Es el primer feminicidio registrado en la región.
Por: Mónica Meza
En la región centro, donde la tragedia aún resuena en los corazones de sus habitantes, el nombre de Yajaira Montelongo Sánchez se ha convertido en un símbolo de lucha contra la violencia de género. A los 24 años, su vida fue brutalmente arrebatada por quien alguna vez dijo amarla, siendo su feminicidio el primero registrado en esta región.
Yajaira era una joven llena de vida y energía, conocida por su espíritu alegre y su amor por el baile. Su risa contagiosa y su naturaleza juguetona eran características que la definían, especialmente cuando estaba con sus tres pequeños hijos, de 5, 4 años y un bebé de apenas un año y cinco meses. Como madre devota, nunca dejaba a sus hijos solos, siendo su prioridad en cada momento.
Aunque no tenía un empleo fijo, Yajaira siempre buscó la manera de salir adelante y proporcionar lo necesario para sus hijos. Trabajó en lo que fuera necesario: limpiando casas, haciendo mandados, y en su último empleo, en un expendio de cervezas. Originalmente, iba a trabajar en los baños, pero su disposición a enfrentar cualquier reto la llevó a tomar la oportunidad. Su plan inmediato era trabajar en la Feria de Rosita, después de concluir su participación en la Feria de San Buenaventura, pero el destino, cruel e implacable, truncó esos sueños.
Leidy Montelongo, su hermana, recuerda con cariño cómo Yajaira siempre se mantenía en contacto con su familia, especialmente con ella y con su madre, Ruth Sánchez. Era la mayor de sus hermanos, un pilar de fuerza y apoyo para todos. La madre de Yajaira, con el corazón destrozado, confiesa que desde el primer momento sintió que Carlos N., la pareja de su hija, le había hecho algo terrible. Su intuición materna no falló.
El último día de la feria, un domingo, Yajaira no se presentó a trabajar, y fue entonces cuando la tragedia ocurrió. A medida que los días pasaron, la desesperación de su familia creció, hasta que la peor noticia llegó: Yajaira había sido asesinada. Sus restos aún no han sido entregados a su familia, y cuando lo sean, su velorio se realizará con el cajón sellado, un doloroso recordatorio de la violencia que sufrió.
Hoy, la familia Montelongo Sánchez espera poder darle a Yajaira un último adiós, con la cristiana sepultura que merece. Su legado como madre amorosa, hermana mayor y mujer luchadora vivirá en los corazones de quienes la conocieron. Pero su historia también resuena como un grito de justicia, un llamado a no permitir que más mujeres sufran el mismo destino.