels y modelo de conducta para las mujeres alemanas durante el Tercer Reich, era judío...”, según lo reportó El Mundo en agosto pasado. Vaya coincidencias, y por si aún hay quienes creen que la comparación de Trump con Hitler es exagerada, otra nota más, esta vez de The Independent, que logró encontrar ¡por fin!, la cita exacta (que aunque se le atribuyó siempre al funesto führer, nadie había podido comprobar su autoría) en un extracto de un discurso dado por el líder nazi en 1934: “El nacionalismo y el socialismo tendrán que redefinirse y se mezclarán en una nueva y fuerte idea que hará que Alemania sea grande otra vez”... Make Germany great again. ¿Le suena familiar?
Desde su nominación como aspirante presidencial, el empresario ha sido una constante en todos los medios de comunicación. No hemos parado de hablar de él. Vemos, como con los ejemplos anteriores, que entre mientras más se le escarba más se le encuentran razones para confirmarnos el tipo de personaje que es. Y justo eso lo ha envalentonado.
“Por supuesto que Trump sabe que sería una pésima apuesta abrazarse con la prensa ahora, sabiendo lo valioso que le fue el antagonismo con los medios en la ruta que lo llevó a donde hoy está...”, escribió Jim Newell en Slate Magazine hace unos días, justo horas después de la reunión que Trump tuvo con periodistas y líderes de opinión de varios medios de comunicación estadunidenses, quienes coinciden en que el Presidente electo mantuvo el tono retador en todo momento. Al día después, anunciaba que su encuentro con parte del staff editorial de The New York Times quedaba cancelado; un par de horas después dijo que siempre sí. ¿La razón? Trump quería que la reunión fuera off the record, como la que había tenido un día antes, y el diario quería que no fuera así. Al final, lograron tener una pequeña reunión previa en privado, y otra mucho más extensa que fue publicada por completo por el diario en su versión digital apenas un par de horas después de que se llevó a cabo. Newell escribía esta semana que es un hecho que Trump va a seguir acosando a los medios y desacreditándolos cada que lo cuestionen. La pregunta que lanza entonces es: ¿entenderán los medios, sabiendo eso, que es una estupidez doblar las manos frente a un Presidente que no les tiene el más mínimo respeto?
La distancia entre Trump y los medios de Estados Unidos es evidente, pero ha sido capitalizada de tal forma por el empresario que hoy es el Presidente electo. Los medios detractores de Trump no han dado un paso atrás para suavizar su postura, él tampoco. Pero lo cierto es que la estrategia de asegurar que un día, y al otro también, figure en las primeras planas con provocaciones, algunas de ellas ya parte del pasado, como la investigación a la que sometería a Hillary Clinton, le ha redituado, y mucho. Trump no va desistir de sus promesas más escandalosas, lo estamos viendo ir camino a concretarlas con los nombramientos que ha realizado, entonces tal vez es momento de dejar de voltear al pasado y comenzar a trazar la ruta rumbo a un futuro donde Trump ya no manipule la agenda entera de un país, de un continente, de un planeta. Y una manera de hacerlo puede que sea dejar de soplarle al humo que aviva el fuego que el republicano ha mantenido encendido por meses. Y eso sí que pueden (podemos) hacer en los medios de comunicación. Lo otro, es seguir secuestrados por su juego. Podemos y debemos, defender la agenda que durante tantos años hemos construido las sociedades de Occidente, y no destruirla a la par que el futuro ocupante de la Oficina Oval.