Por: Mónica Meza
Sus vidas se separaron hace mucho tiempo cuando su madre los regaló, pero fue gracias a las redes sociales que se volvieron a encontrar. A diferencia de la mayoría de las personas este 2020 ha sido el mejor año de sus vidas.
Amelia Gil tenía 7 años cuando la separaron de su hermano, Isidro Gil tenía 5 años cuando eso pasó y poco después, también fue regalado, aunque fueron separados muy pequeños, siempre estuvieron juntos en mente y corazón.
La vida de Doña Amelia fue muy difícil.
Amelia Gil y su hermano Isidro, sintieron una gran emoción al verse otra vez, después de 68 años de no saber nada uno del otro, fue el pasado 21 de noviembre en el municipio de Frontera cuando se dieron ese fuerte abrazo que les hizo vibrar hasta lo más profundo de su corazón.
No guardan rencor en sus corazones, después de todo Dios les multiplicó ese amor que de pequeños les faltó y ahora les permitió unirse para pasar un tiempo juntos, esto pese a la contingencia sanitaria.
Amelia fue regalada a una mujer llamada Dionisia Parodia, una española muy conocida en Xichú Guanajuato, pero después la prestó con un sobrino para que le ayudara en su hogar y ya no la regresó, se fue de ciudad en ciudad.
A los 14 años de edad, supo que su madre biológica la estaba buscando pero Amelia estaba llena de coraje, se enteró que también había regalado a su hermano menor, tratando de esconderse de su madre, fue enviada a Colotlán Jalisco.
Pasó muchos días en profunda soledad, tristeza, hubo muchas navidades sola, llorando por no tener una madre, una familia.
Aunque su labor era de empleada doméstica no percibía sueldo, recibía la comida y tenía un techo para vivir, pero abusaban de ella hasta que a los 15 años de edad, se cansó y un domingo en lugar de ir a misa, se fue a vivir con una familia humilde en una vecindad.
Tiempo más tarde la madre de su patrona, Carmen Rivera de Córdova fue por ella, le dijo que se fuera a trabajar con ella en la casa de huéspedes en la que asistía a universitarios, Amelia aceptó cuando le ofreció un sueldo, un día de descanso y la oportunidad de ir a la escuela nocturna en donde aprendió a leer y escribir.
Años más tarde llegó a Monclova, con una familia que vivía en la calle Juárez, eran de estatus económico medio. Estuvo de hogar en hogar, trabajó con Rebeca Altaba esposa de Carlos Altaba quien era Jefe de Ingenieros de Altos Hornos.
Vivió parte de su vida en las labores domésticas, lavaba, planchaba, sacudía, preparaba alimentos, hasta que conoció a Elisa, su amiga que le presentó un hermano, Santiago de la Cruz en un baile que se realizó en salón Leona Vicario, fue entonces cuando conoció el amor, pues al mes y medio se casaron.
Ahí llegó la verdadera felicidad, logró formar una gran familia ya que tuvo 10 hijos, con su esposo con el que duró casi 50 años de casados, hasta que él murió debido a complicaciones de salud generadas por una embolia.
“Él me dio mucho, yo no tenía nada, me dio mis hijos, un hogar, una familia, una buena vida, todo lo que yo soy, él me lo dio, lo quise mucho”, menciona Doña Amelia llorando mencionando que Dios le multiplicó ese amor que le faltó.
A pesar de haber pasado por muchas cosas, Doña Amelia no le tiene rencor a su madre, menos cuándos supo que la buscó.
“Si tuviera enfrente a mi madre la cuidaba, no sé porque lo hizo, pero me siento muy feliz, a ver cuánto tiempo nos da de vida Diosito pero trataremos de aprovecharlo, ahora resulta que hasta tengo una cuñada”, mencionó riendo Doña Amelia.
El 17 de noviembre, Inés nieta de Doña Amelia soñó que a casa de su abuela llegaba una mujer, decía que su abuelo buscaba a su hermana, ese sueño la hizo despertar, pues recordó las tantas veces que su abuela le dijo que quería escribir su caso a programas televisivos para buscar a su hermano.
Eran las 3:00 am, cuando Inés buscó en la red social de Facebook grupos de personas en Xichú Guanajuato y pidió ser agregada, al amanecer, pidió la autorización de su abuela para publicar parte de la historia en el grupo, su abuela aceptó, pues no tenía nada que perder.
