Por: Staff / La Voz
Por: Yolo Camotes
Creer que México fue pionero en el lanzamiento de cohetes espaciales, parece un sueño inalcanzable, pero fue una realidad entre los años de 1959 y 1960.
Aunque usted no lo crea esta es una de las realidades que México ocultó por más de 50 años durante la llamada “Guerra Fría”.
La historia empieza en los años cuarenta cuando el Ingeniero Porfirio Becerril Buitrón, egresado del IPN, junto con un equipo de técnicos, unieron esfuerzos para construir sistemas de propulsión a chorro.
Con este antecedente la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, liderados por el Ingeniero Walter Cross Buchanan, quién en ese entonces era el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, lograron lanzar los cohetes SCT-1 y SCT-2 en 1960 y 1961, siendo México el tercer país en lograrlo, solo detrás de Estados Unidos y la extinta U.R.S.S.
Esos éxitos fueron los cimientos para formar la Comisión Mexicana del Espacio Exterior (CONEE), la cual por desgracia se cerró en 1977 por el presidente José López Portillo.
En 1967 se lanzó el cohete Mitl 1 con carga útil de 8 kilogramos que alcanzó 50 kilómetros de altura. En 1975 se lanzó el Mitl 2 que alcanzó los 120 kilómetros de altura en un vuelo suborbital.
El programa espacial mexicano se nutrió del entusiasmo y experiencia de científicos e ingenieros amateurs por todo el país que por cuenta propia desarrollaron tecnologías para dar solución a una gran diversidad de problemas técnicos.
Tenemos el caso del Ingeniero Emilio Gómez Monteón, mexicano, que, junto con otros ingenieros entusiastas, desarrollaron y patentaron un sistema electrónico de estabilización que permitió a los cohetes tener mejor control durante el despegue.
Por desgracia, como muchos otros grandes personajes, este hombre murió olvidado en la historia y casi en absoluta pobreza, pese a que contribuyó como muchos otros al desarrollo espacial de la humanidad.
Se sabe que la NASA empleó su sistema y los cohetes de la serie skylark en la década, mientras que en la década de los 70s se estaban construyendo cohetes de varias etapas denominados el 21 y witt 2, desgraciadamente al desaparecer la CONEE en 1976, también desapareció el desarrollo de la industria espacial mexicana.
La CONEE estuvo desarrollando diversos programas que hoy podrían parecer inverosímiles, pero que en su tiempo fueron tomados muy en serio ya que se analizaba la viabilidad económica, los recursos humanos y los medios de trabajo que México podía disponer en ese momento.
Se elaboraron modelos a escala real de cápsulas y propulsores que pudiesen poner en órbita satélites más grandes, así como al primer mexicano en el espacio.
Incluso el Presidente Gustavo Díaz Ordaz firmó un acuerdo para que se iniciarán las investigaciones necesarias a fin de que México pudiese tener una bomba atómica, en respuesta a la política de la Unión Soviética de atacar a todos los aliados de Estados Unidos en caso de una tercera guerra mundial.
Los investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares ININ y el Ejército Mexicano lograron enriquecer el uranio hasta convertirlo idóneo para ser empleado en una bomba nuclear.
En 1974, se planean fabricar la primera bomba atómica que sería adaptada a una ojiva que sería colocada en alguno de los cohetes construidos por la CONEE, durante estos años el ejército pasó por una gran modernización que no se había tenido en años anteriores.
Sin embargo, el gobierno no podía crear abiertamente armas nucleares debido a que había firmado el tratado de Tlatelolco, en el que se comprometía a no fabricar armas nucleares y limitar su tecnología con fines pacíficos. Así que decidió guardar el uranio enriquecido que había creado en la década de los años 70s.
En junio del 2006 se inició un programa de desarrollo nuclear llamado proyecto RCMS con fines pacíficos, este programa tenía como objetivo una detonación nuclear en ese mismo año empleando el uranio que ya se tenía, pero el proyecto fue cancelado debido a presiones por parte de los Estados Unidos y que México forma parte de los países que firmaron el tratado de no proliferación nuclear.
Sin embargo, en el año 2010, México se comprometió a entregarles uranio enriquecido a los Estados Unidos aunque, aún hoy en día, el uranio permanece aún en Mexico pero Estados Unidos quiere que se lo entregue o lo elimine.
Algunas fuentes dicen que si se desarrolló una arma nuclear y que ésta se encuentra en algún lugar del desierto de Sonora, lo cual no sería la primera nación en tener armas nucleares en secreto.
Incluso, se sospecha que México fue el causante de una detonación nuclear conocida como el incidente Vela, aunque Sudáfrica admitió la autoría de dicha detonación, un informe de inteligencia estadounidense, durante y después del incidente se encontraba en la zona un navío de la Armada de México.
La República Mexicana cuenta con grandes yacimientos de uranio en el estado de Chiapas. La SEDENA y la Secretaría de Energía reportan alrededor de 6 toneladas producidas de plutonio.
La detonación nuclear que iba a realizarse en México en el 2006, se pospuso indefinidamente por presiones del gobierno de los Estados Unidos.
Aún hoy en día, se conoce que México desarrolló y creó en secreto sus propios aviones no tripulados T1, T2 y T3 con tecnología de vigilancia de última generación, duración máxima de 16 horas de vuelo, siendo el primer país en Latinoamérica en crear un avión no tripulado y fabricado 100% en el país.
Desafortunadamente estos esfuerzos se han derrumbado debido a presiones del exterior, a políticos no comprometidos con su país y aún aparente y sospechosa apatía para que México no se desarrollara como potencia espacial y nuclear.