Por: Mónica Meza
Ha dejado de comer cuando ha tenido hambre, de comprarse ropa, de ver por sus necesidades, ha tenido que esforzarse al doble, todo por sus dos hijos, esos dos pequeños que fueron abandonados por su madre, pero que la vida los premió con un padre que vale más que el mismo oro.
Cesar Orlando Leija Baltazar tiene 41 años de edad y dos hijos a quienes ama con todo su corazón y por los que está dispuesto hacer lo que sea necesario con tal de darles lo que necesitan, de verlos feliz.
Tiene un serio problema en la vista, trabajaba sin ver completamente.
Trabaja en una purificadora de agua, haciendo limpieza, tiene dificultad para ver debió a que usa lentes de un alto aumento, se le habían quebrado y eso le impidió trabajar durante dos meses, después decidió arriesgarse y aún sin ver, realiza sus funciones para llevar el pan a sus hijos.
Está dispuesto a hacer lo que sea por sus hijos.
Justo después de salir de su empleo llega a su hogar a barrera, trapear, recoger ropa, alimentar a sus hijos, el domingo igual, cada 15 días lava, a veces su hija le ayuda a recoger.
“Es muy difícil, a veces termino muy cansado más cuando me quedo tiempo extra llegó bien cansado, hace poco me dijo mi hija yo lavo papi para que descanses sentí bien bonito pero a ella no le corresponde”, comentó.
Sintió bonito de saber que está haciendo un buen trabajo con sus hijos, una señorita de 15 años de edad y un pequeño de 7 que son todo lo que ama en el mundo, desde muy pequeños se ha hecho cargo de ellos, ha sido difícil pero a diario le echa ganas.
La madre dijo que no quería quedarse con ellos, antes de separase llegaron a un acuerdo, primero ella se quedó con muebles y los niños, al poco tiempo vendió todo y dijo que no podía estar con ellos, que él se los quedara y ella le pasaría apoyo económico pero nunca sucedido, hasta la fecha, ni siquiera los visita.
“Una vez le dije a ella, no les des si no tienes, si no puedes pero ven a verlos, ellos te necesitan”, comentó.
Ella se fue con otro hombre que ya tenía dos o tres hijos, prefiera cuidar de ellos que no son de suyos a los que verdaderamente son suyos, quienes estuvieron en su vientre.
“Ha sido difícil, estoy creando a una adolecente es un poco complicado, el niño tenía 2 años y medio cuando ella se fue, claro que le hace falta su madre aunque no la conoce, pero ella no se ha apurado por verlos”, comentó.
Su madre le llevó los lentes que necesitaba, siempre lo apoyará, porque eso hacen las madres.
Estuvo 2 meses sin trabajar por el problema de la vista, cuando obscurece es cuando batalla más para ver.
En uno de los trabajos que tuvo, tenía que llevar a su hijo con él, no tenía quien se lo cuidara, ahí le cambiaba pañales, lo bañaba.
“También hay mamás irresponsable, no solo hay padres y así como hay mujeres que son madre y padre a la vez también hay hombres, de todo hay en este mundo”, comentó.
El gobierno le hizo un cuarto a tras de la casa de su madre, le falta acondicionarlo para ofrecer una mejor vida a sus dos hijos, pero ahí va poco a poco, haciéndose de sus cosas, pues tampoco le pagan mucho en el trabajo que tiene.
Los lente le costaron 2 mil 500 pesos pero hace tiempo su padre se los regaló, les hacía falta el armazón hasta que su madre María Luisa Blatazar Guadarrama se lo consiguió y justo cuando estaba en entrevista se los llevó, siempre lo ha apoyado y lo seguirá haciendo porque eso hacen la mayoría de las madres.
“Una vez le dije a ella, no les des si no tienes, si no puedes pero ven a verlos, ellos te necesitan”.
No quiere perder su empleo, a veces se queda tiempo extra y aunque termina bien casado tiene que continuar con las labores domésticas y su función de padre y madre a la vez.
El Día del Padre es como cualquier día, su hijo menor está muy entusiasmado le dijo que le daría un regalo, una cajita con dulces, fritos y demás, pero le dijo que era sorpresa y se la daría hasta el día del padre.
Trata de hacer todo lo necesario para vivir bien en la colonia Chinameca, calle Tenochtitlan número 1000 se ha encontrado con gente muy buena, incluso tuvo unos jefes que le ayudan con el niño, la madrina lo procuran mucho, su hija le ayuda a su abuela en un negocio de tortillas, la llevaron a psicólogo porque tomó una etapa de rebeldía, esa por la que cualquier joven de su edad pasa.