Transporte público en Monclova: concesionarios enfrentan pérdidas y usuarios largas esperas

La pandemia y el colapso de AHMSA golpean al transporte público en Monclova, generando incertidumbre y largas esperas para los usuarios.

Por: Adriana Cruz

Monclova atraviesa una crisis silenciosa en su movilidad urbana. Lo que antes era parte de la rutina diaria —esperar unos minutos en la parada y subir a un camión lleno de estudiantes, obreros y familias— hoy se ha convertido en una incertidumbre para los usuarios y en una lucha por sobrevivir para los concesionarios.

El transporte público, que refleja la salud económica de cualquier ciudad, muestra en Monclova las huellas de dos golpes duros: la pandemia de COVID-19 y el colapso de Altos Hornos de México (AHMSA).

Néstor Daniel Pérez Calvillo, concesionario de la ruta Directo, no lo disfraza: las pérdidas alcanzan un 40 % en comparación con 2020. "Antes había mucho movimiento, la gente tenía empleo, había dinero. Hoy Monclova está caído. Pensamos que con el regreso a clases iba a mejorar, pero no fue como esperábamos", lamenta.

Rutas que dejaron de existir

Hace algunos años, los monclovenses tenían diez rutas municipales para elegir. Hoy, tres ya son historia: Miravalle, Barrera y Asturias.

Actualmente circulan solo siete: Obrera, Pradera/Calderón (la más golpeada, con pocas unidades y en riesgo de desaparecer), la Mayo, Directo, Calle 11, Guerrero y Del Río

A ellas se suman las intermunicipales: Zapata, Castaños/Estancias y la de Frontera. En total, según el censo municipal, alrededor de 200 unidades todavía recorren las calles de Monclova.

Sin embargo, la realidad es que algunas de esas rutas ya apenas logran sostenerse.

Los concesionarios reconocen que los usuarios tienen motivos para quejarse: los tiempos de espera son cada vez más largos y no siempre hay certeza de que las unidades pasen.

"En la Directo aún tardan unos 10 o 15 minutos, pero en la Pradera/Calderón pueden pasar hasta 60 minutos y la gente se desespera", cuenta un pasajero.

Aun con ese escenario, los transportistas piden que no se les culpe solo a ellos. Afirman que durante años las administraciones han golpeado al sector en lugar de fortalecerlo. "Se han entregado concesiones de taxis de forma irregular, y ahora cualquiera mete su carro a InDriver. En Monclova no hay empleo, y la gente busca de dónde sacar dinero, pero esto está matando al transporte público", señala otro concesionario.

La voz de los pasajeros refleja cansancio. Raymundo, usuario frecuente, asegura que "la ruta Flores es la mejor, es la que no falla". Pero también reconoce que en otras zonas la espera se vuelve insoportable.

"Uno a veces se queda parado más de media hora, y si llevas prisa o un niño contigo, es muy pesado. Ya ni sabes si esperar o buscar otra opción", comenta una madre que usa la ruta Obrera.

Lo que ocurre en el transporte público es también el retrato de Monclova: una ciudad que perdió fuerza económica, que no ha visto despegar la reactivación y donde la movilidad se ha convertido en un problema diario.

El transporte urbano no solo es un servicio; es el motor que conecta a estudiantes con sus escuelas, a obreros con sus fábricas, a madres y padres con sus trabajos. Cuando se debilita, también se quiebra el ritmo de la ciudad.

Hoy, concesionarios y usuarios coinciden en algo: Monclova necesita recuperar su movilidad. De lo contrario, cada ruta que desaparece es también una señal de una ciudad que se queda más detenida, más cansada y con menos futuro.

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