Don Alfredo llegó desde los 20 años al departamento de aceración BOF.
Por: Mónica Meza
En un emotivo acto de reivindicación, Alfredo Flores González, un hombre de 62 años que dedicó más de cuatro décadas de su vida a Altos Hornos de México (AHMSA), se unió a la marcha que se llevó a cabo el día de ayer. Su historia es una entre miles, una historia que refleja la lucha silenciosa y la injusticia que muchos trabajadores enfrentan al final de su trayectoria laboral.
Don Alfredo trabajó durante 42 años en el departamento de aceración BOF, específicamente en la sección de colada continua de la planta 2 de AHMSA. A pesar del tiempo y esfuerzo invertidos en la empresa, se encuentra con una amarga realidad: no ha recibido su finiquito, salario ni otras prestaciones pendientes, sumando una deuda aproximada de 3 millones de pesos que AHMSA le debe.
"Es un finiquito de 42 años además de prestaciones. Yo creo que son más de 3 millones de pesos. El primer año fue muy difícil y forzado porque no me había pensionado, pero al llegarme la pensión vi un alivio", comentó con nostalgia mientras recordaba los momentos difíciles que atravesó. A pesar del agravio, Don Alfredo expresa su agradecimiento hacia la empresa que le permitió forjar el futuro de sus cuatro hijas.
Sus hijas, quienes han logrado formarse en diversas profesiones —ingeniería, enfermería, medicina y abogacía— son el orgullo de Don Alfredo. Cuando se produjo el paro en AHMSA, ellas tomaron la iniciativa y comenzaron a trabajar para ayudar a su padre mientras esperaba su pensión. "El haberles dado estudio y prepararlas para la vida es lo que más satisfacción me da", añadió con emoción.
Sin embargo, Don Alfredo también es consciente del contexto más amplio que enfrenta. "Esta marcha ha caído en la conciencia de muchos. Si no hacemos este tipo de acciones, seguirán burlándose de nosotros", afirmó con determinación. La marcha no solo representa su lucha personal; es un grito colectivo por justicia y dignidad para todos aquellos obreros que han entregado su vida laboral sin recibir lo que les corresponde.
La historia de Don Alfredo es un recordatorio desgarrador del costo del trabajo duro y la importancia de luchar por los derechos laborales. A medida que avanza esta lucha, queda claro que no solo se trata de dinero; se trata del respeto y reconocimiento que cada trabajador merece después de una vida dedicada al esfuerzo y sacrificio.