"Ya goza del rostro del Señor", expresaron.
Por: Adriana Cruz
MONCLOVA; COAH.-Con profunda fe y un nudo en la garganta, las hermanas dominicas despidieron con oración al Papa Francisco, convencidas de que su alma ha sido recibida en la plenitud de la resurrección. "Nos duele su partida, pero creemos firmemente que ya goza del rostro del Señor", compartieron, unidas en el silencio del convento y en la certeza de que la muerte no es el final, sino un paso hacia la eternidad prometida.
Apenas recibieron la noticia, se reunieron en comunidad para ofrecer el Oficio de Lecturas, un acto solemne cargado de salmos y contemplación, dedicado al descanso de los fieles difuntos. En esta ocasión, la oración tuvo un eco distinto: el de una Iglesia entera en duelo, y el de un corazón consagrado que late por amor a su pastor. "Siempre rezábamos por él, ahora lo hacemos con más fuerza, desde lo más hondo del alma", dijo Sor Julia, conmovida.
Las hermanas recordaron al Papa como un hombre cercano, de espíritu alegre y profundamente humano. "Era moderno, sí, pero sin dejar de ser espiritual y sabio. Su legado va más allá de las palabras, se queda en nuestra manera de vivir la fe", expresó Sor Mercedes. Para ellas, su testimonio seguirá iluminando el camino de millones.
Mientras el mundo católico se prepara para un nuevo cónclave, las dominicas tienen clara su misión: orar en silencio. Confiadas en que el Espíritu Santo obrará en el corazón de los cardenales, se entregan a la voluntad divina sin especulaciones ni temores. "Él ya hizo su parte, ahora toca a Dios mostrarnos al nuevo pastor. Nuestro Papel es seguir de rodillas, como siempre".