Al ver lo normalizado que tenía la violencia; le hizo entrar en razón para escapar de su celda de violencia
Por: Teddy Fuentes
FRONTERA, COAH.- Veinte años tuvieron que pasar para que Ana María saliera del hogar donde en múltiples ocasiones la violentaban, tuvo que ver en su hijo un comportamiento machista para darse cuenta el daño que les hacía a sus pequeños al normalizar la violencia dentro de su hogar.
“Uno solo sale del círculo de violencia en el que vive si en carne propia ve como su vida se espuma de las manos”, dijo una mujer que durante su matrimonio el cual duró 20 años fue víctima de violencia por parte de quién ella creía, era el amor de su vida.
“Yo pensaba que él me celaba porque me quería y qué equivocada estaba, cuando esos celos se tornaron enfermizos el cuento de hadas se convirtió en pesadilla”.
“Noches enteras sin dormir, llorando y con temor viví al lado de ´Juan Antonio´, quien durante seis años había sido mi novio, luego nos casamos, pero nunca pensé que el unir mi vida con él fuera la peor decisión que pude tomar”.
“Al principio todo era felicidad, luego poco a poco fue cuestionado mi manera de vestir, mis salidas, incluso mi trabajo, yo pensaba que eso era amor, pero no, él estaba loco, quería dominarme, frenar mi avance como mujer, quería gobernar mi vida, yo me quise negar, pero eso solo provocó golpes, agresiones, gritos y desamor”.
Ana María Villarreal es su nombre, una mujer que luchó con uñas y dientes para sacar a sus hijos adelante y evitar así que la violencia fuera parte de su vida, ya que los insultos y los golpes eran el pan nuestro de cada día.
“Recuerdo que para mí formar una familia era un sueño, sin embargo, para él un hijo era una pérdida de tiempo, un gasto que no estaba dispuesto a enfrentar, lo cual me pegó en mi corazón”
Cuando quedé embarazada se lo dije con gran ternura, puse velas en la mesa y en un sobre sellado la leyenda “vas a ser papá” y ¿qué recibí a cambio? Un golpe en el rostro y un ¿acaso eres estúpida?, Señales de alarma que me negué a ver, el amor me estaba cegando en todo momento.
Así pasaron los años, infidelidades, malos tratos y sobre todo la pérdida de amor propio fue lo que sufrí por parte de quien hasta ese entonces era mi esposo, hasta que un día cansado de los malos tratos que vivía con él, decidí salir de mi hogar.
Con las lágrimas recorriendo su rostro, el cual ya es de una mujer de 50 años, Ana María relata que tomó a sus dos pequeños de las manos, abrió la puerta de su casa y caminó algunos pasos, pero al verse libre el miedo la dominó y sin decir nada dio media vuelta y volvió a su hogar donde tantos malos tratos y vejaciones había vivido.
“Tenía mucho miedo, me preguntaba una y otra vez quien me querría llevando a cuestas dos criaturas, ahora veo lo tonta que era pues el objetivo no era encontrar quien me quisiera, sino aprender a quererme a mí misma y buscar ese respeto que durante mucho tiempo había perdido”.
María relata a Periódico La Voz como fue que tomó valor para salir de su hogar el cual se ubicaba en la Zona centro del municipio, aprovechando que un camionero pasaba por el lugar cuando estaba por cerrar el turno, salió y subió a sus hijos al camión, explicándole al conductor lo que estaba viviendo en su casa.
“Él fue como nuestro ángel guardián, nos rescató una noche del 24 de diciembre, decidí en primera instancia salir de la ciudad y buscar resguardo, ya que mi familia es de Lerdo Durango, ahí un abogado me asesoró y me dio el valor para demandar a mi entonces esposo”.
Explicó que luego de que demandó él la buscó, asegurando que iba a cambiar por sus hijos, sin embargo, aún con la segunda oportunidad no lo hiso.
Regresé con él y al principio todo era miel sobre hojuelas, yo creo que así nos pasa a todas las mujeres que vemos a la pareja como lo mejor que nos ha pasado en la vida, aun cuando la vida a su lado sea un infierno.
Un día le llevé un vaso de agua a uno de mis hijos y él me aventó el agua en la cara bajo el argumento de que me había pedido jugo y no agua, fue ahí donde me di cuenta del daño que les estaba haciendo al hacer que vieran la violencia como una forma de vida y al darle el poder al hombre por el simple hecho de serlo.
“Ese día después de haber vivido más de 10 años llenos de violencia de todo tipo, desde física, hasta sexual, emocional y monetaria salí de mi casa por segunda vez, en esta ocasión para no regresar jamás, me di cuenta que la mala vida la buscamos al aferrarnos a una mala relación, pero no debemos arrastrar a nuestros hijos con nosotros, pues es injusto que repitan eso cuando ellos sean grandes, sintiéndose superiores y pisando a las mujeres por el simple hecho de tener más fuerza”
Hoy a 20 años de haber decidido buscar ayuda, Ana María invita a las mujeres a no dejarse, a alzar la voz aun cuando se tiene miedo, a sacar a sus hijos del infierno que viven, pues el comportamiento violento se puede heredar cuando los niños lo ven como algo normal en la vida y es algo negativo para ellos el repetir las acciones nocivas con sus novias, esposas, amigas o con la misma familia, pues eso es un círculo de violencia que si como mujer no rompemos, estamos ayudando a reforzar.