Impacto de la crisis en la comunidad de Monclova
Por: Adriana Cruz
MONCLOVA; COAH.-Diciembre vuelve a llegar a Monclova y con él se cumple el tercer fin de año consecutivo sin que AHMSA reactive operaciones. Tres diciembres sin el sonido de los hornos, sin turnos laborales, sin aguinaldos y sin la derrama económica que durante décadas sostuvo a miles de familias y al comercio local. La siderúrgica permanece detenida y la ciudad continúa cargando el impacto de una crisis que ha marcado profundamente a la Región Centro.
El 2025 fue un año de resistencia para los ex obreros. Marchas a Saltillo, plantones, reuniones con autoridades de distintos niveles, promesas incumplidas y largas esperas definieron los meses transcurridos. Muchos trabajadores tuvieron que buscar empleos temporales o integrarse a la economía informal para sostener a sus hogares. Otros permanecen en los accesos de la planta, organizados en guardias permanentes para resguardar las instalaciones, vigilar que no se desmantele el complejo y mantener viva la presencia obrera, como una forma de defensa del.
Aunque el cansancio es evidente, la esperanza no se ha apagado. La atención del movimiento obrero se centra ahora en la inminente publicación de la convocatoria de subasta de la siderúrgica, proceso que podría abrir, por fin, el camino legal para la venta de la empresa y la llegada de capital privado que permita reactivar operaciones. Para las familias, este paso representa algo más que un trámite: es la posibilidad real de recuperar empleo formal, estabilidad económica y certidumbre.
En este contexto, la reciente visita de representantes de JSW (Jindal Steel Works), empresa con sede en Baytown, Texas, dio un nuevo impulso al ánimo colectivo. La firma realizó un recorrido por las instalaciones para evaluar el estado de la planta, y de acuerdo con información compartida por los propios ex trabajadores, el interés sería adquirir la totalidad de AHMSA, lo que abriría la puerta a un proyecto integral de rescate industrial.
Así inicia diciembre para las familias obreras: algunos cumpliendo jornadas en empleos eventuales, otros pasando lista en los portones de la siderúrgica y muchos más esperando desde casa, atentos a cualquier anuncio. Monclova despide otro año sin su principal motor económico activo, pero también con la convicción de que la historia aún no se cierra. Tras tres años de espera, el deseo colectivo sigue intacto: volver a ver humo salir de los hornos y al acero devolverle vida a la ciudad.