Agoniza ‘El Cerrito’

Por: Dina Flores

EJIDO GUADALUPE VICTORIA, SAN BUENAVENTURA COAH.- Fundado en 1933 justo cuando se llevó a cabo el reparto de tierras para los campesinos, el ejido Guadalupe Victoria, también conocido como “El Cerrito” porque quedó enclavado en lo alto de las parcelas, es víctima de abandono por sus propios lugareños como resultado de la falta de apoyo del Gobierno y los altos costos de los insumos que están fuera del alcance para el campesino.

Llegó a tener 42 familias activas convirtiendo esta comunidad en una de las más hermosas, factor que se incrementó cuando se introdujo el agua potable, una planta potabilizadora, toma domiciliaria, electrificación en cada una de las viviendas, nivelación de las calles y alumbrado público. Pero con el paso del tiempo todo cambió, los niños que en un tiempo anduvieron corriendo por las calles polvosas y acudieron a la escuela primaria Josefa Ortiz de Domínguez ya no viven ahí, sus padres decidieron enviarlos a otros pueblos para que siguieran preparándose olvidando el rancho y haciendo su vida en otra parte.

Hoy día el ejido solo tiene dos jovencitos que acuden todas las mañanas a la tele preparatoria ubicada en el ejido San Antonio de la Cascada, quedándose los adultos, en total 13 familias a cuidar las pocas pertenencias que tienen en sus casas, sus corrales de chivas, vacas, huertos familiares, etc.

El silencio reina en el lugar, las casas solas y abandonadas hablan de los buenos tiempos y bonanzas que ahí se vivieron, las plantas que adornaban los jardines poco a poco se están secando, decenas de puertas cerradas se ven por todos lados.

Casas de adobe a las que el paso del tiempo desgastó hasta convertirlas en ruinas, en otro tiempo fueron habitadas por familias de las que hoy no se sabe nada, poco a poco perdieron su encanto hasta casi desaparecer, solo los recuerdos quedan en aquellos que aún viven en el Cerrito.

San Juan Martínez Rosales, Comisariado ejidal dice que sembrar sale caro y no todos lo hacen, pero el amor a la tierra heredada por sus padres y abuelos no se pierde, al contrario tratan de inculcarle eso a sus hijos, pero resulta difícil retenerlos ya que ellos buscan otros horizontes y más cuando ven lo mucho que batallan para sembrar y la poca ganancia que esta actividad les reditúa.

Aquí los que siembran es porque tienen dinero para hacerlo porque la maquila de la tierra es cara, son personas que tienen otras entradas de dinero y que por lo general trabajan en empresas como Altos Hornos de México donde perciben un sueldo seguro ya que todo es muy costoso.

Dijo que desde que se disparó el costo del diésel todo se acabó porque antes cobraban 300 pesos por el disqueo de la tierra y 150 pesos preparando hasta tres hectáreas, pero ahora se necesitan más de tres mil pesos, además de la semilla de sorgo forrajero que tiene un costo de 600 pesos el bulto, por lo que pocos son los que lo hacen.

“Para preparar una hectárea bien sembrada hay que contratar un tractor para el barbecho que cobra mil 200 pesos, pero antes se tiene que preparar la tierra oxigenándola y después disquear para eliminar los terrones, de ahí sigue bordear, tajear , la bezana que es la preparación para regar asegurando la humedad interna, de ahí entra el tractor, la siembra y volver a levantar los bordos, todo esto se lleva una buena suma de dinero que no todos tenemos. Por eso sale más barato comprar el frijol en el mercado que sembrarlo, ya que el factor climatológico es otro aspecto que no se puede olvidar”.

Aunque quienes tienen ganado como chivas, vacas, gallinas, borregos, caballos, si siembran para asegurar el alimento de estos.

“Ya quedamos pocos ejidatarios de la vieja guardia, los jóvenes no quieren quedarse a trabajarla y por eso se van y nosotros solo pedimos que el Gobierno no nos olvide porque del campo comemos todos y sin la producción de la tierra nos moriríamos de hambre”.

Hoy pocas son las tierras que se siembran, en el Cerrito, pese a todas las comodidades y servicios que tiene las familias deciden abandonarlo porque es mejor buscar nuevos horizontes para sus hijos que dejarse morir en un lugar donde se necesita tener dinero para hacer producir sus parcelas.

Ya quedamos pocos ejidatarios de la vieja guardia, los jóvenes no quieren quedarse a trabajarla y por eso se van y nosotros solo pedimos que el Gobierno no nos olvide porque del campo comemos todos y sin la producción de la tierra nos moriríamos de hambre”

San Juan Martínez Rosales Comisariado ejidal.

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