La madre de Mario Alberto, Sandra, recibió la noticia que muchos anhelan: su hijo fue encontrado.
Por: Adriana Cruz
La espera terminó. Trece años y medio después de la desaparición de Mario Alberto Torres Juárez, su madre, Sandra Lorena Torres, recibió la confirmación que cambió su vida: su hijo fue localizado, lamentablemente sin vida.
Mario desapareció el 11 de junio de 2012, un día antes del cumpleaños de su mamá. Ese mismo año, en noviembre, se encontraron restos que podrían corresponderle, pero México no contaba con un centro especializado para su identificación. Por eso fueron enviados a Argentina. Trece años después, las pruebas de ADN arrojaron un 99.9 por ciento de coincidencia.
Sandra inició formalmente su búsqueda hace apenas unos meses, cuando decidió unirse al colectivo de familias en Monclova. Llegó cansada, pero con la esperanza firme de encontrar respuestas.
"Le pides a Dios que te permita encontrarlos, y lo ves imposible... pero sí se puede. Yo quiero que mis compañeras no se rindan, que sigan, que crean que mañana pueden encontrar a sus desaparecidos. Dios hace maravillas cuando uno pide con fe", compartió.
Sandra recibió la noticia que nadie desea, pero que muchas familias anhelan para dejar de vivir en incertidumbre. Con voz serena, dijo lo que guardó trece años: "No encontré a mi hijo como quería, con vida... pero estoy agradecida con Dios por permitirme cerrar este ciclo. Mi meta era encontrarlo, y ya la cumplí".
La historia de Sandra refleja lo que viven miles de madres en Coahuila y en el país: búsquedas que duran años, restos que viajan al extranjero para ser identificados y familias que no se cansan de tocar puertas.
Este sábado los restos de Mario Alberto de 24 años de edad, al momento de su desaparición, fueron velados en la funeraria la Paz en la ciudad de Monclova, posteriormente dieron cristiana sepultura en el Panteón de Estancias de esta misma ciudad.
El caso de Mario vuelve a evidenciar la necesidad de fortalecer los procesos de identificación en México, donde muchas madres aún esperan una respuesta.
Sandra, ahora, quiere que su experiencia sea un mensaje para quienes siguen buscando: la fe sostiene, la lucha une, y la verdad —aunque tarde— llega.