La historia de fe y gratitud de Brenda Ballesteros se remonta a la recuperación de su hijo tras un grave accidente.
Por: Adriana Cruz
Con una manta de la Virgen de Guadalupe sobre los hombros y el corazón lleno de gratitud, Brenda Ballesteros, madre de familia monclovense, cruzó la meta de los 5 kilómetros de la Carrera Guadalupana cumpliendo una promesa que la acompaña desde hace más de una década: agradecer el milagro de vida de su hijo.
La noche fresca en el monumento Ave Fénix parecía no pesarle. Brenda avanzó entre corredores, familias y veladoras, sosteniendo la imagen guadalupana que desde 2019 carga consigo y que está firmada por decenas de personas. "Esta lonita la empezaron a firmar porque mi propósito es llevarla algún día a la Basílica, como promesa cumplida para nuestra morenita", explicó con emoción.
Su historia está marcada por la fe y el dolor que conoce cualquier madre cuando un hijo lucha por su vida. Su niño —hoy de 19 años— sufrió una caída grave cuando tenía alrededor de 10 años, lo que lo llevó a terapia intensiva. Fueron días "pesadísimos, de pedirle a Dios y a la Virgen que no me lo quitaran", recuerda Brenda, mientras aprieta la manta contra su pecho. "Quienes hemos pasado por eso sabemos que uno se agarra de la fe, y gracias a Dios mi hijo salió adelante".
Desde entonces, promete correr o caminar la carrera "como Dios me preste vida y salud". Asegura que cada año se encomienda a la Virgen para agradecer y pedir por su familia. "Yo le dije que iba a venir aquí hasta que nuestro Padre Celestial nos llame. Mientras, yo cumplo". Aunque a veces llega cansada, sin condición o con el cuerpo agotado, la emoción siempre la supera. "La gente te anima, te pide una foto, te firma la lona... eso te llena el alma", cuenta.
Su vínculo con la carrera también tiene raíces en la historia de Monclova. Su esposo trabajó en Altos Hornos de México, y durante años acompañó a los obreros en las peregrinaciones guadalupanas. Lo que comenzó como gusto y apoyo a los trabajadores terminó convirtiéndose en una manda personal que hoy representa esperanza, gratitud y resistencia.
Brenda envía un mensaje a todas las personas que guardan en el corazón una petición o un agradecimiento: "Cuando le pidan algo a su fe, cúmplanlo. Los milagros existen. Yo lo viví en mi hijo, y aquí estoy cada año para agradecer". Envuelta en la imagen de la Virgen y entre los arcos amarillos de AHMSA, su historia iluminó la carrera como un recordatorio de que en Monclova, la fe se corre, se carga y se celebra.