Ejidatarios luchan por abastecerse de agua; ambientalistas buscan la conservación. Conagua no logra conciliar. Mientras tanto, uno de los humedales más importantes del mundo se seca
Por: Agencia
Mientras los ambientalistas de Pronatura luchan por la conservación y restauración de Cuatrociénegas, 600 ejidatarios pelean por las aguas milenarias que, dicen, dan vida a sus parcelas. Se habla de daño ecológico, de millones de pesos en obras tiradas, de la participación de empresas privadas, hasta de amenazas de muerte.
El foco de la disputa en torno al humedal más diverso del mundo es un canal de 80 kilómetros nombrado Saca Salada. Este atraviesa el valle como una serpiente en el desierto y, según especialistas, desangra entre 80 y 90 millones de metros cúbicos de agua cada año. Si se considera que la captación anual es de 100 millones la pérdida es inmensa.
Sin embargo, la Comisión Nacional del Agua precisa que en realidad el desperdicio no llega ni a los 30 millones de metros cúbicos. Así lo dijo el director del área de Infraestructura Hidroagrícola del Organismo Cuenca del Río Bravo, Jaime Gudiño Zárate.
No obstante, las acciones de la dependencia no han sido suficientes, pues los últimos trabajos en la zona se hicieron en 2012 cuando se entubaron entonces 25 kilómetros de con PVC. El resto del tramo continúa sin acciones que eviten que el agua se desaproveche.
Los trabajos pararon porque Conagua tuvo algunos inconvenientes con la Comisión Nacional de Áreas Protegidas y SEMARNAT por la manifestación de impacto ambiental.
Señaló también que los ambientalistas no se han ceñido a los protocolos adecuados y han tomado decisiones unilaterales sin autorización. Por otra parte, confirmó que los ejidos que se quiere beneficiar del líquido tiene concesiones.
–La mayor parte del agua se desperdicia. Riegan por inundación con métodos primitivos –dice Mauricio de la Maza Benignos, investigador especialista en recursos naturales y desarrollo sostenible–. La mayor parte del año el agua se va al río, hasta el mar, a La Amistad, ¿o qué presa está allá abajo? La Falcón que es la que sigue… Es una grosería, un pecado, lo que está pasando ahí.
Cinco millones de metros cúbicos de agua se van por otro canal que es el de Santa Tecla, cuyas aguas desembocan en Sacramento, Coahuila.
De acuerdo con los análisis enviados por Pronatura Noreste al Registro Público de Derechos de Agua (REPDA), solo entre 10 y 15 por ciento de los usuarios del agua que sale por estos canales de riego poseen títulos de concesión.
Por eso el grupo ambientalista considera que la mayoría del agua se está entregando sin un sustento jurídico.
–La Comisión Nacional del Agua no ha dicho ‘vamos a poner orden’. Porque no podemos extraer el agua nada más así, tiene que haber un caudal ecológico, no podemos desecar ecosistemas –comenta Óscar Leal, coordinador del Programa de Agua de Pronatura Noreste.
Un paraíso en extinción
Óscar Leal, el coordinador del Programa de Agua de Pronatura Noreste, explica que la hidrología del valle se alteró hace aproximadamente 100 años. Entonces la totalidad de las aguas superficiales, permanecían en Cuatrociénegas y esto favorecía a la conservación de las especies y su entorno. La ruina de este remanso, asegura, comenzó a gestarse después que se construyeron los canales de irrigación que sacaban el agua del lugar hacia otras cuencas. –Cuando se hacen los canales de irrigación a principios de 1900, por Venustiano Carranza, se hace del conocimiento de que eso conllevaría a una degradación de los recursos hídricos –reseña Óscar Leal. Lo que efectivamente sucedió como resultado del mal manejo del agua y una extracción no regulada de los recursos hídricos. –Algunos ejidatarios y gentes que viven dentro del mismo valle han expresado que no les interesa que se preserve. Imagínate a la gente que está a las afueras del valle… menos les interesa –dice Leal–. La principal demanda de agua es agrícola y tenemos que actuar en lo agrícola. Agrega que Pronatura ha realizado diversas acciones para la conservación de las aguas superficiales y subterráneas del valle. Entre ellas están el aseguramiento de 9.8 millones de metros cúbicos de agua al año para uso ambiental; además de la construcción de un gavión en la Poza de la Becerra, a fin de aumentar los niveles de la poza y al flujo del agua hacia el Río Garabatal y con ello contribuir a la recarga de los acuíferos. En coordinación con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Pronatura ha efectuado también obras de restauración para elevar las aguas de las pozas e inundación de áreas de humedales, impactando con ello aproximadamente 70 hectáreas en tres años. Pero a los ejidatarios estas acciones no les han caído en gracia. –Es gente que no quiere que se hagan las cosas o gente que quiere algo a cambio –dice Leal. Por su parte, los