Por: Lluvia Estrada
Un mes sin trabajo, sin ingresos, y con Coronavirus ha pasado la familia Reséndiz de la colonia Mezquital del Valle un sector con un número considerable de contagios, han vivido de despensas y se sostienen de la fe en Dios para terminar con el aislamiento y continuar con su vida normal.
Es una familia integrada por tres hijos y el matrimonio, Karla empezó con síntomas severos del Covid, aunque acudió a consultar no quisieron hacerle la prueba y solamente le dieron medicamento para sobrellevar los estragos de la enfermedad.
Tuvo que suspender su trabajo, para evitar contagias a sus compañeros, y tres días después a su esposo lo regresaron de la compañía donde labora porque tenía fiebre superior a los 38.5 grados, después de ese jueves; nada volvió a ser lo mismo.
Los síntomas fueron potencializándose conforme pasaban los días, y aunque insistieron en que les hicieran una prueba, no los tomaron en cuenta porque la fiebre que tenían era intermitente y según cuando se tiene el Coronavirus es de manera permanente varios días.
“Me dieron dexametazona y un antibiótico, después paracetamol de 600 gramos, así la pase, los primeros días fueron bastante fuertes, me dolía mucho la cabeza, tenía un agotamiento que no me podía levantar de la cama, mucha tos, dolor en mi tórax y los huesos también me dolían”.
Después de que ambos se pusieron en aislamiento, los hijos tuvieron que alejarse en unos cuartos de atrás, ellos buscaban la manera de salir adelante pero todo se puso gris cuando el alimento empezó a escasear y como no había trabajo, tampoco había ingresos.
“Mi mamá me habló de unos programas de despensas que estaba repartiendo un partido político, trate de contactarme y ellos son quienes me han estado ayudando, aparte de comida me traen artículos de limpieza para poder mantener todas las superficies limpiar”.
La siguiente semana, regresarán a su trabajo y esperan que lo que les sucedió no les regrese jamás, sobre todo la falta de aire que era lo que los llevaba al desespero y ansiedad de sentir incluso que se morían.
Aunque no fueron positivos a una prueba, por temas burocráticos, determinó que sin duda alguna padeció el Covid, y hoy lo único que le piden a Dios es que sus hijos no terminen también con los síntomas.