Hizo la publicación y horas más tarde dos personas comentaron que eran sobrinos de ese hombre, pero aclararon que no se llamaba “Refugio” que su nombre era Isidro Gil pero que él también buscaba a su hermana Amelia que era 2 años mayor que él.
Al principio Doña Amelia no creía que fuera verdad pero poco después ya estaba comunicándose vía telefónica con su hermana.
Siempre la buscó como Amelia Margarita Gil, pero ella estaba registrada como Amelia Ortiz Gil porque alguien en alguna ocasión le dijo que su papá tenía ese apellido.
Cuando vio a su hermana a través de una videollamada, sintió una emoción muy grande, fue imposible evitar derramar las lágrimas por la emoción.
Se pusieron de acuerdo, la familia de Doña Amelia envió dinero a Isidro y su pareja para que pudiera viajar a Torreón, ahí los recogería José Manuel un hijo de Amelia y su esposa Patricia Jara para llevarlos a Frontera y por fin se diera ese recuentro tan esperado.
Por fin Isidro y Amelia estaban cerca, se vieron y se abrazaron como si nunca se hubiera separado, lloraron a más no poder, porque a pesar de la distancia, siempre se pensaban uno al otro. Hijos, nietos y más familia de Amelia presenció ese emotivo suceso, ahora solo piden a Dios tiempo para disfrutarlo juntos, tiempo para conocerse más, para convivir en familia.
Él tenía 5 años de edad cuando su madre lo regaló a un matrimonio, también tuvo una vida difícil, desempeñó muchos trabajos, no estudió pero trabajó en un restaurante como panadero, cantinero, soldador, en el campo entre otros empleos.
Años después vio una luz entre la obscuridad, se casó con una mujer, pero pareciera que la vida se ensañaba con él porque cuando esperaba a su primer bebé, este murió a los 10 meses por deshidratación, después su esposa se volvió a embarazar y el bebé volvió a morir al nacer, la tragedia lo perseguía pues su esposa también le fue infiel.
Volvieron los días tristes, las noches largas, las fechas importantes en soledad, hasta que apareció Imelda Pérez Ríos se casó con ella y tuvieron dos hijos, esta ha sido su felicidad, su esposa le ha dado muchos años de plenitud, de felicidad, de compañerismo, respeto y sobretodo mucho amor.
Con el paso de los años empezó a investigar, hasta que encontró la dirección de donde estaba su madre, le escribía cartas y un día viajó a esa ciudad y la encontró.
Su madre fue quien lo atendió en la puerta, él le dijo que buscaba a María de la Luz Gil García, ella se quedó asombrada y le preguntó “¿Hijo eres tú, eres tú Isidro?, él contestó que sí.
Su madre era una mujer de estatura media, un poco robusta, su cabello era blanco, en ese momento se arrodilló y le suplicó el perdón.
“Se me quedó viendo de arriba abajo, se hincó y empezó a llorar, la levanté y le dije que no quería reprocharle, ni reclamarle, solo quería saber de ella”, comentó.
Su madre le explicó que a su patrona, la señora Colss, no le gustaban los niños y le sugirió quedarse con el trabajo o con los niños, ella eligió la primera opción.
En ese momento él sintió algo que no pudo explicar, conoció no solo a su madre sino a tres hermanos más Felicitas, Héctor Enrique y Adela del Carmen Gil.
María de la Luz Gil García murió de cáncer en el páncreas hace 10 años, aunque Isidro pensó que las cosas serían diferentes, no fue así, pues ella no le dio cariño, amor, posiblemente influyó el hecho de haber llegado a su vida a la edad de 35 años de edad, tampoco convivió con sus otros hermanos.
Con su testimonio, los hermanos Gil quisieron dar un mensaje pues casos como el de ellos hay muchos en todo el mundo, por lo que mencionaron que nunca hay que perder la esperanza de encontrar a su familia, porque suceden milagros como este y en este tiempo con la tecnología es más fácil.
“Siempre la tuve en mi mente, me preguntaba qué pasaría con mi hermana, no había un día que no me acordara de ella, pero ya estamos aquí”, señala Don Isidro tomando la mano de su hermana, a quien abraza y le dice que la quiere.