campesinos de Cuatrociénegas insisten en que históricamente son los propietarios legítimos del agua del valle. –Yo aquí nací amigo, aquí me crié, aquí murieron mis abuelos, se acabaron mis padres, toda mi vida he vivido aquí, de estas aguas –relata el ejidatario Leobardo Sánchez. Óscar Leal responde que el agua, por ley, es propiedad de la nación, y como todo recurso puede ser concesionada, más no otorgada. –La concesión, como su nombre lo dice es un derecho a utilizar, no es una propiedad. Propiedad son las tierras y ahí sí. Pero el hecho de que un río pase por ahí o el hecho de que haya agua subterránea ahí, no quiere decir que sea tuya –argumenta. Para el biólogo Arturo Contreras, el conflicto por el agua en Cuatrociénegas más que legal tiene un cariz social por la cantidad de gente río abajo que depende de ese líquido. Hace unas semanas, los ejidatarios del valle, acompañados de otros agricultores de las afueras, ingresaron al ejido Cuatrociénegas y esta vez derribaron un dique que había colocado Pronatura para el establecimiento de un río que tenía como objeto recuperar el humedal. Además de los problemas que ha traído consigo este conflicto, los ecologistas lamentan que la cantidad del agua que se extrae del valle sea utilizada en el riego de alfalfa, dada la buena comercialización que tiene este cultivo en el área. Al respecto, Valeria Souza dice que es urgente cambiar la alfalfa por otros cultivos que no demanden tanta agua. –Cultivar alfalfa en el desierto es una estupidez –condena. Héctor Sánchez, agricultor del ejido San Juan Boquillas señalado de golpear a Mauricio de la Maza la mañana del 19 de octubre cuando instalaba una obra de retención de agua en la Saca Salada, sostiene que el campesino ha de buscar la cosecha que le dé más dinero y le procure un mejor sustento económico. –Sembramos un maíz, un frijol. Cuando está la cosecha, ¿cuánto le pagan a uno el kilo de frijol? En la tienda lo venden a 30, 40 pesos. Aquí a uno se lo quieren pagar a siete o 10 pesos el kilo. ¡Imagínese! –exclama Sánchaz–. La alfalfa la corta uno cada mes… póngale que una hectárea aquí le dé unas 70 u 80 pacas o 100. Ya es un dinero que saca uno cada mes; la cosecha del frijol es cada año. Se calcula que para producir un kilo de alfalfa en el valle se necesitan 10 mil litros de agua, paradójicamente el kilo de alfalfa tiene un valor en el mercado que oscila entre los cuatro y cinco pesos. –Es absurdo por donde lo veas –insiste la doctora Souza. Esta es una historia, dice Mauricio de la Maza, en la que simplemente no hay buenos ni malos. Busca Conagua mediar crisis en valle de Cuatrociénegas Mientras ejidos y ambientalistas pelean por el abastecimiento agrícola y la conservación del humedal, especialistas auguran una sequía inminente. En torno al tema del conflicto socioambiental entre conservacionistas y ejidatarios por las aguas del canal Saca Salada, Jaime Gudiño Zárate, director del área de Infraestructura Hidroagrícola de la Comisión Nacional del Agua, organismo Cuenca del Río Bravo, comentó que esta dependencia ha tratado de intervenir como mediadora. Dijo que Conagua ha platicado con los dos grupos involucrados en esta problemática en el sentido de que cualquier aprovechamiento se debe hacer de manera regulada y en apego a la normatividad establecida. El conflicto se derivó de que, de manera unilateral, un grupo de ambientalistas cerraron una de las secciones del canal, de acuerdo con Gudiño. Advirtió que, “desafortunadamente”, los activistas no siguieron los protocolos adecuados, pues omitieron solicitar una autorización ante esta dependencia. Afirmó que hay la manera de aprovechar el agua de este conducto, toda vez que se trabaje en la recuperación del acuífero y siempre que las cosas se hagan de manera regulada y consensuada. “Con trabajos de rehabilitación y de tecnificación de los canales se puede rescatar bastante volumen, que esto a su vez puede ser dedicado al tema de recuperación de los humedales”, comentó el funcionario. Gudiño Zárate detalló que la Comisión ha hecho algunos trabajos como el revestimiento del 25 por ciento del camal, fuera del Área Natural Protegida, proyecto en el que trabajó hasta 2012. Originalmente el proyecto era de 75 kilómetros de rehabilitación del canal, del cual se ejecutaron 25 kilómetros con un entubamiento de PVC. Sin embargo, Conagua tuvo algunos inconvenientes con la Comisión Nacional de Áreas Protegidas y SEMARNAT por la manifestación de impacto ambiental para hacer trabajos dentro del Área Protegida. El titular de Infraestructura Hidroagrícola detalló que actualmente están tratando de resolver estos inconvenientes de manera conjunta con las instituciones medioambientales, a fin de continuar con los trabajos de tecnificación del valle de Cuatrociénegas, donde todavía quedan 50 kilómetros por revestir en la zona de la Saca.